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Histriónica, ensayada, Karime Macías de Duarte suele derramar miel por los veracruzanos; abraza abuelitas, saluda señoras y derrama lágrimas por los niños. Hace de la teatralidad un estilo; de la implementación de programas, un arte; de la dádiva, una pieza de misericordia social. Actúa, simplemente actúa.
Convertido su primer informe de labores en espectáculo de lisonjas, de cortesanía política, Karime Macías fue abrumada por elogios huecos, escencialmente hipócritas, expresados cara a cara y difundidos con cargo al erario en espacios publicitarios horas después.
Su show fue único. Enumeró acciones y obras; becas y alimentos; anteojos para escolares y desayunos para adultos mayores; posadas de atención a embarazadas, una agencia modelo del MP para delitos sexuales; centro de diagnóstico y atención del autismo y la escuela de alta calidad Conecalli; el consejo estatal y la feria del empleo para las personas con discapacidad, y la ley de adopciones.
Aplaudida, como amerita la ocasión, lo dicho por Karime Macías no es dadiva ni generosidad sino su obligación institucional. Para eso está ahí.
Tuvo un acto de ingratitud encubierto, bien calculado, cuando marcó su estilo y lo diferenció del de su antecesora, Rosa Borunda de Herrera, puñalada sutil: “Sentamos las bases para una nueva visión de la asistencia social: un paradigma (modelo) distinto que tiende a las personas como motores de su propio destino”.
Lo demás fue política duartista, y barata. No le regateó Karime Macías Tubilla ni una coma al programa medular del gobierno de Veracruz: Adelante. Y refrendó el término propagandístico del Veracruz Próspero.
“Vamos por el camino correcto”, dijo parafraseando al gobernador Javier Duarte, su esposo. “Bases firmes para la prosperidad”, decía el eslogan el primer informe de resultados. Destacaba la titular del DIF veracruzano que la educación nos va a llevar hacia “Adelante”. Decía también que “trabajamos para mejorar la situación de familias veracruzanas”.
En un espectáculo de luz y sonido, los reflectores sobre sí, Karime Macías habría de pronunciar una frase que denotó la intención encubierta —filo político— de su informe:
“Vamos a seguir hasta lograr ese Estado Próspero y de grandes oportunidades para todos. Vamos para adelante, por Veracruz, por nuestras familias y por todos los niños veracruzanos”.
Karime Macías implementa programas cargados de hipocresía política. Usa eslogans, frases, intenciones, que ligan la labor del DIF con la estrategia del gobierno duartista para maquillar el desastre veracruzano.
No tuvo, sin embargo, el empaque para citar el origen del caos y a los artífices de la debacle social: Fidel Herrera y su régimen, incluido el hoy gobernador Javier Duarte.
Sacerdotisa de la ayuda social, Karime Macías tampoco tuvo una palabra para explicar cómo llegó Veracruz, y los veracruzanos, a los niveles de pobreza que le aquejan; a la falta de oportunidades y de empleo; al desvío de recursos que debieron implementarse en programas para minusválidos, las becas perdidas y su uso electorero; la corrupción en agencias del Ministerio Público especializadas en delitos sexuales, que negocian pensiones y exoneran delincuentes; a la ínfima calidad educativa; el despojo de reservas territoriales, robo descarado a los municipios, que frustra el desarrollo de los pueblos a cambio del enriquecimiento y especulación de tierras, del que Jesús Antonio Macías Yazegey, padre de Karime, ha sido protagonista.
Karime Macías, además, miente. Adelante es asistencial, promotor de la entrega de apoyos, pisos y techos, como lo hacían las diversas facetas de la fidelidad. Su origen es político. Mutó de nombre de coalición partidista —“Veracruz para adelante” en la campaña a la gubernatura— a programa de gobierno — “Veracruz Adelante”—.
No fue, pues, un “informe de resultados”. Karime Macías incurrió en un acto de propaganda oficial, la descripción del mundo de fantasía del duartismo. Fue la descripción del futuro promisorio, la máscara de la tragedia, cegado el pasado inmediato para no reconocer culpas propias.
La realidad de Veracruz es otra, infinitamente dramática. Veracruz, gracias al régimen de la fidelidad, del que formó parte Javier Duarte desde la Secretaría de Finanzas, se sumió en la pobreza. Crecida la deuda a 40 mil millones de pesos, canceló su futuro.
Es el discurso de Karime Macías oratoria perversa. “Ha llegado el momento en que los veracruzanos más vulnerables construyan su propia historia de progreso”, dijo con frescura. ¿Por qué y a cuenta de qué? ¿Y la misión social del Estado?
No llegaron solos los veracruzanos a la incertidumbre social. Fueron convocados por un gobierno, el de la fidelidad, infinitamente corrupto, tejedor de miseria, saqueador de las arcas públicas.
Karime Macías es solo teatralidad. Llora, abraza, sonríe, lo que sea con tal de conmover.
Su fin es otro. Apuntalar a Adelante y sus intenciones electoreras.
Lo demás es fantasía.
Archivo muerto
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