* Theurel: ¿la Noche del Grito o la Noche Triste? * Ningunea al representante del gobernador * 21 millones para “embellecer” la avenida Universidad * Detrás del contrato, un junior * Deja la cárcel, sin delito alguno, “El Potro” * Versión extraoficial: revocan título de concesión a API-NAN
Marco Antonio Aguilar Yunes pudo ser procurador pero el miedo no lo dejó. No le gustan los muertos violentos ni echarle el guante a los malosos. Le gustan otros muertos, los que mueren por accidente, por negligencia o por un infortunio de la vida.
Su mente policíaca sólo le da para anidar entre la burocracia ministerial, en el confort de una oficina elegante, el café que sirve de aditivo, el trato amable de una guapa edecán, y los temas de trámite, los que no manchan ni inquietan.
Aguilar Yunes transitó por agencias del Ministerio Público y cuatro veces fue subprocurador, dos veces en Veracruz, Xalapa y su natal Córdoba, pero a la hora grande, cuando el duartismo llegó al poder, se quebró. Le provocan pavor Los Zetas y el Cártel del Golfo, y el Chapo, y los Templarios, y todos los que se disputan el territorio veracruzano.
No fue procurador pero sí el secretario de Trabajo, algo más cómodo, en el gobierno de Javier Duarte de Ochoa, su amigo, cargo donde vive días de vergüenza, atrapado en un discurso infame, maquillando cifras, simulando avances y desoyendo a los de abajo.
Obsesivo con su imagen política —la personal está dada al traste—, no hay día que el maestro Aguilar Yunes no lance una declaración espectacular: expresa, por ejemplo, su preocupación por el trabajo infantil en el campo, que impide a los niños estudiar; o la exención de impuesto sobre nómina a empresarios que contraten adultos mayores y estudiantes; o que Veracruz va a la vanguardia en generación de empleo, aunque el IMSS lo desmienta.
Más allá de la palabrería, la Secretaría del Trabajo le ha servido para ir construyendo un proyecto personal y de grupo: la candidatura a la alcaldía de Córdoba, que le roba tiempo e ímpetu. Desde esa plataforma se pavonea, usa sus recursos, el aparato publicitario y la proyección, sin otro merecimiento que saberse amigo del gobernador.
Ser alcalde es una obsesión y, más que eso, una ambición. Pero en el camino del maestro Aguilar Yunes hay piedras que no debió ignorar: las de los muertos pendientes.
Un caso, el del accidente en la empresa Tenerías Company, S.A. de C.V., dedicada al procesamiento y exportación de pieles. Asentada en Ixtaczoquitlán, conurbada con Orizaba, el 12 de julio pasado fue escenario de un hecho macabro: seis de sus empleados murieron al realizar trabajos de mantenimiento en un depósito de ácido sulfhídrico. No portaban equipo de seguridad y el desenlace fue fatal.
Hasta Ixtac llegó el secretario de Gobierno, Gerardo Buganza Salmerón, y con él, Aguilar Yunes, como adorno. Anunciaron la clausura de Tenerías hasta culminar la investigación y por advertir irregularidades en su infraestructura, que debieron detectar y sancionar los inspectores de la Secretaría del Trabajo, pero no lo hicieron o la solaparon. También ofrecieron estar al pendiente del pago de indemnizaciones a los deudos.
Pieza de escándalo, el accidente de Tenerías debió evitarse si las normas de seguridad se hubieran cumplido a tiempo. Seis muertos manchan el expediente de Marco Antonio Aguilar Yunes.
Uno más fue el del remolcador que se hundió —septiembre 14— durante las maniobras de inmersión del segundo elemento del túnel sumergido bajo el río Coatzacoalcos. Dos marinos perdieron la vida y a partir de ahí se conoció una historia de atropello laboral, violaciones a la ley, incumplimiento de normas de trabajo y, sobre todo, de seguridad.
Hace dos semanas ocurrió el accidente y en la agenda del secretario de Trabajo de Veracruz no hay un renglón que lo mueva a constatar, de cuerpo presente, cómo marcha la investigación y qué responsabilidad tiene la empresa Concesionaria del Túnel Coatzacoalcos y la contratista que suministró el servicio de remolcadores. Ha de ser porque entre los propietarios figuran familiares del secretario de Desarrollo Económico del gobierno veracruzano, Erick Porres Blesa, otro favorito inútil del clan duartista.
Son claras las prioridades del maestro Aguilar Yunes: primero es la candidatura a la alcaldía de Córdoba y después que se caiga el mundo. Así conduce a la Secretaría de Trabajo, usando su aparataje, sus recursos, sus reflectores, pero sin resultados.
Se promueve en medios, en columnas políticas, en notas informativas. Usa foros de consulta, posa junto al gobernador, se codea con la secretaria de Trabajo federal. Insta a ser elogiado, sacralizado por una labor mediocre, de quinto patio. Todo se vale para asaltar la alcaldía de Córdoba.
Mientras, sus muertos pendientes aguardan que la justicia llegue.
Archivo muerto
No sólo le hicieron el vacío sus ediles. La noche del Grito de Independencia, Marcos Theurel hizo otra rabieta marca Theurel: desdeñar a su antiguo mentor, ahora rival político, Marcelo Montiel Montiel. Ahí lo tuvo una hora, entre los invitados, como si fuera una maceta más en el corredor, sin un solo rasgo de cortesía. Enchilado, como siempre —ora sí, “Te rompo tu puta madre”—, el alcalde Theurel se cobraba la afrenta, que no se la hizo el secretario de Desarrollo Social, Marcelo Montiel, al asistir al evento, sino el gobernador Javier Duarte, al enviar como representante al peor enemigo del alcalde de Coatzacoalcos. Apenas le dirigió la palabra, dibujado en el rostro el enfado, los ojos caídos, la quijada trabada. De rencores mayores, Theurel y Marcelo se regatean la plaza política y se culpan mutuamente de haber zancadilleado al ex candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, cuya desastrosa votación en el distrito de Coatzacoalcos si acaso le alcanzó para dar algo de lástima. A Theurel le tocaba protagonizar la Noche del Grito, pero aquello fue, sin exagerar, la Noche Triste, sin ediles y llevando como representante del gobernador a su odiado maestro, Marcelo Montiel. No hubo quien le dijera a Theurel que el certamen de groserías no fueron para Montiel sino para quien lo envió como representante, el gobernador Javier Duarte…
Quien opera el contrato es el junior, no el padre, porque ni puede ni debe, y menos cuando se es funcionario municipal. Son 21 millones de pesos bajo la etiqueta de embellecimiento de la ciudad y que en lenguaje llano es la colocación de palmeras en el camellón de la avenida Universidad, en la zona comercial de Coatzacoalcos, y la sustitución del alumbrado que de por sí es deficiente. De mediano perfil, nada pública su imagen, el joven junior es la mejor máscara de su padre, el centinela de Theurel, cuya encomienda es —mejor dicho, debiera ser— la de cuidar que las cuentas cuadren, que ningún funcionario haga trinquetes y que el Órgano de Fiscalización Superior del Estado de Veracruz no enchinche al alcalde Marcos Theurel, así tenga evidencia de su pestilente gestión. 21 millones de pesos por unas cuantas palmeras es un derroche y un negocio único en el pre-año de Hidalgo, una muestra de la corrupción en la que incurren quienes, se supone, tienen que evitar la corrupción. 21 millones que se hubieran aplicado en rehabilitar el asfalto de la avenida Universidad, que está hecho un asco…
Libre, finalmente, y sin cargo alguno, abandonó el penal de Pacho Viejo el líder del movimiento de resistencia contra las tarifas eléctricas en Veracruz, denominado “La Leyenda de Chucho el Roto vive”, Francisco Fernández Morales, “El Potro”. Logró un tercer amparo federal que lo declaró inocente de las denuncias interpuestas por el gobierno federal, tras una serie de actos de protesta en la zona de Cardel; su negativa a pagar los excesivos cobros que realiza la Comisión Federal de Electricidad, y el rechazo a admitir cortes de suministro por parte de personal de CFE. “El Potro” había sido condenado a 20 años de prisión y luego a reparar daños por 18 mil pesos, a lo que se negó. Alcanzó el beneficio de dos amparos federales y cuando se le sugirió que admitiera parte de su culpa y peleara su reivindicación ya en libertad por una tercera causa penal, se negó. “El Potro”, quien además de ser un líder social fue diputado local panista, dijo que era inocente y que prefería permanecer en Pacho Viejo el tiempo que fuera pero no aceptar un cargo de culpabilidad. El sábado 22 quedó libre, totalmente exonerado, su expediente judicial limpio, y ahora se espera que la CFE repare el daño moral causado…
Versión de que el título de concesión de la Administración Portuaria Integral de Nanchital (API-NAN) se perdió. Por incumplir los términos en que fue otorgada por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, por falta de resultados y transgresiones al clausulado del documento, se le revocó la concesión otorgada el 13 de marzo de 2008. Entró en fase crítica cuando cayó en manos del alcalde de Nanchital, Alfredo Yuen Jiménez. Estuvo sujeta a un largo litigio y finalmente se perdió el título de concesión. Sólo falta que se oficialice. Tiene manos de fierro el alcalde Yuen: lo que no truena, le revienta…
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