* La renuncia de Tomás  * Yunes no lo quiere en el gabinete de Duarte  * COCOTAB no entrega obras a tiempo  * Tribus contra imposición de Rocío Nahle  * Theurel, Tony Macías, Pepe Tubilla y el negocio de las luminarias
 
Javier Duarte de Ochoa no es amigo de la justicia ni de la ley, pero sí del atropello y la impunidad. Sus filias están en el lado oscuro del poder y sus fobias las expresa en críticos y detractores, adversarios políticos y disidentes encarnizados, con puño terso y verso rudo.

Socio de bellacos, políticamente improvisado, pigmeo en una silla que le queda inmensa, no se inmuta el gobernador de Veracruz ante la beligerancia de grupos violentos, beligerantes actores de la vida diaria, contra sectores específicos de la sociedad. Le impone la sangre fría del crimen organizado, pero no la arbitrariedad de la delincuencia común y menos, mucho menos, la de los rufianes priístas.

Ayer, un grupo de campesinos de la región de Alamo describió el clima de terror que ha impuesto el líder del Movimiento de los 400 Pueblos, César del Angel Fuentes, contra 80 familias, sobre quienes ha ejercido una revancha por haberse negado a continuar participando en protestas sin ropa.

Plantados frente al palacio de gobierno, en Xalapa, la capital veracruzana, el grupo encabezado por César Cuervo Mejía reveló las trapacerías del líder de los 400 Pueblos.

“Fuimos despojados de nuestras tierras y casas —expresó— por Cesar del Ángel ya que no quisimos pagar la cuota que exige. Estamos viviendo de arrimados y no tenemos recursos. Venimos a pedir el apoyo de las autoridades para que nos devuelvan nuestras tierras y que castiguen a César. Ya no queremos agresiones de su parte”.

Precisaron que quienes se niegan a continuar pagando cuotas, son objeto de vigilancia, acoso y agresiones por parte de la pandilla de César el Angel. Les fabrican delitos para encarcelarlos.

Tocaron, sin embargo, la fibra sensible del líder de los 400 Pueblos: la protección oficial para evadir cualquier acción legal.
Su alusión no quedó ahí. Citaron al ex secretario de gobierno fidelista, indigno ex procurador del régimen encabezado por Javier Duarte, Reynaldo Escobar Pérez, quien se comprometió a investigar y proceder contra César del Angel y nada hizo.

Un par de semanas atrás, los 400 encuerados arremetieron contra dos medios de comunicación —Veraz, de Claudia Guerrero, y Formato 7, de Manuel Rosete—arrojando huevos y piedras, y pintarrajeando paredes. A ambos, así como al portal Plumas Libres y al reportero Mussio Cárdenas Arellano, los acusaron en un desplegado de discriminarlos con términos como “mugrosos, prietos, feos y pobres”, argumento insostenible.

Ambos hechos, la agresión a dos medios de comunicación y la protesta de campesinos del ejido El Guayabo y Nuevo Alamo contra los 400 Pueblos, generaron una amplia cobertura mediática y la condena generalizada, derivada de la conducta impune de César del Angel y el encubrimiento del gobierno estatal.

Nada extraña. El vínculo entre Javier Duarte y César del Angel data de la campaña por la gubernatura de Veracruz. Siendo candidato del PRI, el delfín de la fidelidad recibió el apoyo público de los 400 Pueblos, sin importar el grado de desprestigio que engalana a esa organización violenta y la podredumbre de su conducta.

Cuando César del Angel apostó a sus pelafustanes encuerados en Naolinco, el 3 de junio de 2010, y tácitamente mantuvo secuestrado al candidato panista, Miguel Angel Yunes Linares, Javier Duarte intentó ponerse el parche antes de que le vieran sangrar el dedo. En un alarde de hipocresía, condenó el hecho, pero Yunes lo hizo responsable de la privación de la libertad de mil mujeres que lo acompañaban.

 

Acusó a Duarte de ser quien movía a los 400 fascinerosos del “ángel caído”. “Esto es obra de Javier Duarte”, repetía Yunes, quien señalaba acremente que luego de ordenar el secuesto intentara mostrarse solidario. Y lo desafió: “Yo no soy gallina”, le dijo el panisa, según consta en un video que circula en internet: http://www.youtube.com/watch?v=uNW8sXOxYRA.
Irónicamente, ahora Yunes Linares es un aplaudidor de Javier Duarte.

Perversa, malintencionada, la relación entre Duarte y los 400 Pueblos es más que institucional. Fueron sus arietes, sus porros de campaña, para seguir por diversas regiones de Veracruz a Yunes Linares y hostigarlo con cargos de represor.

Algo similar han implementado con la prensa crítica. Claudia Guerrero, Plumas Libres y Mussio Cárdenas han mantenido un señalamiento permanente a la actuación del gobernador Duarte y a cambio han resentido el embate de los encuerados duartistas.

Políticamente, Javier Duarte es el padrino de los 400 Pueblos.
Su gobierno los solapa, les permite andar en cueros; ata de manos a la policía para no meterlos al orden; desoye a la ciudadanía que exige aplicarles la ley, e indirectamente, fomenta la agresión constante a la ciudadanía.

Es Veracruz el reino de la impunidad.
Políticamente, quiéralo o no, Javier Duarte es el responsable de lo que haga la pandilla de César del Angel, los porros de los 400 Pueblos.
El los usó y ellos reclaman su cuota de complicidad.
 
Archivo muerto
 
Secretario sin poder, Tomás Ruiz González cuenta los días de un final nada feliz. Su renuncia a la Secretaría de Finanzas y Planeación de Veracruz ha sido, de tiempo atrás, más mediática que institucional. Esta vez, sin embargo, hay sustancia en los maledicentes que lo ven fuera de la SEFIPLAN, pagando culpas ajenas, las de Vicene Benítez, el ex tesorero, responsable del escándalo por los 25 millones de pesos en efectivo que la Procuraduría General de la República le decomisó a dos empleados del gobierno de Veracruz en el aeropuerto de Toluca. Tomás Ruiz no es duartista ni fidelista; llegó a SEFIPLAN por una negociación con la cacique magisterial Elba Esther Gordillo. Pero es funcionario kleenex —úsese y deséchese—, totalmente prescindible. Es una pieza negociable, máxime ahora que el yunismo está a punto de ingresar al gobierno de Veracruz, al círculo duartista, en plan estelar, olvidadas las acusaciones de marioneta, títere y corrupto con que Miguel Angel Yunes Linares —casi ex panista, casi reinsertado en el PRI— describía al hoy gobernador Javier Duarte de Ochoa, su nuevo Dios…

 

Se llama COCOTAB —Consorcio Constructor Tabasqueño— y es un fiasco en la realización de obra pública en Coatzacoalcos. Debió entregar la pavimentación de las avenidas Juan Osorio López y 5 de Febrero, en la colonia Sector Popular, el 16 de diciembre de 2011 pero incumplió con los plazos fijados en el contrato FISM-020/11, con un monto de 6 millones 198 mil 5.44 pesos. Pese a su falta de seriedad, el alcalde Marco César Theurel Cotero le otorgó otras obras, las de saneamiento, en la colonia Ampliación López Mateos, por las que cobrará 3 millones 398 mil 827.14 pesos. Metro a metro, peso a peso, ambos casos de favoritismo oficial están documentados. COCOTAB no sirve para una fregada pero tiene el beneplácito —y la complicidad— del alcalde Theurel…

 

Ya cosecha sus primeros frutos la hija predilecta del Clan de la Succión, Rocío Nahle García. Su imposición como candidata del PRD a la diputación federal por Coatzacoalcos, hace sonar tambores de guerra, advertencia de las tribus amarillas a que la señora no será legisladora así le cueste a su partido un descalabro en su mejor bastión veracruzano. Roberto Ramos Alor, uno de los aspirantes, anuncia la impugnación de la candidatura y para que quede claro, voto de castigo. Destripa así la mascarada de encuesta encargada por el PRD, que dio como resultado el triunfo la ilustre desconocida. Doña Rocío no representa nada; es repudiada entre el perredismo; carece de capacidad para operar políticamente; es una nulidad para aterrizar la propuesta perredista, y no se engancha con las clases de abajo. Su candidatura perdedora le va de maravilla al PRI, a Joaquín Caballero y a Marcelo Montiel, que sin enemigo al frente y sin el riesgo del efecto Peje, se saldrán de nuevo con la suya y recuperarán para el priísmo la diputación federal por Coatzacoalcos, luego de nueve años de sequía…

 

Hágase la luz, y la luz se hizo. No lo dijo Dios; lo dijo Marcos Theurel, alcalde de Coatzacoalcos, y puso el negocio en manos de Tony Macías, el suegro incómodo —pero solapado— del gobernador Javier Duarte de Ochoa. Danzan 60 millones de pesos iniciales, que ampara un contrato de 200 millones para colocar reguladores de corriente en las actuales luminarias del alumbrado público presumiblemente para lograr un ahorro de energía. Theurel pretendió lograr que el cabildo fuera su cómplice, pero hubo oposición de la fracción panista y del regidor Federico Lagunes Peña. Operaría el contrato —según cuentan los theurelistas— Pepe Tubilla, tío de Karime Macías y, obviamente, tío político de gobernador Duarte de Ochoa, y en la transa aparece Banca Mifel, la misma que colocó los bonos de la bursatilización y que otorgara créditos a los ayuntamientos veracruzanos. De Pepe Tubilla se sabe, por ejemplo, que quebró los negocios de la familia y que vendió o negoció los terrenos en que se contruyó una amplia avenida que entronca el malecón de Coatzacoalcos con la avenida Universidad, pero con un mínimo aforo vehicular. De Tony —bueno pa’l bisnes— se conoce cómo se apropió de la reserva territorial donde montó el fallido negocio del Parque Tecnológico Puerto México, en el cual también metió las manos el entonces secretario de Finanzas del gobierno de Veracruz, Javier Duarte, destinando millones de pesos para nada que valga la pena, a no ser por los negocios del suegro incómodo. Qué bonita familia…
 
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