* Caso Florence Cassez acabó con la Suprema Corte * Las manos sucias de Vicente Benítez * Del escándalo de los 25 millones a subsecretario * Los secretarios de Theurel * Unos bien pagados; otros mal pagados
Hoy senador, ayer candidato en desgracia, José Francisco Yunes Zorrilla, alias Pepe Yunes, es un político de altibajos, carisma cosmético y acciones imprudentes que lo han llevado a secundar en sus locas aventuras al alcalde de Coatzacoalcos, priísta también, Marco César Theurel Cotero.
Su nombre figura en un reporte del gobierno de Veracruz, que da cuenta de los amarres entre el senador peroteño y el edil desde los días de campaña, un financiamiento subrepticio de por lo menos 10 millones de pesos para comprar a la oposición el día de la elección federal de 2012 y dos o tres enjuagues que permitieron llevar al Senado al carismático Pepe Yunes.
Esos detalles son sólo el preámbulo del tema medular del reporte: la intervención de Yunes Zorrilla en la telenovela de odio entre los grupos priístas de Coatzacoalcos por la candidatura del PRI a la alcaldía, por supuesto al lado de Theurel, don “Te rompo tu puta madre”, con quien hasta ese momento venía haciendo mancuerna. O sea, era su pareja… política.
Theurel llegó a la ciudad de México el lunes 21. Andaba como alma que lleva el diablo, informado ya que su esposa, Guadalupe Félix Porras, alias Lu-pilla, no sería candidata ni al puesto de conserje en el Ayuntamiento de Coatzacoalcos. Su enchilamiento fue mayor al sentirse embarcado en el desayuno de la unidad priista, convocado por el gobernador Javier Duarte de Ochoa, un día antes, en el Centro de Convenciones, donde los priístas fingieron amor y cariño y prometieron no darse de patadas en la próxima elección, cuyas proyecciones advierten una sonora derrota, pérdida del Congreso estatal y de las principales presidencias municipales.
Así, lanzando humo por los oídos, llegó Marcos Theurel al DF. Buscó al secretario de Hacienda, Luis Videgaray y al ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, su padrinazo, y como nadie lo peló, fue a tocar la puerta del Senado. Ahí encontró a Pepe Yunes y entonces, sutilmente, le hizo ver que los millones aportados a su campaña nunca fueron gesto generoso sino una calculada inversión. Le pidió abrir un ostión mayor: Luis Videgaray.
Yunes Zorrilla accedió, dice el reporte que consigna múltiples detalles. Tomó el teléfono, llamó e hizo lo que pudo. Videgaray, sin embargo, sabía qué distancia hay entre los temas inherentes a su secretaría de los caprichos de un alcalde locuaz, movido por las faldas de su mujer. Simplemente no se vieron.
Aquel viaje le sirvió a Theurel para minarle la ruta a sus adversarios y, de paso, a sus aliados de coyuntura. Centró parte de su artillería en Mónica Robles Barajas, esposa del ex alcalde Iván Hillman Chapoy, a quien el gobernador Javier Duarte le disculpa su fanatismo por Andrés Manuel López Obrador y le ha reservado la candidatura a diputada local, así sea desatando la ira de los priístas.
Theurel acusaba a Mónica Robles de ser de izquierda y su familia, el periodista José Pablo Robles Martínez y la ex diputada perredista Roselia Barajas Olea, jefes del Clan de la Succión —lo mismo le chupan al PRI que le maman al PRD, diría Fidel Herrera— de falta de capital político, incapaces de hacer ganar ni al candidato a Rey Feo del Carnaval.
De Iván Hillman despotricó con rencor enfermizo. Es el peor alcalde en la historia de Coatzacoalcos —claro, hasta antes de que Theurel lo destronara—, sin obra pública, con huellas de corrupción y contratos a sus amigos, la pandilla de sus años mozos. Y ahora, cinco años después de su pésima gestión y de una estrepitosa derrota en la elección para diputado federal en 2009, asoman sus negocios gasolineros, no a su nombre sino a los de sus hombres de paja.
Tuvo el cuidado de no hablar de más. Arremetió contra Mónica Robles pero no embarró a su hermano Héctor, el capitán piloto aviador que dirige Diario del Istmo, cuya relación con el alcalde es tan sólida que a cambio de hacerle creer que le blinda su maltrecha imagen ya existe una mansión en proceso de construcción. ¿Lo sabrá Pepe Robles?
No es un acertijo el origen de ese rencor contra Madame Succión. Mónica Robles, sin mérito que la adorne, sin meter un juanete entre el lodo de las colonias, sin echarle una porra a Peña Nieto en campaña, y sí, en cambio, muchas al Peje, le roba la candidatura a diputada a Lu-pilla Félix, que ya se sentía la princesita de San Lázaro.
Theurel —“Te rompo tu puta madre”— hizo añicos a la pareja Hillman-Robles y poco dijo de Marcelo Montiel, el secretario de Desarrollo Social del gobierno de Veracruz y aspirante a consolidarse como cacique de Coatzacoalcos, ni de su pretendida tercera incursión como alcalde si le falla la propuesta de Joaquín Caballero Rosiñol. En el fondo, dicen los infiltrados en el régimen duartista, entre Theurel y Marcelo la bronca es ficticia, una simulada riña de papel.
Siendo “enemigo” de su mentor Marcelo, Marcos pudo caerle bien al Clan de la Succión y así engañarlos. Habrá que ver cómo le va ahora que ha sacado las uñas y se le fue a la yugular a Iván El Terrible y a su esposa Mónica, Madame Succión.
Del DF, Theurel Cotero regresó con las manos vacías y con la esperanza de haber sembrado las minas que le estallarán a sus enemigos priístas, denostado Iván, vilipendiada Mónica, tan solo por haberle pretendido robar la diputación a la improvisada Lu-pilla.
Por lo pronto, ese reporte le quema las manos a Pepe Yunes. ¿Habrá calculado en qué berenjenal lo estaba metiendo su cuate Theurel?
Archivo muerto
Corrosiva como el ácido, la excarcelación de la francesa Florence Cassez prácticamente acabó con la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Su prestigio fue reducido a nada, acusada ahora de liberar a una plagiaria, de someterse a un arreglo turbio del régimen de Enrique Peña Nieto con el gobierno francés; de fomentar la impunidad; de tratar a la flaca gala como si fuera duquesa de la corte del Rey Sol y mantener en el olvido a los miles de inocentes, acusados, sentenciados y confinados en cárceles de mala muerte por delitos que no cometieron, sólo porque ellos no tienen nacionalidad francesa, y porque pudiendo hacerlo —ellos, los ministros, son la ley— no resolvieron que se repusiera el procedimiento, es decir, que se sometiera a doña Juana de Arco Cassez a un nuevo juicio, ya sin las pruebas viciadas. Tiene ironías de sobra este culebrón de la justicia mexicana. Si el montaje de la aprehensión fue argumento contundente para los ministros de la SCJN para liberar a doña Florence, ahora se multipliquen las voces que les reprochan que fue otro montaje, esta vez protagonizado por los encargados del Poder Judicial mexicano con lo que se armó la vergonzosa salida de la francesa escuálida. La ministra Olga Sánchez Cordero, al ver que no tenía mayoría de votos para que le aprobaran la ponencia, modificó la resolución y logró un amparo liso y llano que puso a Florence literalmente de patitas en la calle. Para entonces, mientras los ministros tiraban su rollo leguleyo y fingían discrepancias y coincidencias, ya se tenía preparado el operativo de salida en el penal de Tepepan; Migración contaba con la documentación para decirle au revoir; disponían de los boletos de avión en la línea Air France, y sólo les faltó la alfombra roja para despedir a tan gentil secuestradora. El resto lo hizo el payaso que tienen los franceses por presidente, François Hollande. Allá la recibió el canciller; reposó en uno de los mejores hoteles de París; fue recibida en el Palacio del Elíseo como si fuera una estadista; posó la foto con la pareja presidencial, y salió a disparar declaraciones como si estuviera en el festival de Cannes. Casi, casi, Juana de Arco, claro, sin la hoguera en que fue tostada. Ella en los cuernos de la luna y los ministros de la Tremenda Corte a las puertas del infierno. Que circo… Con sus manos sucias y la moral vapuleada, llega Vicente Benítez a la Subsecretaría de Desarrollo Social y Humano. Merecido premio al pupilo de Javier Duarte tras embarrarse en el escándalo por los 25 millones de pesos en efectivo hallados en un avión del gobierno veracruzano en el aeropuerto de Toluca, cuyo destino se sospechaba entonces, era la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto. Vicente Benítez, así con su carita de yo-no-fui, es en esos enjuagues un maestro. En la campaña de Javier Duarte al gobierno de Veracruz, en 2010, operaba desde el quinto piso del edificio Hakim, en Xalapa, el pago de propaganda y los embutes a periodistas. Hoy, su nuevo encargo es sólo una fachada de intenciones insanas. ¿Ayuda social y humana, señor subsecretario? Ni en sueños. Desde ahí aterrizará las dádivas a millones de veracruzanos en condición de pobreza, que habrán de traducirse en votos para el PRI en la próxima elección. Sucia la chamba del joven Vicente Benítez, que de paso tiene la encomienda de mantener a raya al titular de la Sedesol Estatal, Marcelo Montiel y documentarle todos sus trastupijes. ¿O será su sucesor?…
Ingrato, Marcos Theurel —“Te rompo tu puta madre”— no ha medido igual a todos sus funcionarios de gobierno. Tasó como quiso a sus secretarios de despacho en el Ayuntamiento de Coatzacoalcos. A Sergio Plata Azpilcueta, titular de Desarrollo Económico, le asignó un salario de 491 mil 869.38 pesos anuales, mientras que al titular de Turismo, Juan Manuel Rodríguez Caamaño le autorizó 286 mil 131.23 pesos; al de Desarrollo Agropecuario, 564 mil 671.98 pesos; a la de Medio Ambiente, Ana María Rueda, 572 mil 266.9855 pesos; a la de Desarrollo Social, Jacqueline Portugal Díaz, 376 mil 192.75 pesos; al de Obras Públicas, Daniel Aguilar Avendaño, 843 mil 795.27 pesos; del tesorero Daniel Jiménez Medina, 768 mil 831.70 pesos. Jesús Moreno era cosa aparte. Cuando estaba en sus afectos, le pagaba un millón 90 mil 84.51 pesos al año, algo que ni el mismo Marcos Theurel tenía para sí, y mucho menos de lo que da a Roberto García Alonso, el actual secretario de Gobierno. Dirían los puros: qué mano tan dispareja con su comparsa…
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