* Aplacan a regidores priístas de Coatza * Theurel reconoce que fue rebasado * Vuelven a ser cómplices * Alianza PAN-PRD arrasaría al PRI * El diputado, la esposa y el sancho * El coronel Gallegos, sentenciado * 400 mil por un despido
Batidos en el mismo lodo, terminaron los ediles priístas su telenovela de pasión, rencor, chantajes, descalificaciones y hasta deshonor, que puso bajo los reflectores cuán profunda es la podredumbre que agobia al Ayuntamiento de Coatzacoalcos.
Tres de ellos —Federico Lagunes Peña, alias Pulgoso; María del Carmen Kuasicha Hipólito y Víctor Pulido Aguilar— tuvieron sus cinco minutos de rebeldía, patalearon, secundaron a la fracción panista que documentó un cúmulo de irregularidades financieras y el saqueo, retaron a su alcalde, Marco César Theurel Cotero, para finalmente retornar al redil.
Solapadores de Theurel —don “Te rompo tu puta madre”— desde el arranque del trienio, cuando le firmaban cuentas públicas, estados financieros, programas de obra y el derroche publicitario, los tres priístas quisieron apretarle las tuercas en los últimos meses del 2012, sabedores que su voto en el cabildo, sumados a los ya radicales panistas y el del regidor del Partido de la Revolución Democrática, Ricardo López Carrera, eran clave para arrebatarle la mayoría al alcalde.
Dicho sea con verdad, ni Pulgoso Lagunes ni la profesora Kuasicha, ni el mismo Víctor Pulido, un vendelotes inventado políticamente por Edel Alvarez Peña, el hoy magistrado Cara de Muela, en sus días de alcalde, son dechados de virtudes ni andan buscando que la honestidad sea divisa en el Ayuntamiento de Coatzacoalcos. Su pleito fue por prebendas, en el caso del regidor Pulgoso, y por agravios personales a los otros dos.
Tiempo atrás, la bancada rebelde la integraban sólo cuatro regidores del PAN: Edgar Brito Molina, Eliseo Flores Gómez, Claudia Pérez de la Cruz y Alfredo Phínder Villalón. Sus otros dos compañeros panistas, Rafael García Carrillo y María de los Ángeles Lara de León, le aprobaban todo al alcalde Theurel, al igual que el perredista López Carrillo.
Gozaba Theurel de ese mayoriteo. Sabíase dueño de once votos de los quince integrantes del cabildo. Lleno de soberbia, golpeaba a sus adversarios y pronto comenzó a arremeter contra los regidores del PRI.
A cada llamado de la regidora Kuasicha para dar cumplimiento a las promesas de campaña para rehabilitar escuelas, Theurel lanzaba improperios y hasta mentadas de madre que sacudían la paciencia de la coordinadora política del sindicato magisterial en la zona sur, estrechamente vinculada con el cacique estatal, Juan Nicolás Callejas Arroyo.
Para Víctor Pulido tuvo otro escenario. Le provocó un conflicto con vendedores ambulantes; atizó denuncias penales que incluyeron a sus hijos, y así le retiró la comisión de Comercio. No conforme, le desató una andanada mediática de la que aún no se repone.
Con Federico Lagunes el lío es por canonjías. Pulgoso fue su favorito y, más que eso, el regidor chambasucia, designado para torpedear a los ediles que cuestionaran los caprichos y las corruptelas de Theurel. Su paga fue una decena de “aviadores” en la nómina municipal, a los que le rasuraba la mitad del salario; vaucher sin límite en restaurantes, pero sobre todo en cantinas, en las que es cliente frecuente; coyotaje de convenios de publicidad con medios de comunicación, y cuanta triquiñuela menor le pasara por la mente.
Soberbio, majadero, no supo Theurel —“Te rompo tu puta madre”— cuándo perdió el control del cabildo. Le dieron la espalda los dos regidores panistas que traía en el bolsillo; el perredista que lo ayudó a retirarle comisiones a los panistas rebeldes, y los tres votos priístas. Cuando se vio al espejo, sólo sumaba cinco de los quince votos.
Noviembre fue para Theurel un mes negro. Pretendió que le fueran aprobados a ciegas los estados financieros de septiembre y octubre; obras que no aparecían en el programa original autorizado por el cabildo y que supuestamente pagó en su totalidad, ilegalmente; una ampliación de presupuesto que reveló que para el 30 de noviembre ya había gastado 85 millones de pesos más de lo que el Congreso de Veracruz le asignó a Coatzacoalcos y proyectaba que el sobregiro llegaría a 204 millones al 31 de diciembre.
Decía Marcos Theurel que ese dinero ya se había ejercido y que tenían que aprobarle su fechoría. En diciembre, luego de evadir las sesiones de cabildo, pretendió forzar los tiempos y entregar información parcial a los regidores para que le validaran los estados financieros de septiembre, octubre y noviembre. Le dijeron que sí, pero cuando vieran a detalle los estados analíticos, pagos a proveedores, a contratistas y a prestadores de servicios. Obviamente, no lo haría, a riesgo de que brotara pus.
Una primera señal del lío en se había metido, fue el informe de gobierno. Careció de validez pues para realizarlo, según la Ley Orgánica del Municipio Libre, debió efectuarse en una sesión solemne de cabildo. Ese día, 15 de diciembre, no hubo quórum legal, pues nueve de los ediles se hallaban en Xalapa, en la sede del Congreso, en el Órgano de Fiscalización Superior y en el gobierno de Veracruz, aportando pruebas de las irregularidades cometidas por el alcalde de Coatzacoalcos, un auténtico cochinero.
Theurel ha sido una nulidad en el ámbito político. No negocia sino que mienta madres; no dialoga, insulta; no cede, impone. Su debacle, pues, la fue gestando a fuerza de tensar la cuerda y suponer que los regidores rebeldes habrían de ceder.
Los acusó de intentar chantajearlo con un bono de 700 mil pesos. En respuesta, los regidores panistas integran ya una denuncia por daño moral. A Pulgoso Lagunes le sacó sus trapos, la vida loca que lo engalana, hijos regados y mujeres burladas. “No tiene calidad moral”, dijo Theurel. ¿Acaso Marcos sí?
Dos secretarias lo acusaron públicamente por rasurarles el salario de 20 mil pesos, primero a la mitad, según habían convenido, pero luego les redujo la paga; usar las oficinas municipales para sostener relaciones sexuales con prostitutas, y dedicar los equipos de cómputo para su página electrónica.
A semejante cátedra de moral sólo le faltaba el aderezo: Pulgoso Lagunes supuestamente violó a una menor edad, hija de un integrante de la organización UGOCEM.
Theurel no sólo invadió la vida privada del regidor Pulgoso Lagunes —y, desde luego, vulneró la suya— sino que deslizó la sospecha de que el regidor fidelista es drogadicto. “No se hizo el antidoping y llegó dos días después con un frasquito”, dijo a su pull de prensa.
Tácitamente ahorcado, el viernes 11 encontró una salida al conflicto. El gobernador Javier Duarte de Ochoa alineó a los regidores priístas en rebeldía. Theurel admitió que la crisis en el cabildo lo había rebasado y que Duarte, que no sabe un comino de política, lo salvó.
De Xalapa regresaron Federico Lagunes, Carmen Kuasicha y Víctor Pulido apaleados, integrados a la fracción priísta, sumisos y dispuestos a gozar de las migajas del poder, lo que Theurel esté dispuesto a arrojarles, tengan o no tengan calidad moral.
Seguro, ya reconciliado con su alcalde, querrá Pulgoso Lagunes que Marcos Theurel vuelva a sugerir públicamente que es drogadicto.
Gustosa, ha de esperar la regidora Carmen Kuasicha que el lépero presidente municipal le vuelva a mentar la madre como ya se lo hizo frente a los regidores en pleno.
Habrá de regodearse Víctor Pulido Aguilar con la acusación penal que auspició Marcos Theurel contra él y sus hijos por el conflicto con vendedores ambulantes.
De eso están hechos los priístas, que entienden la disciplina como esencia de la complicidad.
Quisieron ser rebeldes por un día… hasta que los apalearon.
Archivo muerto
No suenan en balde las alarmas del PRI. Veracruz, gracias a la errática conducción política de Javier Duarte de Ochoa, su gobierno de fantasía y sus continuos traspiés, será el escenario de la debacle electoral. Se le teme a una alianza entre PAN y PRD, y al impacto que tendrá en la lucha por el Congreso y las 212 alcaldías. Una encuesta independiente da a la oposición 180 presidencias municipales y mayoría absoluta en la Legislatura veracruzana. Incluso no habiendo alianza, Acción Nacional ganaría 100 alcaldías y el perredismo se quedaría con 68. En ambos casos, al PRI le dejarían entre 40 y 50 municipios. Alcaldes como Marcos Theurel en Coatzacoalcos; Carolina Gudiño, en Veracruz; Salvador Manzur Díaz, en Boca del Río; Alfredo Gándara Villanueva, en Poza Rica; Elizabeth Morales García, en Xalapa; Leopoldo Torres, en Minatitlán; Francisco Portilla Bonilla, en Córdoba, entre otros, con su mal gobierno, sus raterías, sus atropellos a la ciudadanía, su incapacidad política, el descontrol de sus cabildos, sus cotidianos escándalos, abonan la parcela para un mega descalabro para el PRI. A menos claro, que panistas y perredistas terminen designando candidatos para perder… Llegó al hogar. Halló silencio. Caminó entre la oscuridad cómplice y sólo vio una luz tenue en la alcoba matrimonial. Llegaba de un viaje aéreo, procedente de la Ciudad de México, sin un aviso, sin un mensaje de alerta. Envuelto en la sospecha, deslizó la puerta y vio ahí, en el lecho conyugal, a su amada, o mejor dicho, a la que hasta entonces fue su amada. Yacía en lo brazos de otro, gozosa y fogosa, en el disfrute que él no le solía dar. Arremetió contra ambos, los tundió con rabia y juró que de él nadie, menos la infiel y el sancho, se habrían de burlar. Hace un mes de ello y nada se sabe que haya emprendido contra el sujeto que lo suplantó en la cama, por cierto, el albañil de ese hogar, del que se prendió tan finísima señora. Una pista: el agraviado es diputado federal y es de Veracruz…
Rinde frutos la necedad del coronel Carlos Gallegos Curiel: pagará casi 400 mil pesos al ex policía Daniel León León por despido injustificado. Así lo determinó el Tribunal de lo Contencioso Administrativo, al no acreditar la Policía Intermunicipal Coatza-Mina-Cosolea-Nanchital, elementos para separarlo del cargo. Obvio, la indemnización irá con cargo al presupuesto de la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz, pero el daño patrimonial, por procedimiento, lo debe resarcir el coordinador de la Intermunicipal, el infausto Carlos Gallegos. Diría el filósofo de Ciudad Juárez, pero qué nece(si)dad, coronel…
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