* Theurel, denunciado ante la CNDH * El contratista del alcalde * Brian Carlos y el arrendamiento de maquinaria * Contratos desde el primer día *Rocío Nahle ya cansó al círculo de López Obrador * Crea MORENA estructura paralela que garantice efectividad electoral
Displicente, retador, dice el gobernador Javier Duarte de Ochoa que los operativos de seguridad y la violencia nuestra de cada día, no afectan la imagen de Veracruz.
“Aquí, en Veracruz, no se tolera la impunidad, no existen espacios para la delincuencia y se actúa con firmeza y con determinación”, reseña, ufano, amparado en el salvavidas que le lanzó el gobierno federal ante el creciente, avasallante, nivel de violencia y la corrupción de sus corporaciones policíacas.
Rayado el discurso, las mismas frases, la misma soberbia, Javier Duarte no tiene una visión clara del martirio de los veracruzanos, la vida en un hilo, la zozobra en las entrañas, por la acción del crimen organizado y por la complicidad del gobierno estatal, su gobierno, vía sus áreas de seguridad, corruptas hasta el tuétano.
Símil de Reynaldo Escobar Pérez, ex secretario de gobierno en el régimen fidelista, que negaba la realidad con altivez e irresponsabilidad, Javier Duarte lo imita en lo peor del doble lenguaje y en el engaño.
Mentiroso profesional, Reynaldo Escobar llegó a decir que en Veracruz no había zetas y que las únicas que conocía eran las del abecedario. Falaz, maniobrero, el entonces secretario de gobierno sabía hasta qué punto se extendían las bandas del crimen organizado, arrendado el territorio veracruzano, y se constituía el santuario de la organización Zeta con una impunidad de escándalo.
Quizá con esas cartas, la mentira a flor de labio, Reynaldo Escobar fue condecorado con la Procuraduría de Veracruz, primero como encargado de despacho pues no podía desempeñarse como titular al no reunir los requisitos de ley, y luego como procurador, para quien se realizó una reforma constitucional, de la mano de Javier Duarte, que evidenció que puede más el capricho que la razón.
Echado de la Procuraduría, Reynaldo pagó con creces su osadía. Lo aniquiló el escándalo de los 35 cadáveres arrojados en Boca del Río, un día antes de la cumbre de presidentes de tribunales de justicia del país y procuradores, una ejecución de supuestos zetas e inocentes a quienes don Rey, irresponsable, perverso como es, criminalizó etiquetándolos como miembros del crimen organizado.
Javier Duarte vio crecer al monstruo del narcotráfico. Se supo inerme, desarmado, sin policía confiable, infiltrada por los malosos, incapaz de enfrentarlo, y tiró la toalla. Entregó la seguridad al gobierno federal, que implementó el operativo Veracruz Seguro y que ha asestado golpes cruciales pero aún insuficientes para pacificar al estado.
Dice el gobernador, con ese ánimo tan poco convincente que le distingue, que el despliegue militar y policíaco no ahuyenta a nadie, al turismo; que ahí está la Cumbre Tajín, centro ceremonial del espectáculo comercial, derroche inaceptable de recursos públicos, entre ellos los 25 millones que les incautó la Procuraduría General de la República, en medio de la miseria de los herederos de la cultura totonaca, y que no daña la imagen de Veracruz. ¿No?
Xalapa, Veracruz, Coatzacoalcos, Xico, Coatepec son escenario de actos de violentos tan frecuentes como la demagogia del gobierno. Uno ellos, el más reciente, el jueves 22, ocurrió en la autopista entre la capital veracruzana y Coatepec. Se trenzaron a tiro de bala, granadazos, duelo de poder, dos bandas del crimen organizado. Atraparon a decenas de automovilistas que vivieron minutos de terror que parecían interminables; muchos se refugiaron en fincas y ranchos, o descendieron por un barranco, a fin de ponerse a salvo, de acuerdo con el espléndido relato del periodista Pablo Jair Ortega. Llegó el Ejército y abatió a dos de los malosos, atrapó a otros y se les fueron unos más.
Testigos de los hechos vieron por lo menos tres cuerpos tendidos. Pablo Jair Ortega cita 17 muertos, de acuerdo con el relato de quienes estuvieron en la refriega.
Maquillador de la realidad, el gobierno de Javier Duarte cuenta un cuento a modo. Dice que las “fuerzas del orden detectaron a dos vehículos sospechosos con hombres armados quienes agredieron a los elementos de seguridad originándose la persecución por esa vía carretera que culminó en la zona de Los Arenales en donde los delincuentes abandonaron dos vehículos, internándose en el monte”. Dice que hubo dos muertos y un herido, a quien se le tiene en calidad de detenido.
Es inverosímil la versión oficial. Oculta la verdad. Matiza la gravedad de la trifulca y niega la zozobra, el pánico de los inocentes y la realidad de Veracruz.
Imitador de Reynaldo Escobar, Javier Duarte no quiere ver cómo afecta la violencia la imagen de Veracruz.
Veracruz es un infierno, robada la tranquilidad de todos, irritada al máximo la sociedad.
Pero Javier Duarte ni ve, ni escucha. Vive en su burbuja, para él sí las escoltas; para el pueblo, el riesgo de muerte.
Dicen bien que no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Archivo muerto
Atrapado en su laberinto, Marco César Theurel Cotero no sólo fue pillado en un audio en que da rienda suelta a su lenguaje vulgar, altanera su actitud; fue denunciado por el constructor Mario Alberto Escobar Guzmán, víctima de su prepotencia, ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos por amenazas y abuso de poder. El viernes 23, a las 15:43 horas, expuso el constructor su caso ante la CNDH, aportó el audio en que el alcalde de Coatzacoalcos lo sobaja, intenta agredirlo y revela el edil que su ex secretario de Obras Públicas, Adrián Pérez Martínez, se robó 4 millones de pesos con facturas de “empresitas” que sirvieron de pantalla para hincarle el diente al presupuesto para limpieza de canales pluviales, y que Theurel encubrió impunemente. Comienza a escalar el escándalo y va a empeorar pues Escobar Guzmán, el Travis, consigna en su queja ante la CNDH una llamada telefónica ocurrida esa mañana del viernes 23 en que textualmente le dicen: “Travis ya déjate de mamadas o te rompemos la madre”. Se ve que el alcalde Theurel es de los que tratan de apagar el fuego con gasolina... Brian Carlos López Mendoza es pieza clave para entender el enjambre de corrupción del alcalde de Coatzacoalcos, Marcos Theurel Cotero. Una de sus empresas, Factores del Istmo, S.A. de C.V. fue fundada el 22 de junio de 2010, en los días en que Theurel se convertía en presidente municipal electo. No fue una coincidencia. Brian Carlos López Mendoza es, junto con José Antonio Parra Cortázar; su hija Jennifer Parra Gutiérrez Zamora; Marco Antonio Anaya Huerta, Gilberto Peña Estudillo y el jefe de prensa municipal, Manuel Velasco de los Santos, las cabezas visibles de la pandilla que acapara obras en el Ayuntamiento de Coatzacoalcos. Factores del Istmo opera con el registro federal de contribuyentes FIS100622-QQ6. Apenas iniciada la administración theurelista, le fue asignado su primer contrato –número ARR-LS-002/11—, el 14 de enero de 2011, por concepto de arrendamiento de motoconformadora para mantenimiento de diversas vialidades. Simultáneamente, arrendó tres motoconformadoras más, tres traxcavos y una pipa, lo que advierte que se trata de una empresa superarmada, cuando su capital social es de apenas un millón de pesos y esos equipos por lo menos tienen un costo de 10 millones de pesos, a precio de segunda mano, adquiridos en Estados Unidos, como le gusta al grupo theurelista para luego hacerlos pasar como nuevos. Brian Carlos López Mendoza, quien antes fue detenido y acusado por el gobierno federal de clonar tapetes ecológicos, en agravio de la empresa que posee la patente, no es sólo el contratista de lujo de Theurel sino que el alcalde lo designó director de Adquisiciones del Ayuntamiento, donde relevó a su hermanastra, Grace Parra Gutiérrez Zamora, también del clan de los contratistas favoritos. Según documentos que forman parte de una investigación extraoficial, Brian Carlos López Mendoza es accionista mayoritario de Factores del Istmo con el 40 por ciento de las acciones; Daniela Martínez Cruz detenta el 30 por ciento, siendo administradora única, y Héctor Ramón Abascal Balderas, el otro 30 por ciento. En Obras Públicas Municipales existe la sospecha de que Factores del Istmo cobró por trabajos no realizados, eso sí con una puntualidad que asombra, incluso sin haber entregado sus números generadores. Su caso tarde o temprano tendrá que ser atendido por el síndico y diez regidores municipales, que suscribieron el acuerdo para solicitarle al Congreso de Veracruz la aprobación del programa de obras 2011, que ascendió a 140 millones 347 mil 520.09 pesos y que, por lo que el mismo Theurel ha evidenciado, se lo han robado. Hay más...
Buena ni para lo elemental de la política, Rocío Nahle García colmó la paciencia del círculo cercano a Andrés Manuel López Obrador, ese que la alaba de labios hacia afuera y no la tolera en sus adentros. Llegó Javier Núñez López, coordinador estatal del Movimiento de Regeneración Nacional, a Coatzacoalcos, a mediados de la semana anterior, y entró en contacto con tribus a las que doña Rocío desdeñó y maltrató. Acordaron crear una estructura paralela que garantice promoción del voto para López Obrador y estructura electoral. Irán por la vía del Partido del Trabajo para no herir la piel sensible de los perredistas que impulsaron a la candidata incómoda a la diputación federal. Rocío Nahle hizo lo que de ella se esperaba: complicar la campaña y carecer de cuadros que ayuden al Peje a obtener votos, que generaron una alerta máxima dentro, y focos rojos dentro y fuera del PRD. Javier Núñez vino acompañado de Alejandro Peña y se reunieron con José Valadés, David Hernández, Juan Hernández, líderes del Grupo Sesión, así como con otras tribus perredistas. Es lo que se veía venir...