* El relato de Esteban Castillo, reportero y editor de Diario del Istmo * Acoso y privación de la libertad * Muestra el diente la candidata del PRI * PRD se reserva Coatza * Anaya Huerta en Obras Públicas * Cuando se le colapsó el malecón * El proyecto García Luna no va * Después de Caballero, Víctor Rodríguez o Baños.
Nunca, que se sepa, Mónica Robles de Hillman fue santo de la devoción de nadie, menos del gremio periodístico, al que como patrona gustaba menospreciar, tratar con desdén y cuando la oportunidad se le daba, cariñosearlo a patada limpia.
Engreída, soberbia, mantuvo distancia con las infanterías del periódico Diario del Istmo, ella como presidenta del consejo de administración, y ellos, los reporteros, como nada.
Así echó a la calle a muchos por el mayúsculo pecado de informar, de retratar la realidad como es, por denunciar la represión social, por testerear los intereses del Clan de la Succión, jefaturado por su padre, José Pablo Robles Martínez, descrito por el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán como un oportunista que lo mismo chupa de aquí que mama de allá.
Hoy vuelve a las andadas. Imprudente, corta de miras, cuando es candidata del PRI-Verde a la diputación local por el distrito de Coatzacoalcos, a medio ocultar su predilección por la izquierda, su adoración por Andrés Manuel López Obrador, las náuseas que le provocan los priístas, Mónica Robles de Hillman protagoniza un nuevo episodio de atropello laboral. Su víctima, Luis Esteban Castillo Pérez, reportero, fotógrafo, editor de la sección Vida Joven, de Diario del Istmo, y responsable de la revista de sociales “Se”.
Es abultado el paquete de delitos que Esteban Castillo reclama, desde hostigamiento laboral, amenazas, privación ilegal de la libertad, incomunicación y daño moral, a partir de un terrible momento que la mañana del jueves 25, cuando despertó, no habría imaginado. Y responsabiliza a Mónica Robles y a su hermano Héctor, “de todo incidente que pueda ocurrirme y que atente contra mi integridad física y psicológica”.
A eso de las 11:15, según la denuncia interpuesta ante la Agencia Primera del Ministerio Público del Fuero Común, Esteban Castillo fue requerido por el gerente de Diario del Istmo, Juan José Solórzano. Se trasladó a su oficina, donde lo esperaba un abogado de ese medio de comunicación, que reiteradamente se negó a proporcionar su nombre, y la jefa de Recursos Humanos, Nora Domínguez.
“Soy el abogado del periódico. Me envía Mónica Robles Barajas”, le precisó de entrada el abogado. Después escucharía un rosario de imputaciones de labios de la jefa de Recursos Humanos y la sentencia de que por instrucciones de Héctor Robles Barajas, director del periódico y hermano de la candidata priísta, le sería levantada una acta administrativa.
Esteban Castillo, como muchos otros, no vive con lo que le paga Diario del Istmo. Eso lo obliga a realizar trabajos extras en su horario libre. Se dedica a la “actividad lícita de la impresión de publicidad para varias empresas”. Así lo aclara en la denuncia.
A lo largo de cuatro horas, encerrado en la oficina del gerente, sometido a un trato soez, eso que los abogados llaman “tortura psicológica”, presionado y amenazado, Esteban Castillo vivió momentos de angustia, temor inducido, mientras negaba la imputación mayor: haber dispuesto del pago de una factura del periódico del Clan de la Succión.
Nora Domínguez le leía la acusación. Esteban Castillo lo negaba, pero “cuando les dije que eso era una imputación totalmente falsa y que no era una información fidedigna, me interrumpió la persona que se acreditó como abogado del diario y me dijo que no tenía derecho a hablar hasta que me tocara contestar”.
Molesto por el trato, los confrontó y exigió tener un abogado a su lado. Le respondieron que para eso estaba el de Diario del Istmo, que nunca reveló su nombre, obvio a los pies del Clan Robles. Dijo que se retiraría pero el gerente Juan José Solórzano alzó la voz: “Por ningún motivo te puedes mover de aquí, Luis Esteban. Esto no es un juego. Tengo instrucciones de Héctor y Mónica Robles de no dejarte salir de aquí hasta que no firmes esta acta que vamos a redactar. Y te callas y no hagas escándalo que como quiera nadie va entrar a ayudarte porque aquí mando yo”.
Nadie lo auxilió. Evidentes los hechos, la incomunicación, el acoso, la privación ilegal de su libertad, nadie movió un dedo para ayudar a un compañero de profesión. En Diario del Istmo laboran dirigentes de la Asociación de Periodistas de Coatzacoalcos (APEC), entre ellos su en ese momento aún presidente, Gerardo Enríquez Aburto, consejero también de la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas de Veracruz.
Transcurrían las horas y Luis Esteban Castillo sufría los estragos de la presión. Angustiado, derramaba lágrimas de impotencia. La gerente de Recursos Humanos le pidió sus teléfonos. Se los entregó. Cuando le dieron oportunidad de hablar, negó todo. Solórzano dejó la oficina y regresó minutos después. “Hay una serie de preguntas que tienes que contestar por órdenes de Héctor y Mónica Robles”, dice en la denuncia.
Esteban les reprochó que no eran autoridad para interrogarlo. Nuevamente la presión. Habló el abogado y amagó: enfrentaría acusaciones de robo, abuso de confianza; “por qué utilizaste dinero del Diario del Istmo”; “en qué gastaste el dinero del Diario del Istmo”.
Y luego la razón del interrogatorio ilegal: “De aquí no te vas porque son órdenes de Mónica y Héctor Robles, y no quieres cooperar. Vas a tener que firmar una renuncia o no te vas de aquí. Sabemos que vives solo y tu familia no vive en la ciudad. O de lo contrario vamos a denunciarte por otro delito más grave, Luis Esteban. Los Robles son personas muy poderosas y tú, un simple reportero”.
Contundente, la denuncia contiene frases que evidencian en qué berenjenal se ha metido la candidata del PRI a la diputación. “Ya déjate de mamadas, Luis Esteban. Te van a chingar. Tú conoces a los Robles. Al capitán Héctor Robles todos le obedecen en Coatzacoalcos”. Y una más: “Crees que tienes muchos huevos. No te da miedo que te pase algo”.
Nora Domínguez le entintó los dedos al reportero de Diario del Istmo y los colocó sobre la renuncia. Luego lo conminó a firmarla. Esteban Castillo se negó. Le exhibieron un pagaré conteniendo una cantidad que no recordó. Volvió a negarse. Amagaron con acusarlo por delito grave y llevar a la policía. Finalmente cedió. Firmó el pagaré y documentos en que les cedía su liquidación por un adeudo que no reconoce con el periódico.
Le exigieron que entregara el flash del equipo fotográfico y que ratificara los documentos en la Junta de Conciliación. Lo llevaron a su domicilio. En el trayecto, Nora Domínguez le devolvió los teléfonos celulares. En cuanto llegaron, abrió la puerta del auto y echó a correr hasta encerrarse en su departamento. Intentaron derribarle la puerta, sin lograrlo. Dio aviso a sus familiares, quienes llegaron a auxiliarlo.
Horas después, vía telefónica, el gerente Juan José Solórzano lo llamaba con frases amenazantes. “Tenía que ir a Conciliación y Arbitraje —le dijo— y que Héctor y Mónica Robles me iban a partir la madre”, según refiere en su querella.
Esa tarde, denunció los hechos ante el Ministerio Público.
Brilla, pues, Mónica Robles de Hillman, la estrella del PRI en la contienda por la diputación local, al inventarse como política.
Otros casos la describen implacable. Sus víctimas, los reporteros de Diario del Istmo.
Vamos por partes.
Archivo muerto
Revuelto, como suele ser su ambiente, el Partido de la Revolución Democrática congeló 20 candidaturas a alcaldías de Veracruz, entre ellas Coatzacoalcos. Sus dos consejos estatales, el legítimo y el espurio, decidieron reservarse la designación y alargar una semana la espera. Sin figuras que lo representen, el PRD invitó a empresarios, profesionistas, integrantes de la sociedad civil y no hubo quien se viera en la silla presidencial. Su última terna la conformaron el ingeniero Enrique Orta; Juan Manuel Bernal y Joaquín González. Una cuarta propuesta, del regidor Ricardo López Carrera y su socio Alejandro Wong Ramos, que lo mismo juega por el perderé que es precandidato del PAN a diputado local —¿acaso los estatutos del PRD sirven para lo mismo que el Pétalo?— a favor de la administradora del panteón civil, Flor del Carmen Herrera Ramón, provocó un dolor de cabeza en la cúpula perredista. Al final del consejo estatal, el sábado 27, la postulación de Flor del Carmen Herrera estaba prácticamente aniquilada vista como la entrega del PRD a los intereses del PRI y, concretamente, al plan urdido por el priísta Marcelo Montiel para pulverizar al perredismo y dejar la contienda en un mano a mano PRI-PAN. La espera, pues, continúa…
Célebre por el dragado que inundó la cuenca del río Papaloapan, cuando era director de Infraestructura de la Secretaría de Comunicaciones, Marco Antonio Anaya Huerta vuelve al sector público. Asumió la Secretaría de Obras de Coatzacoalcos, un cargo que no le es ajeno, pues en 2004 lo ocupó y tiempo después se descubrió dispensaba obra adicional y obra extraordinaria violando lo que dice la ley. Su protector, Marcos Theurel, del que es prestanombre en la televisora Olmeca TV y encargado de sus constructoras, lo lleva nuevo al peor ayuntamiento del que tengan memoria la sociedad de Coatzacoalcos. Impresentable, Anaya Huerta es la mano que movía a la compañía Proyectos, Construcciones y Reparaciones (PROCORE), a la que se le colapsó la sexta etapa del malecón costero porque era mejor ponerle medio saco de cemento y un cuarto de gravilla que lo que decía el proyecto. A la fecha, todavía hay fisuras y fracturas en esa obra por la que el pueblo pagó 90 millones de pesos. Relevó Anaya Huerta a Daniel Aguilar Avendaño, que ahora vuelve al contratismo con su empresa Grupo Raudales que también le construye al ayuntamiento de Theurel. Por cierto, los tres —Theurel, Anaya Huerta y Aguilar Avendaño— están señalados en el Libro Negro elaborado por el ex tesorero de Iván Hillman Chapoy, Mariano Moreno Canepa, alias “El General Derrotas”, como responsables de peculado y fraude, y que Fidel Herrera Beltrán, a su estilo, encubridor como siempre, ordenó congelar cuando la denuncia ya tomaba curso… Perdido políticamente, Jesús Antonio Macías Yazegey supone que de llegar Joaquín Caballero Rosiñol a la alcaldía de Coatzacoalcos, el sucesor será Eduardo García Luna, actual director de la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento de Coatzacoalcos, su peón. Si sabe contar, que caiga en la cuenta que en 2017 el gobernador de Veracruz no será su yerno, Javier Duarte de Ochoa, y que los prospectos de Marcelo Montiel, ante quien Tony Macías está postrado, casi hincado, son el ex secretario de Gobierno, Víctor Rodríguez, míster corrupción, y el ex regidor Fernando Baños Sánchez, mitad marcelista y mitad de la cuadra del líder magisterial Juan Nicolás Callejas Roldán. Ah, qué Tony. Lo que es no conocer a Marcelo…
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