Por extraño que parezca, los panistas de Veracruz han dramatizado en exceso su derrota en la elección federal; se agravian y descalifican; se culpan quizá más allá de lo razonable y encuentran en las responsabilidades ajenas una vía para escalar la pirámide de poder azul.
Si se atienen a las cifras, la elección del 5 de julio no fue una debacle. Ascendieron en su votación con respecto a la obtenida en el año 2007. Crecieron en adeptos, proyectaron figuras que en el mañana inmediato podrían ser los candidatos naturales a alcaldías y diputaciones locales. Sumaron donde hace dos años prácticamente no existían.
Si bien el PRI obtuvo 18 diputaciones federales, lo cierto es que el PAN alcanzó posicionamientos inesperados. No logró los siete u ocho distritos que advertía en sus pronósticos. Distrito por distrito, a excepción de Coatzacoalcos, el PRI operó con mayor efectividad. Y hubo derrotas por escasos votos, por menos de mil sufragios.
Así pues, la derrota no es tan dramática. Obtener 900 mil votos, incrementando sensiblemente su cuota de 2007, perfila a un partido que va por el gobierno de Veracruz. Así lo auguró el alcalde de Boca del Río, Miguel Angel Yunes Márquez, aún cuando en su distrito careció de la sagacidad para forjar la victoria panista, en cuya fórmula aparecía su hermano Fernando.
La resaca de la derrota ha creado, como era de esperarse, un escenario de enconos. A gritos, los panistas identificados con el diputado federal Gerardo Buganza Salmerón, el senador Juan Bueno Torio y el funcionario de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Julen Rementería del Puerto, han pedido la cabeza de su líder estatal, Enrique Cambranis; de su coordinador en la Legislatura veracruzana, Alejandro Vázquez Cuevas, y del director del ISSSTE, Miguel Angel Yunes Linares.
No existe hasta el momento argumento que sustente la exigencia de que Cambranis y compañía deban dejar la dirigencia del PAN. Sin embargo, los panistas son tan asiduos a practicar el canibalismo como sus contrapartes del PRI, del PRD y de cualquier otro partido. No hayan culpas reales, pero construyen un circo romano en que la sangre ha de cubrir la arena de los odios y resentimientos.
Saben que la caída del grupo yunista despeja el camino a Buganza, Bueno y Rementería. De ahí el encono y la embestida azul. Sin Miguel Angel Yunes Linares en el frente electoral, quizá pierda el PAN, pero ganan sus rivales de partido.
Es ese, en el fondo y en el trasfondo, el motor que mueve y atiza la riña entre el panismo veracruzano.
Archivo muerto
Se consumó la caída del Clan Guízar en la Oficina de Hacienda del Estado de Coatzacoalcos. Yara Longoria Santos, como aquí se apuntó ayer, asumió la jefatura de esa dependencia y con ello asegura su continuidad en el escenario público y en el ámbito priísta con miras a la elección veracruzana del año 2010. Gonzalo Guízar Valladares, diputado local y jefe del Grupo Guízar o Fuerza G, pierde un reducto de altísimo nivel por lo que la Oficina de Hacienda del Estado en Coatzacoalcos representa en el contexto financiero del gobierno de Veracruz. Yara a la alza y los Guízar a la baja… Como dicen los abogados, a confesión de parte, relevo de pruebas. Y es que cuando encabezó la invasión al predio Santa Eugenia, a la altura del kilómetro 12 de la Carretera Antigua a Minatitlán, el líder regional de Antorcha Campesina, Pergentino Cortez, señaló que luego de una reunión en la Subsecretaría de Gobierno de Veracruz les dieron el visto bueno para asentarse en los terrenos de Oscar de la Cruz, donde habría de desarrollarse el proyecto habitacional Punta Diamante. La versión está consignada en un video que difunde la agencia Imagen del Golfo, cuya transcripción aparece en el juicio de amparo tramitado por el constructor Oscar de la Cruz, representante de la empresa Vivienda Industrializada, S.A. de C.V. Lo que dicen Pergentino Cortez y sus esbirros pone al gobierno de Veracruz en un predicamento. Lo menos que se piensa es que es auspiciador de invasiones, que a fin de cuentas son un atentado al régimen de propiedad privada y al estado de derecho… Mientras la alcaldesa de Minatitlán, Guadalupe Porras David, continúa con su derroche publicitario para proyectar su imagen pública, los problemas no cesan en aquel municipio. Ahora se cuarteó el malecón del río en un tramo de 150 metros, lo que augura que en cuanto se generalicen las lluvias y crezca el nivel del Coatzacoalcos, el muro será barrido y gran parte de Minatitlán sufrirá los efectos de las inundaciones. Doña Lupe no tiene remedio. En cuanto regresó a la presidencia municipal comenzó a cobrar cuentas pendientes; se bronqueó con el ex alcalde sustituto, Ignacio Trujillo Cortázar, a quien acusó de haber desaparecido los recursos de la bursatilización. Trujillo le dijo que se lo demuestre. Trae bronca con el cabildo, con parte de los empleados de confianza y otra vez será puesta a prueba por los campesinos de la zona rural, que no acaban de digerir cómo la alcaldesa los usó para enfrentarlos con el gobierno federal; los forzó a radicalizarse y a bloquear la autopista Nueva Teapa-Cosoleacaque; luego, cuando habían sido apaleados por la policía, se convirtió en la Madre Teresa de Calcuta; lloró con ellos y les pagó sus fianzas, con dinero del Ayuntamiento. Nunca hizo nada para que el gobierno federal se desistiera de los cargos, razón por la cual varios de ellos exigen acciones judiciales claras y no que sus expedientes queden en calidad de “reservados”. A estas alturas, Lupe Porras ya no engaña a nadie…
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