* Ciro Félix y Gladys Merlín para Mina y Cosoleacaque * La fidelidad y el repudio * Marcelo, Mónica y el voto cruzado * Theurel y las 20 casas que obtuvo de ROMA
Vive días negros, tormentosos, días de vergüenza, Javier Duarte de Ochoa, vapuleado por la prensa y los adictos a las redes sociales que arremeten, fustigan, se mofan, se indignan ante la nueva osadía del gobernador de Veracruz: asumirse como el defensor de los periodistas y encima de ello, ser premiado.
Indigno, recibió el gordobés el reconocimiento de la Asociación Mexicana de Editores de Periódicos por ser garante de la libertad de expresión e impulsor de la Comisión para la Atención y Protección de los Periodistas, y eso detono el escándalo que hoy lo sepulta, pues su galardón se cimenta sobre la sangre y los cadáveres de nueve periodistas torturados, asesinados, mutilados, ejecutados; tres más desaparecidos, y la permanente persecución y hostigamiento contra quienes critican al simulador que Veracruz tiene por gobernador.
Su estampa —los brazos en alto, el galardón en las manos, el aplauso de los bufones— le ha dado la vuelta al mundo, no por su pretendido apoyo al gremio reporteril, sino porque su gobierno ha sido todo lo contrario, especialmente rudo, hostil y acosador con un sector de la prensa, el que suele marcarle el paso, el que exhibe a diario sus garrafales errores; la mentira monumental del desarrollo que sólo existe en su imaginación; su abierta complicidad con su mentor y antecesor en el (des)gobierno veracruzano, Fidel Herrera Beltrán; sus manos metidas en la quiebra de Veracruz, en el endeudamiento, en su engendro llamado bursatilización, y el encubrimiento de los escándalos de corrupción del pasado reciente y la suciedad que brota en cada centímetro del régimen actual, .
Ufano, con cara de “ya me los abroché a todos”, Javier Duarte era galardonado por una asociación de mercachifles periodísticos, los artífices del chayopremio, cínicos el gober no-doy-una y los industriales mediáticos, pues si algo distingue al inquilino de palacio es su fobia a las voces críticas, a las que persigue y apalea, y el derroche de dinero del erario público gastado a manos llenas en textoservidores de elogio desmedido pero cero credibilidad, incapaces de levantarle la imagen o venderlo medianamente bien.
Frente a todos, la sonrisa a todo lo que da, el gesto de placer, Javier Duarte recibió el premio de la AMEP, el martes 2 de abril. Día impensable, ahí comenzó la debacle y el escándalo nacional, exhibido no como el protector de periodistas sino como el acosador de la prensa incómoda, en su régimen nueve comunicadores asesinados, tres desaparecidos, algunos encarcelados, sometidos a brutales golpizas por Los Zetas en prisión, como le ocurrió a Carlos Jesús Rodríguez, dueño del portal gobernantes.com; procesados y sentenciados con denuncias prefabricadas; perseguidos con acusaciones falsas; amenazados con ser visitados por los sicarios del crimen organizado, que hicieron de Veracruz su territorio en el régimen fidelista, del cual el gordobés fue parte fundamental, pues aunque no mataba la vaca, le tocaba jalarle la pata.
Descanse en paz Regina Martínez, dijo el analista Luis Cárdenas Jiménez, de MVS, sobre la corresponsal de la revista Proceso, estrangulada en su hogar, el 28 de abril de 2012, en Xalapa, insobornable la Regis, limpia, vertical, intachable, eternamente admirada, muerta por sus reportajes valientes y notas de denuncia, su memoria agraviada cuando el (des)gobierno de Javier Duarte se negó a seguir la pista de su trabajo profesional porque ahí habría hallado a los políticos corruptos, a los cómplices del crimen organizado, a los salvaguardas del narco, impunes porque el pacto de los sucios les garantiza que el gordobés no los toque ni con el pétalo de una rosa.
Descansen en paz Milo Vela, Misha López, Yolanda Ordaz, Guillermo Vela, Gabriel Huge, Esteban Rodríguez, Noel López Olguín y Víctor Manuel Báez Chino, citaba Luis Cárdenas en una andanada que lo llevaba a preguntarse en qué diablos estarían pensando los industriales de los medios que condecoraron a Duarte. Seguro en el billete. Y en qué mundo andaría el gobernador de Veracruz cuando se le ocurrió recibir el galardón, sabedor Veracruz es el peor estado para ejercer el periodismo en el continente americano y una jungla para los comunicadores a nivel mundial. Y él, un perseguidor de periodistas críticos.
Alguien, pues, no le dijo a Javier Duarte el impacto que tendría asumirse como el paladín de la libertad de expresión y el forjador de la Comisión para la Atención y Protección de los Periodistas, una oficina burocrática de 15 millones anuales, destinado el presupuesto a engordarle el bolsillo a sus integrantes, un grupo de convidados de piedra, aplaudidores del gordobés, mercenarios, indignos representantes del gremio de prensa, a excepción de Jorge Morales, quien ha alzado la voz, criticado al gobierno de Duarte por su actitud agresiva hacia la prensa y por la opacidad con que se maneja la Comisión de la Complicidad.
Avergüenza saber que se premia a Javier Duarte cuando su gobierno encarcela tuiteros —Maruchi Bravo Pagola y Gilberto Martínez Vera— por haber difundido una noticia alarmista que partió de un portal en internet que aseveraba que había un clima de violencia en escuelas del puerto de Veracruz y que peligraba la vida de miles de escolares. Los recluyó en un penal y como no había figura jurídica para encausarlos, legisló al vapor y creó el delito de “perturbación del orden público”, no para enjuiciarlos sino para fijarles una fianza y luego desistirse. Así de jodido está el gobierno del doctor y abogado Duarte.
Perversa e inmoral, la relación entre los industriales del periodismo y el régimen duartista se rige por el costal de dinero les hace llegar, mano a mano, a los directivos de los medios, siniestra la figura de María Gina Domínguez Colío, vocera del gobernador, dictando a cambio la línea informativa, bajo sus caprichos el trabajo de los reporteros.
Doña Tirana, que ahora presume mansión, vehículos de lujo y guaruras contaminando con sus meados los jardines de los vecinos, es la misma que cogobernó Quintana Roo con Mario Villanueva Madrid, el narcogobernador preso en Estados Unidos, de quien fue también vocera y que huyó despavorida con los dos trapos que traía encima cuando la esposa de aquel le dio unas horas para largarse a riesgo de perder la salud por un ataque de plomonía.
Ni Duarte ni su despiadada vocera son protectores de la prensa. Son corruptores de los dueños de los medios que se prestan a sus enjuagues; de columnistas que se hincan y se arrastran; de reporteros analfabetas que van por la vida vociferando que “no me compran, me vendo”. La creación de la Comisión para la Atención y Protección de los Periodistas es una farsa pues sus secretarios de Gobierno y de Seguridad Pública, Gerardo Buganza y Arturo Bermúdez, han dado destellos de que si fuera por el régimen duartista toda la prensa crítica estaría tras las rejas, sugerido así con el fotorreportero de la agencia Cuartoscuro, Félix Márquez, por haber difundido las imágenes de una guardia civil en el municipio de Tlalixcoyan, cuando la pandilla duartista niega la apareción de policías comunitarias.
Es de cínicos recibir un premio —el chayopremio de la AMEP— cuando Duarte se sabe fracasado en la salvaguarda de la integridad de los periodistas, su seguridad en permanente riesgo, sus vidas truncadas, la sangre de nueve de ellos que corre por los pasillos de palacio de gobierno en Xalapa.
Quien le haya sugerido tal mascarada, quien lo instó a recibirlo, quien lo mareó con que era la oportunidad de proyectarlo, lo empinó. Quizá ahora entienda Duarte que Gina Domínguez, Othón González y el staff de prensa, los periodistas aduladores que no forman opinión, resultan literalmente inútiles. Mínimo debieron alertarlo de la sopapiza que habría de recibir.
Lo grave es que el gobernador Javier Duarte ni así entiende.
Archivo muerto
Definidas las candidaturas a diputados en el sur de Veracruz, salvo los distritos Acayucan y Coatzacoalcos urbano y rural, que el PRI los cedió al Partido Verde, se alistan los priístas a emitir su voto de castigo por las postulaciones de Ciro Félix Porras en Minatitlán, y Gladys Merlín Castro en Cosoleacaque. A Cirito le van a cobrar lo que su inefable mamacita, doña Guadalupe Porras David, hizo cuando arrasó con el ayuntamiento de Minatitlán, nada más 500 millones en cuentas irregulares, pagos indebidos, créditos no cubiertos o no amortizados, un desastre contable, juicios perdidos, salarios no pagados al personal, la toma de las instalaciones municipales, la basura depositada en la banqueta de la alcaldesa, el puente Capoacán del que dispuso más de 30 millones de pesos provenientes de Pemex y entregados a la compañía Secort del secretario particular de su yerno Marco César Theurel Cotero, entonces secretario de Comunicaciones de Veracruz. Bien que Ciro Félix sea el candidato del PRI. El 8 de julio se verá llorar a Lu-pilla Porras por el cobro de factura del priísmo que la odia. Para venganzas también está Cosoleacaque. Va Gladys Merlín Castro, la amiga de Paris Hilton y su vida de reina en Las Vegas, por su segunda diputación local. Repudiada, hilacho de un cacicazgo en extinción, a la ex alcaldesa no le bastó la fenomenal paliza que le dio el pueblo a su hermano Héctor cuando la pretendió relevar en el cargo. Buena para concitar resentimientos, represora de perredistas, del sábado para acá unificó a todos pero en su contra, por delante los priistas. Su candidatura causó, además, júbilo en el PRD, que ya gobernó Cosoleacaque y que ya se siente en la presidencia municipal. Ciro Félix y Gladys Merlín están marcados por el mismo fierro: el de la fidelidad, y eso no es virtud, es defecto…
De Marcelo Montiel sus enemigos esperan todo: loas y aplausos, promesas de voto seguro y, por supuesto, el voto traidor. Corre la versión entre los priístas que en la elección del 7 de julio la línea del marcelismo es voto cruzado: todos a favor de Joaquín Caballero, el virtual candidato del PRI a la alcaldía de Coatzacoalcos, y cero voto para Mónica Robles, la aspirante a diputada local. Así revienta a sus adversarios de toda la vida, el clan Robles-Hillman. Si así le fue a Peña Nieto en los comicios presidenciales, qué no le podría ocurrir a Madame Succión. Pero Mónica Robles también es leal a sus odios contenidos: tira línea, insta al voto que la haga diputada y que el voto para alcalde sea para Gonzalo Guízar, el candidato del PAN, archienemigo de Marcelo Montiel. O sea, la unidad priísta es una farsa y las puñaladas traperas están a la orden del día…
Otro que tiene pasión por los inmuebles ajenos es Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”— y si los obtiene a título gratuito, mejor. De la compañía ROMA se agenció 20 casas que repartiría entre su equipo cercano, obligado el propietario de la inmobiliaria, Rolando Fernández, no sólo a entregar las viviendas sino a cambiar de notario y canalizar la escrituración a Manuel Brito Gómez, para así complacer a su padre, el ex líder estatal del PRI, Carlos Brito Gómez. Salvo ROMA y Theurel, nadie sabe el destino de las 20 casas. ¿Se las habrá quedado Marcos?…
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