Victimizarse ha sido una estrategia de José Pablo Robles Martínez para evadir la justicia. Se ha dicho perseguido, acosado y hasta forzado a salir de México, en una especie de exilio turístico. Es teatrero, fantochón y engañabobos, y siempre, por regla general, lagrimea cuando la ley lo persigue y vocifera ser reprimido en su libertad de expresión y en su ejercicio periodístico. Hoy confronta una demanda civil, interpuesta por el alcalde de Coatzacoalcos, Marcelo Montiel Montiel, quien le reclama 50 millones de pesos por daño moral a raíz de diversos ataques periodísticos en los rotativos Imagen de Veracruz y Diario del Istmo, propiedad del señor Robles, que fueron más allá de la crítica al personaje político y a su función pública. Robles Martínez trae la garganta apretada y el cuello boludo. Lo agobian sus miedos. Desde el 6 de marzo, cuando fue notificado oficialmente de la demanda, trató de forzar el apoyo de funcionarios del gobierno de Veracruz, del propio gobernador Fidel Herrera Beltrán y de un sector de la prensa para replegar al alcalde de Coatzacoalcos. Nada logró. Al contrario, el ayuntamiento de Coatzacoalcos le canceló el convenio de publicidad —cientos de miles de pesos mensuales— bajo el argumento de que no hay recursos para el ejercicio presupuestal actual y menos para el próximo año.
José Pablo Robles anda con el alma en un hilo. El martes 13, en la columna Se dice que, bajo la firma de Maquiavelo, su pseudónimo, traslució sus temores. Reclamó que la Comisión Estatal Para la Defensa de los Periodistas nada haya hecho por él. Dijo que los integrantes de la junta de gobierno no acuden a las sesiones o que no hay registro de su asistencia. Dos párrafos retratan su abandono. “El oficio de disentir y de ser incómodo no trae consigo ningún privilegio, sino todo lo contrario. Hasta una demanda por Daño Moral a un munícipe y consentida por las propias autoridades estatales. Hecho insólito para los anales de Veracruz. “Por pura curiosidad por la importancia de estos eventos se investigó cuantas veces han asistido los vocales titulares a estos eventos organizados y que son invitados oportunamente. No existe ningún registro”. Robles Martínez es afecto al llanto. Lloró amargamente durante el régimen chirinista porque le cerraron las válvulas del dinero. Luego se dijo perseguido por el entonces secretario de gobierno Miguel Angel Yunes Linares, al que acusó de todo. Después se fue a pasear al extranjero y se hizo pasar por exiliado. Regresó cuando aflojó la presión y se diluyeron las acciones legales, no porque fuera inocente, sino porque encontró cómplices a modo. Su historial es de película. En los años 80, el periódico Política, dirigido entonces por Angel Leodegario Gutiérrez Castellanos, difundió la existencia de diversas denuncias por difamación e intento de extorsión a jefes policíacos, operadores del área de seguridad pública y abogados en Acayucan. Poco después protagonizó su peor descalabro. En 1987, el suplemento El Istmo en la Cultura ganó el Premio Nacional de Periodismo. Robles Martínez manipuló el galardón; lo hizo pasar como un triunfo de Diario del Istmo; provocó con ello la renuncia de los integrantes del suplemento, la publicación de ese hecho en la revista Proceso y un escándalo bochornoso entre los círculos culturales. También fue emplazado judicialmente por Bancomer a pagar un arrendamiento financiero en el sitio en que se editó Sur de Veracruz, hoy convertido en Imagen de Veracruz. Robles y sus socios, o sea sus familiares, se negaban a cubrir la deuda, pero el amago de embargo y el riesgo de perder la rotativa de Diario del Istmo, que se hallaba hipotecada, los hizo cumplir sus compromisos.
Robles Martínez es un mal agricultor: siembra vientos y cosecha tempestades. Cuando el entonces gobernador Miguel Alemán Velasco lo designó “por esta única vez”, ´presidente del Colegio de Periodistas, el 19 de agosto 2003, suscitó el repudio de la prensa estatal. Magno Garcimarrero publicó en el diario Política un comentario crítico en el que destacó que “en medio de un clima casi hostil o al menos, de descontento, entre los reporteros de la ciudad de Jalapa, quienes manifiestan confusión respecto al origen y los fines que tendrá este Colegio, pues hay quienes creen que Pepe Robles es una imposición”. Su fama es comparable con la de los villanos de las películas. La prensa jalapeña lo repudia; la clase política lo detesta. Hoy que la justicia amaga con sentenciarlo, Robles Martínez intenta forzar a la Comisión Estatal para la Defensa de los Periodistas para orquestar su defensa.
Allá ella si se deja.

Que José Antonio Chagra Nacif ya anda buscando ser proyectado para un nuevo encargo en el gobierno fidelista. Ha tenido en sus manos la Administración Portuaria de Nanchital, que nunca funcionó o que funcionó a medias, y que ha sido una sangría económica, un barril sin fondo. Pepe Chagra, el bueno del Clan Chagra, ese sí fiel a la fidelidad, es también quien arregla los problemas que trae a cuestas la constructora EGRUS por realizar obras de mala calidad, por incumplimiento y por haber fallado a la confianza del gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán. Pepe, dicen lo que lo conocen, que tiene su futuro asegurado… Olmeca, A.C. es otra de las fundaciones que respaldarán la candidatura de Javier Duarte de Ochoa al gobierno de Veracruz. Operará en el municipio de Coatzacoalcos. Su creador e impulsor es el secretario de Comunicaciones del Estado de Veracruz, Marco César Theurel Cotero, cuyo proyecto de ser candidato del PRI a la alcaldía se finca en que Javier Duarte El Gordito de Ochoa lo sea a la gubernatura de Veracruz…