* El candidato de lasdespensas * Los pataleos del AMLO * Josefina, sumisa * Theurel lloró * El Peje masacró a Peñita en Coatza * Reynaldo Escobar: humillante derrota * Javier Duarte pulverizó la tercera reservaelectoral * EPN “superó” a Josefina por820 votos en Veracruz * Rocío Nahle ylos Robles, derrotados
Moralmentecuestionado, Enrique Peña Nieto ganó la elección presidencial trepado en lamaquinaria priísta, compradora de votos y de conciencias, en el aparatomediático y en el uso de miles de millones de pesos de procedencia ilegal. Sutriunfo, pues, es un triunfo siniestro y, por supuesto, sucio.
Al margende las cifras —3 millones de votos sobre el izquierdista Andrés Manuel López Obrador—,su victoria es la reedición de las viejas y nocivas prácticas fraudulentas paraconquistar el poder, única visión, único concepto del PRI para imponerse en lasurnas.
Peñita llegóa la elección del 1 de julio sin la aureola que se construyó desde sus tiemposen el gobierno del Estado de México. De aquel nivel de aceptación del 52 porciento, se desplomó al 38 por ciento de la votación nacional, y si la campañahubiera durado un mes más, no la habría contado.
Frágil,producto de los medios de comunicación, hijo postizo de Televisa, el señor Peñitafue un candidato mediocre, inculto, mentiroso, incumplido, infiel, cómplice dela corrupción y encubridor de corruptos, profundamente vacío, falto de ideas,sin paradigma de país y, por supuesto, rehén de una mafia jefaturada por losemisarios del Viejo PRI, los Salinas, los Montiel, los Del Mazo.
No es,como se ve, un político sólido, ni un dechado de virtudes.
Sutriunfo se explica en la operación política al estilo priísta, comprandoconciencias a cambio de una despensa, una gorra y una playera, una beca, unalámina, dos sacos de cemento, una camionada de arena, un desayuno y un billeteel día de la elección.
Ganó laconjunción inicua del pobre que nada tiene y el priísta que lanza una migaja,operado así el voto para el candidato Peña Nieto, producto de la dignidadvendida a cambio de lo-que-sea-su-voluntad.
Quizá lamitad de sus votos sean genuinos, tomados de un sector del electorado que lecreyó sus historias y se tragó sus promesas. El resto, los que le aseguraron laPresidencia de México, son producto de la operación de gobernadores, alcaldes,caciques sindicales, empresarios, dirigentes de colonias, caudillos serranos,generosos para comprar al elector o forzar el sentido de su voto, todos unidospara violar la ley.
Unavisión simplista del resultado de la elección presidencial, ha llevado aexpresar que Peña Nieto ganó porque tuvo más votos. No es así. Los votos delPRI provienen de prácticas viciadas, de canje de despensas y otras prebendas, ode la coacción, la presión de los grupos de poder. Son votos sucios, votos sincalidad. Son votos fraudulentos.
Peñita esproducto del derroche en los medios de comunicación que hicieron de su proyectouna telenovela. En él se invirtió un mundo de dinero y se pagó, también, pordesarrollar una campaña de prensa contra sus adversarios, usado el erario parael ataque artero y el agravio desde las sombras.
Tuvo a sudisposición recursos vastos, ilegales, pues el pago a sus tuiteros, lapropaganda en la via pública y la publicidad facturada o encubierta, se estimóen miles de millones de pesos, que si no se ajustaron a los mecanismosfiscalizables por el IFE, son de procedencia ilícita.
PeñaNieto —el señor Peña— es un bulto sin sustancia interna. Sacado del guión,carece de ideas, incapaz de expresar conceptos o negado a la sensatez.Recordemos cómo se ensartó con el caso Atenco, aquella represión policíaca dela que se asumió responsable. Aún así, será Presidente de México.
Derrumbarla elección es imposible. Los argumentos del señor López Obrador, el candidatode la izquierda, carecen de contundencia y adolecen de un detalle clave: no soncausa de anulación.
Sobrepasarlos topes financieros fijados por Instituto Federal Electoral, de ser probados,ameritaría sanción para el partido político, pero no anularía la elección.
En la víajurídica, López Obrador tiene que poco que hacer, pero saltarse esa instancialo llevaría a la ilegalidad. Quiere el recuento total de votos, que no sejustifican en término del Código Federal de Instituciones y ProcedimientosElectorales.
Ese seráel pretexto para que en breve comience el conflicto poselectoral.
Fuera deese pataleo, y el pronunciamiento del Movimiento #YoSoy132, que desconoció eltriunfo de Peña Nieto, nadie más replica. Josefina Vázquez Mota, ex candidatadel Partido Acción Nacional, más tardó en concluir la votación, que enreconocer la victoria del PRI. Y en un pestañeo se pronunció por cuestionar lasupuesta esencia demócrata de López Obrador.
¿Habrá olvidado doña Chepis cuandoarengaba a salir a las calles a pronunciarse contra Peñita?
Como sea,el triunfo de Peña Nieto, irreversible o no, es un triunfo sucio, manchado.
Archivo muerto
De buenafuente, testigo de calidad, se cuenta un episodio digno de lástima: la nochedel domingo 1, conocida la estrepitosa derrota del priísta Enrique Peña Nietoen la elección presidencial, en el distrito de Coatzacoalcos, Marco CésarTheurel Cotero reunió a los suyos, su esposa Guadalupita Félix Porras entreellos, en el edificio de Tesorería Municipal. Ahí, compungido, abatido,políticamente pulverizado, el alcalde de Coatzacoalcos lloró la derrota. Húmedoel rostro, lagrimeaba Marcos Theurel por las malas cuentas: 81 mil 594 votospara el perredista Andrés Manuel López Obrador contra 52 mil 187 sufragios, el cuartopeor registro de EPN en Veracruz, una masacre para Peña Nieto. Por eso laslágrimas, sabedor Theurel que no habrá 2013, que no tiene ya con qué pedir laalcaldía o la sindicatura para su esposa, ni la diputación local para sí mismo.Llora por su futuro, no el político porque ese ya no existe, sino por lascuentas que habrá de enfrentar; por las denuncias que vienen por agraviar yamenazar ciudadanos; por traficar contratos para sus prestanombres, pagar porobras no realizadas y por su complicidad en delitos —los 4 millones robados porel ex secretario de Obras Públicas, Adrián Pérez Martínez, según revelaraTheurel Cotero— que dejó impune. Ahí, en Tesorería, se le vio llorar, en unaestampa inolvidable, para la posteridad, la foto del recuerdo…
Humillantederrota para el ex procurador de Justicia de Veracruz, Reynaldo Escobar Pérez.Perdió la diputación federal por Xalapa y confirmó que el PRI se equivocó alpostularlo. Villanazo favorito, Reynaldo ofendió a la sociedad xalapeña cuando ninguneóla desaparición de Gaby Benítez, una jovencita que luego apareciera muerta;cuando justificó la tortura y asesinato de la periodista del diario Notiver,Yolanda Ordaz de la Cruz, atribuyéndole vínculos con el crimen organizado, ycuando criminalizó a las 35 víctimas que aparecieron en Boca del Río, en lavíspera de la cumbre de presidentes de tribunales superiores de justicia yprocuradores. Linchado por la sociedad xalapeña, el priísta Reynaldo Escobar nosólo perdió la diputación ante el candidato del PRD, Uriel Flores Aguayo, sinoque fue rebasado por la panista Rosa Hilda Llamas, originaria de Poza Rica, sinresidencia en la capital veracruzana. Sumido en el tercer sitio, ReynaldoEscobar ve canceladas sus intenciones volver a ser alcalde de Xalapa. Bienmerecido que se lo tiene el PRI y los ilusos que auspiciaron este “regresopeligroso”, como lo catalogó la revista Proceso…
Impactados, se preguntan en elcentro de mando de Enrique Peña Nieto ¿dónde quedaron los 2 millones de votosque ofreció Javier Duarte de Ochoa a favor del candidato presidencial del PRI?Veracruz —el priísmo veracruzano— le aportó a EPN solo un millón 180 mil 147votos, contra un millón 179 mil 327 votos de Josefina Vázquez Mota. Le asombraal equipo peñista –Videgaray, Osorio Chong, Arturo Montiel, iriarte, Sámano,Miranda— que Javier Duarte haya sido tan torpe, tan incapaz, tan bisoño, faltode operatividad para haber “vencido” a doña Josefina por sólo 820 votos, y aúnfalta ver cuántas casillas invalida la impugnación panista. La tercera reservaelectoral del PRI, convertida en el hazmerreír del priísmo. Misión cumplida,don Javier. Era lo que se esperaba de usted… Vapuleada, su vida política sinrumbo, Norma Rocío Nahle García sufrió estruendosa derrota en la elección paradiputada federal. Aún colgada del Efecto López Obrador, no pudo la perredistaalcanzar una victoria que sonaba clara en un distrito, el de Coatzacoalcos, convocación antipriísta. Se quedó a 7 mil votos de Joaquín Caballero Rosiñol, delPRI, a quien el secretario de Desarrollo Social, Marcelo Montiel Montiel, leoperó la campaña y lo hizo ganar. Rocío Nahle, su derrota, es el resultado delmenosprecio que le tiene a las tribus del PRD; el sospechosismo en que vive;las ganas de jugar sin hacer equipo; los acuerdos en lo oscurito con el alcaldepriísta Marco César Theurel Cotero, a espaldas de los perredistas, y unaestructura electoral ficticia, como se demuestra en las actas de escrutiniodonde no aparecen las firmas de los representantes del PRD-PT-MovimientoCiudadano. Habiendo logrado AMLO más de 87 mil votos en la elecciónpresidencial, ¿cómo fue que Rocío Nahle se quedó en 65 mil sufragios, segúncifras del PREP? Es, de paso, el enésimo fracaso del Clan de la Succión, elgrupo político-periodístico de José Pablo Robles Martínez y la ex diputadaperredista —traidora del PRD en 2009— Roselia Barajas Olea, su esposa. Suahijada, Norma Rocío Nahle García fue derrotada en toda la línea en la elecciónpor la diputación federal por Coatzacoalcos, muy a pesar de la desbocada campañamediática para la pupila zacatecana. Diario del Istmo vuelve a demostrar quepolíticamente sirve para una pura y celestial fregada…
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