La economía golpea fuerte al sector, pero la solidaridad sostiene el servicio, que no deja de ser requerido.
La economía golpea fuerte al sector, pero la solidaridad sostiene el servicio, que no deja de ser requerido.
En la Cerrajería Alvarado, el 2025 llegó con un ritmo que no cuadra para nadie acostumbrado a trabajar diario. Carlos Alvarado relata que los días se alargan y los servicios se acortan, un reflejo claro de la falta de empleo que atraviesa la ciudad.
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Aunque las emergencias siguen ocurriendo, desde llaves extraviadas hasta chapas que ceden, la mayoría de las personas no tiene cómo pagar un servicio completo. En lugar de cerrar la puerta, el cerrajero opta por facilitar las cosas, acepta lo que puedan dar y deja pendiente el resto. La necesidad manda, comenta, y no se le puede negar la entrada a alguien que simplemente quiere volver a su casa.
COMPROMISO
El problema no es nuevo, pero este año se volvió costumbre. Algunos clientes regresan a pagar, otros desaparecen, y el taller sigue adelante como puede.

La caída de trabajo ronda el cuarenta por ciento en comparación con el año anterior, una cifra que muestra el bache económico que enfrenta el municipio. Aun así, Alvarado mantiene su compromiso con la comunidad. Sabe que su oficio resuelve urgencias y, aunque el bolsillo flojee, sigue disponible.
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Con el tiempo, confía en que la actividad repunte y que el oficio recupere su ritmo, porque un cerrajero siempre es necesario, pero la economía no siempre coopera.