* Alianza por Coatzacoalcos, nueva corriente política * Va por 10 mil votos * Lu-pilla Porras sacrifica a Lu-pilla Félix * La diputación para Ciro y el olvido para la señora Theurel * Duarte viene a Coatza y no niega la salida de Theurel de la alcaldía * Es decisión de Marcos, dice * Es cuestión de horas
Sea o no un peligro real para el PRI, tenga el potencial para derrotar a la maquinaria priísta, Javier Duarte y sus capos políticos han dado un paso en falso en la encomienda de destroncar la alianza PAN-PRD y, quizá sin calcularlo, la victimizaron a los ojos de la sociedad.
Duarte, que no conoce ni jota de política, la combatió con tanta pasión que dejó un mar de huellas que evidencian el trabajo sucio, lo mismo cuando emergía el proyecto de alianza como cuando fue invalidada por el Tribunal Electoral de Veracruz, ese órgano que hoy es el más descarado —y desaseado— apéndice, junto con el Instituto Electoral Veracruzano, del vilipendiado régimen duartista.
De solo saber que la oposición se une, Javier Duarte siente urticaria. Tiene la piel sensible, el miedo a la vista y la angustia en la mirada.
Se sabe frágil, incómodo, electoralmente anulado y políticamente vulnerable. Y es que en dos años, su Veracruz se halla en punto muerto: no termina de armar el rompecabezas, no acciona el despegue, agrava la deuda, vuelve a bursatilizar, derrocha entre los suyos, financia francachelas y viajes al extranjero, corrompe periodistas, le matan periodistas, encubre a la delincuencia fidelista, no recompone la seguridad, lo avasalla el narco, crece la pobreza común y la pobreza alimentaria, mientras le decomisan 25 millones en efectivo para pagos imaginarios y se sabe de negocios y de sospechosas compras de propiedades en el extranjero, fomenta el nepotismo, y mil tópicos más que van dando la talla del desgobierno que le ha tocado encabezar.
2010 fue un catalizador contundente del caos que Javier Duarte habría de traer a Veracruz. Inventado como candidato por Fidel Herrera Beltrán, nunca estuvo en el ánimo de los priístas que lo vieron, y lo ven, como un improvisado sin mérito alguno, el oportunista sexenal, el hacedor de todos sus males, sin olfato, sin sexto sentido, sin intuición.
Duarte no ganó la elección. Usó el fraude electoral —la compra de los votos a cambio de migajas, la compra de los representantes de la oposición en las casillas— para llegar al gobierno de Veracruz. Y eso lo sabe Duarte. Sabe que en los hechos perdió la elección.
Supo entonces que si Acción Nacional y el PRD se hubieran aliado, él no sería gobernador y el PRI habría perdido el poder. La historia, sí la historia, habría cambiado.
Dos años después, en 2012, la elección federal le dejó otra lección. Su gobierno y su PRI constataron cómo fueron ganándose a pulso el repudio de la sociedad. Su candidato presidencial, Enrique Peña Nieto, fue humillado en las urnas veracruzanas, en parte por la inercia de su impopularidad y en gran medida por la nula operación política del gobernador y su pandilla inútil.
Acción Nacional ganó una elección cerrada. Le siguió el PRI y muy cerca el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador. De ahí, sumados los más de 2 millones de votos del PAN y PRD, se tuvo una primera lectura: juntos derrotarían de calle al PRI.
A partir de ahí se concibió la alianza PAN-PRD, un proyecto ganador en teoría, aquejado, sin embargo, por sus luchas intestinas, la guerra de grupos panistas, los Yunes contra los pipos y los Yunes contra los julens, que se dan con todo; y las históricas escaramuzas entre las tribus perredistas, que se arrojan hasta la cubeta.
Duarte combatió la nonata alianza vía la mano de sus amanuenses de prensa, que un día sí y otro también resaltaban el sacrilegio de mezclar ideologías contrapuestas, la derecha con la izquierda; luego compró a militantes y dirigentes de ambos partidos para que desacreditaran el proyecto aliancista; más tarde envió a dirigentes de los partidos-rémora, los satélites del PRI a ningunear públicamente la naciente fórmula política PAN-PRD. Pero nada funcionó.
Tiempo perdido y dinero a la basura. La Gran Alianza por Ti fue registrada el 31 de enero ante el IEV, ante el pasmo del gobernador y las ganas de sudar frío, incapaz en toda la línea para frustrar el proyecto y su falta de argumentos para explicar en el círculo peñanietista el fracaso de su encomienda.
Colgado de un clavo ardiente, su única esperanza era que el Tribunal Electoral de Veracruz resolviera una impugnación que interpusieron militantes del PRD, inconformes con la alianza. Así lo hizo. Su argumento fue que el aval no contó con el 60 por ciento de los integrantes de la Comisión Política Nacional del PRD. Echaba por tierra la alianza PAN-PRD, momentáneamente.
Amagan ahora PAN y PRD con romper el Pacto por México, deslegitimar a Peña Nieto y retomar el discurso corrosivo hacia el gobierno priísta. El caso va al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el TRIFE nacional, donde el argumento será que los militantes de los partidos no son terceros perjudicados en esta clase de alianzas, contrario al criterio de la Tremenda Corte Veracruzana.
Inútilmente, Duarte se deslinda de la decisión del Tribunal Electoral de Veracruz. Dice que a él lo esculquen y que le volteen los bolsillos. Sólo que no hay en el pueblo quien le crea. Quien encabeza ese órgano jurídico es el magistrado Daniel Ruiz, el mismo que validó la gubernatura para Javier Duarte en 2010 y quien, dicen lo que saben, come de su mano. O sea, un magistrado bien amaestrado.
Duarte quizá no sepa lo que hizo pero aquí y en cualquier lugar, se llama victimizar a tu enemigo. Duarte, con la campaña de lodo, con los ataques mediáticos, con las embestidas de dirigentes de oposición, con los señalamientos de los mismos perredistas a sueldo, en la nómina fidelista muchos de ellos, y finalmente con la sentencia del Tribunal, victimizó a la Gran Alianza por Ti. Y la víctima siempre tiene el favor de la sociedad.
Reza el adagio político, que golpe que no mata, fortalece. En esas anda la Alianza PAN-PRD, mientras Duarte y el PRI se colocan la careta de villano y motivan el voto de castigo en la próxima elección.
Asignarle a un inexperto una misión de alto riesgo, es como ponerle una bomba de tiempo en las manos.
Archivo muerto
Hartos del marcelismo, el ivanismo y todo aquello que excluya y reprima, surge una corriente política: Alianza por Coatzacoalcos. La encabezan el ex delegado de Patrimonio del Estado, Víctor Márquez Fernández, también ex candidato a diputado federal por el Partido Nueva Alianza; José Manuel Villegas Pérez, ex subdirector de Gobernación, operador político del PRI, ex jefe administrativo de la Policía Municipal, ex jefe de Profesiones de la Delegación Regional de la Secretaría de Educación de Veracruz y ex coordinador de sector en la campaña de Enrique Peña Nieto; el magistrado Leonardo Cruz Casas; José Higuera Domínguez, delegado estatal de la asociación Dos Méxicos; Ricardo de Jesús Zapién Ulloa, ex candidato de Convergencia por la Democracia a la diputación local; Rosa Jiménez Sánchez, del Frente Cardenista; Gustavo Velázquez Pérez, presidente de la Asociación de Trabajadores de Barcazas y Plataformas Marinas, en el sureste, fundada en 1997, y ex candidato a diputado federal por el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana; Juan Manuel Rodríguez Caamaño, secretario de Turismo Municipal; doctor Armando Soberón Bringas; Sergio Rojas Evaristo; profesor David Urdiana; Elizabeth Ruz Sastré, directora de la escuela Carlos A. Carrillo; maestros de la Sección 56 del SNTE, entre ellos el delegado Israel Santos Blanco, la ex delegada Sixta Francisca Armenta Barabata, actual directora de la escuela de la congregación Las Barrillas; David Saravia, ex secretario general del PAN local y empresario ferretero, y Lorena Saravia Chi, ex panista y empresaria. Alianza por Coatzacoalcos pretende conformar una fuerza política emergente y evitar que las corrientes políticas persistan en su actitud excluyente y de aplastamiento hacia quienes etiqueten como rivales de contienda. De acuerdo con sus dirigentes, han tenido contacto con grupos priístas, panistas, perredistas, con integrantes del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), el Partido del Trabajo, Movimiento Ciudadano y el naciente Alternativa Veracruzana (AVE). En la reciente elección federal, siendo Víctor Márquez candidato del PANAL a diputado, obtuvo 5 mil votos, pese a la infiltración en su estructura electoral. Su propuesta es contar con un potencial de 10 mil votos para orientar el resultado de la próxima elección del 7 de julio, en que se renovará el Congreso de Veracruz y las 212 alcaldías…
Infame es el parricidio y más el parricidio político. Así pues, Guadalupe Porras David —Lu-pilla mayor— no lo dudó un segundo: sacrificó a su hija Guadalupe Félix Porras en aras de que su hijo Ciro sea candidato del PRI a diputado local por el distrito de Minatitlán. Colocada en la disyuntiva, conminada a decidir entre sus propias pretensiones, las de Lu-pilla chica y las de Cirito, la dirigente estatal del sector popular del PRI en Veracruz no lo pensó nada. Él es su adoración; las demás no existen. A Lu-pilla Theurel ya la había sacrificado su esposo, el alcalde de Coatzacoalcos, Marcos “Te Rompo Tu Puta Madre” Theurel, pues entre ser él el nuevo gerente de la Comisión Nacional del Agua en la región Golfo-Centro o Lady Gaga diputada, pues mejor él. Qué frialdad…
Pudo ser categórico y negarlo. ¿Invitó a Marcos Theurel al gobierno de Veracruz?, le preguntaban. Javier Duarte, en Coatzacoalcos, el miércoles 20, evadía: “El señor presidente municipal está haciendo su trabajo y bueno pues eso corresponderá en él…”. Le repreguntaron si había esa invitación: “Bueno él es un hombre que tiene un compromiso con la sociedad y vamos a esperar cuál es su decisión en ese sentido…”. O sea, la salida de Marcos Theurel ya está tendida. Pudo decir el gobernador de Veracruz que Theurel se queda en la alcaldía, pero no lo hizo; que no lo ha invitado a su gobierno, pero dijo categórico que es decisión de Marcos. Desmiente así lo que el alcalde aseguraba, el lunes 18: que se quedaba a terminar su gestión. Theurel se va porque se va. O dicho de otra forma, se va por la puerta trasera, echado de la alcaldía, burla de todos, sin una diputación y sin imponer a su esposa Lu-pilla Theurel como su sucesora-tapadera, ya sin acceso a los millonarios recursos del erario público. Duarte sorteó a la prensa pero dibujó la salida de Theurel, porque cuando un gobernador no niega, es que afirma. No se va al gobierno de Veracruz, sino al federal, como INFORME ROJO adelantó; va a la Comisión Nacional del Agua, tras grillar y arrebatarle el cargo al ex alcalde Iván Hillman Chapoy…
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