* Pepe y Héctor Yunes, hacia el Senado * El riesgo de ganar * Enemigos potenciales de Javier Duarte en la próxima sucesión * Theurel quiere lucrar con la contaminación * Rocío Nahle: sus operadores hicieron perder votos al Peje en 2006 * Federico Lagunes, la lady de Coatza
Fidel nunca se fue. Agazapado, los hilos del títere entre sus dedos, mantuvo siempre el control de los espacios de poder en Veracruz y tejió un regreso abstracto, visible sólo a través de sus alfiles y de los rasgos de la fidelidad, en el escenario de la próxima y complicada elección federal.
Su mano, pues, no se ve pero se siente. Fidel Herrera Beltrán, el ex gobernador, ampara su retorno en la debilidad política del régimen duartista, manifiesta la incapacidad operativa para conducir al priísmo; en la fragilidad de imagen del gobernador Javier Duarte de Ochoa y el terrible golpeteo mediático a que fue sometido por el episodio de sangre por la disputa del territorio entre bandas del crimen organizado, y en la beligerancia con que se conducen los grupos priístas.
Incrustar a Erick Lagos Hernández en la presidencia del PRI estatal es una osadía. Su peón de otros tiempos, secretario particular lo mismo en el Senado que en el PRI estatal o que en el gobierno de Veracruz, inventado como diputado local para cubrir y encubrir los pasos de Duarte en la Secretaría de Finanzas, es un hecho que rebasa a los grupos priístas y que evidencia el nivel de sometimiento del gobernador actual a su padrino y antecesor.
Erick Lagos representa el regreso de la fidelidad. Vuelven con él el rojo fiel, la porra fiel, la cargada fiel y el reinvento de la pandilla.
A lo largo de un año, el primero de Javier Duarte, Fidel Herrera actuó sin estridencias, ausente pero presente, operó entre muros y jugó para sí y los suyos. Del régimen duartista obtuvo todo, disimulo, silencio y, sobre todo, espacios de poder.
Tuvo Erick Lagos una posición de privilegio: la Subsecretaría de Gobierno, con un manejo amplio del espectro político, las relaciones con los partidos políticos y el pulso de los ayuntamientos. Fue posición de la fidelidad en un régimen que fingió, aunque no le salió, una ruptura con sus orígenes.
Otros espacios fieles los ocupan Jorge Carvallo Delfín, el cuestionado líder del Congreso de Veracruz, rodeado de otros operadores de baja monta, como Marlon Ramírez Marín, ex director de Política Regional en la Secretaría de Gobierno en tiempos de Reynaldo Escobar Pérez.
Uno más es el de Daniel Lugo Carrasco, también secretario y auxiliar de Fidel Herrera Beltrán en el Senado, aquejado por un episodio borrascoso, tramado y urdido por sus compañeros fieles, que le significó pasar una temporada en el hielo. Hoy es director de Tecnológicos de Veracruz, desde donde se opera al gremio magisterial; se involucra políticamente al alumnado con el PRI, y se realizan millonarios negocios con base en convenios educativos con la industria, principalmente con Petróleos Mexicanos. Dinero para hacer política, pues.
Cinco de los diez municipios económica y políticamente más poderosos de Veracruz están en manos de la fidelidad. Síndicos, regidores y funcionarios en Ayuntamientos siguen a su guía y mentor. Ex legisladores locales —Dalia Pérez, Marilda Elisa Rodríguez, José Ruiz, Rosa Luna, entre otros— ocupan espacios en la nómina estatal y municipal.
Magistrados y jueces; integrantes de órganos electorales y de fiscalización conforman el ejército de fidelidad.
Nada fue casual. Frente a la incapacidad de Javier Duarte, su nula operación política, Fidel Herrera Beltrán no fue desterrado de Veracruz. Su base, en consecuencia, se mantuvo intacta, agazapada igual que él. Fidel se movió en la sombras. Trabó acuerdos y volvió al PRI nacional, su espacio.
No logró la candidatura a senador, pero sí ser delegado especial priísta en el norte el país.
Javier Duarte, en cambio, por obra o por omisión, le permitió adueñarse del Congreso, del Poder Judicial, de diversos enclaves en el gobierno estatal, y ahora del PRI. Así, Fidel se reposicionó.
Nonato, el duartismo se quedó en proyecto. Prefirió seguir la ruta de la fidelidad.
Archivo muerto
Inscritos en la aventura sin retorno, José Francisco Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa serán los candidatos del PRI al Senado por el estado de Veracruz. Su registro, un festín de desorganización, ocurrió el domingo 22 en la sede estatal del tricolor. Van de la mano; Pepe Yunes, en la fórmula uno, y Héctor en la dos. Si el PRI gana la elección en 1 de julio, ambos serán senadores. Si el PRI quedara en segunda posición en el recuento final, sólo Pepe Yunes –Pepe Gris— alcanzaría el escaño. Héctor Yunes requiere, pues, de un esfuerzo mayor, cuando el Efecto Peña Nieto se diluye, cuando el PANAL y gran parte del magisterio será contrincante del PRI, y cuando sus enemigos intentarán destrozarlo en las urnas. Pepe y Héctor Yunes no son, como pudiera suponerse, el proyecto del gobernador Javier Duarte. Uno y otro representan una amenaza a la sucesión en Veracruz, en 2016. Pepe y Héctor Yunes se la disputaron a Javier Duarte, aglutinaron corrientes que pretendieron frustrar el proyecto transexenal de Fidel Herrera y que vieron al hoy gobernador como un invasor en el PRI, al que denostaban y menospreciaban. Por ser un enemigo potencial al plan de sucesión fidelista, en 2006 Pepe Yunes fue traicionado y abandonado por los priístas, artífices de su derrota estrepitosa cuando el joven político de Perote pretendió llegar al Senado, plataforma desde donde sería el potencial candidato a la gubernatura. Quebrarlo en la elección, frustró su intención y allanó el camino a Javier Duarte. Pepe y Héctor no tienen en la oposición a su principal adversario, sino en el priísmo fiel y duartista…
Sin límite, la voracidad de Marco César Theurel Cotero es para un estudio psicológico y un análisis de ética política. No le inquieta la contaminación del río Coatzacoalcos o que Petróleos Mexicanos altere el medio ambiente. Quiere el alcalde lucrar con el derrame de petróleo, sacar raja y someter a la paraestatal. El desastre ecológico, ocurrido a partir del sabotaje en un ducto, presumiblemente mediante una ordeña clandestina, describió el negocio armado fast-track en los pasillos del gobierno. A una voz, se fueron contra Pemex, el alcalde Theurel; los pescadores, afectados porque dejaron de realizar su actividad y se dañaron sus implementos de captura; los empresarios, que avizoran un daño al turismo, y diversas instancias de gobierno, que ven en el pago de indemnizaciones un jugoso negocio. Theurel lanzó a sus áreas de Medio Ambiente y Pesca al reclamo airado; luego acusó a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) y a la Secretaría de Medio Ambiente Recursos Naturales y Pesca (SEMARNAT) de ser cómplices de PEMEX, hecho que repercutió en los permisos para la construcción del malecón costero. No lo mueve la defensa del entorno ecológico, sino la intención de rasurar a la paraestatal. Finalmente reclamó públicamente un adeudo de Pemex con el Ayuntamiento de Coatzacoalcos de 7 millones de pesos por concepto de combustible. Ahí se explica tanto show…
Hay algo que Rocío Nahle García le ocultó a Andrés Manuel El Peje López Obrador: el representante de MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional) en Coatzacoalcos, Félix Martínez García, fue quien le hizo perder votos en la elección presidencial de 2006. Representante general en el equipo electoral de la coalición de izquierda, Félix Mar hizo de las suyas el 3 de julio, día de elección. Responsable de sectores clave, como la Alameda y la Central Camionera, no se aplicó a constatar que El Peje tuviera representante en las casillas de votación y el PRI se agandalló en grande. La casilla del parque La Alameda presentó tal irregularidad, que el TRIFE ordenó el recuento y se hallaron 800 votos de más para el candidato priísta, Roberto Madrazo Pintado. Las actas así lo demuestran. Rocío Nahle, que hoy pretende ser candidata del PRD-PT-Movimiento Ciudadano a la diputación federal por Coatzacoalcos, le ocultó éste y otros sabotajes, pecata minuta, a López Obrador. Un año después, de la mano de doña Chío, Félix Mar le operaba al PAN, al partido que tantos odios desata en el caudillo López Obrador…
Fiel a sí mismo, Federico Lagunes sigue el tropel de sus excesos. Inflado con su mísera regiduría, la que le robó a los priístas, no hay día que no agravie y ocasión que no insulte. Procaz su lenguaje, es la Lady de Coatza o un tímido remedo del Gentleman de Las Lomas. Semanas atrás llegó a su feudo una dama con un trámite a medias. Lo había requerido una y otra vez, insistente la chica. Contra su habitual actitud de no recibir a nadie, el regidor Lagunes salió esa vez. “Eso es lo que me caga la ver…”, gritó altanero. Y lo repitió dos, tres tantos más, los ojos enrojecidos, la rabia a plenitud. Aludió, por si no bastara, a una minifalda que hizo sonrojar a la dama del trámite. “Para que uno se anime”, le reiteró. Lo vieron y escucharon, azorados, con ojos de ¡quién es este pelado!, una ex dirigente del Partido del Trabajo y las secretarias que a diario lo deben soportar. Así es el barbaján y prepotente regidor sexto en el Ayuntamiento de Coatzacoalcos. Hay más…
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