* El Papa y Duarte * La santidad y la podredumbre * Salas y Theurel por lo que queda en el DIF * Demanda de divorcio en camino * El juez y el Passat rojo * El barril sin fondo de los marcelistas * Mireya envía fogoso saludo a Joaquín
Menudito, discreto, a veces puntilloso, un matalascallando, Hernán Villarreal Cruz es un periodista recio, de enorme potencial, crítico, honesto y comprometido con sus lectores, pero hoy en la mira de sicarios, levantado, golpeado, sobre quien recayó una amenaza de muerte: “No te matamos por lo que representas”.
Despreocupado, el sábado 15 caminaba por las calles de Las Choapas, municipio al sur de Veracruz, donde suele recoger historias de abuso y corrupción, de represión policíaca y agresión social, que teje con pulcritud periodística, todo un relator de lo cotidiano, para las páginas de diario Presencia, del que es reportero y editor.
Lo acompañaba su novia. Sobre la calle 20 de Noviembre, ingresaron a una tienda de alquiler de películas, llamado El Camichín. Eran las 21:50. Se le acercó un joven de no más de 14 años. Le dijo: “Hernán, te habla Armando”.
Villarreal supuso que se trataba de Armando Serrano Domínguez, también reportero, quien ese día cubría el área de edición. Salió del lugar y de pronto sobrevino su terrible aventura.
Le colocaron una bolsa en la cabeza. A empellones lo llevaron hacia un auto compacto, al que recuerda como un Chevy Chevrolet de color blanco. Escuchaba las voces de muerte de sus captores: “Hijo de tu puta madre, ya bájale. No te matamos por lo que representas.
Si te matamos se nos vienen encima, pero ya nos tienes hasta la puta madre”.
Vivía un festín de terror, acechado por la muerte, el golpe artero sobre su humanidad, blanco de la ira de los sicarios, un arma en la cabeza, mezclado el insulto con la amenaza.
Una mujer que vio el “levantón” llamó a las oficinas de Presencia. Reveló lo ocurrido e identificó a Hernán. Minutos después, Armando Serrano recibió un mensaje vía WhatsApp, que decía: “Ey sabes, me levantó el grupo contrario, apenas y dicen ke me calme, pero no se de ke”. Llegó otro con expresión directa: “Estoy acá por la cabeza Olmeca”.
Se inició una movilización. Presencia invocó a Seguridad Pública, que de inmediato inició la búsqueda. A eso de las 22:30, Hernán Villarreal se comunicó con el director de Presencia, Roberto Morales Ayala. Estaba libre. Sus captores lo bajaron del auto a empellones y amenazas. Requería ayuda e indicó su paradero. Lo habían dejado en el libramiento de la colonia Anáhuac, contraesquina de la calle Joaquín Amaro.
Ahí fue hallado por sus compañeros de trabajo y un equipo de seguridad. Se le veía desesperado, abatido por el miedo, lleno de lodo de las rodillas a los pies.
Pudo relatar que sintió que lo llevaban hacia una loma, el trayecto en una pendiente ascendente, cerca de donde lo abandonaron. Fue bajado del auto. Lo tundieron a golpes en las costillas hasta dejarlo sin aire. Y después, otra sesión de amenazas. Le bajas o la pagas.
“No te matamos por lo que representas”, fue una frase que caló hondo en Hernán y en el personal de Presencia. Aludía a sus notas y reportajes, acucioso como es, documentados sus textos, críticos sus enfoques.
Esa noche del sábado 15 fue enterado el periodista Jorge Morales Vázquez, el más activo de los integrantes de la Comisión Estatal para la Protección de los Periodistas en Veracruz, el único con actitud crítica, quien instruyó a Hernán Villarreal sobre el protocolo a seguir para garantizar su seguridad. La secretaria ejecutiva de la comisión, Namiko Matsumoto Benítez, también dialogó con el director de Presencia, Roberto Morales Ayala.
Diría después Jorge Morales que la agresión, el “levantón” y la amenaza a Hernán Villarreal es indudablemente por su trabajo periodístico.
Un día más tarde, el domingo 16, Hernán Villarreal interpuso la denuncia penal ante la Agencia del Ministerio Público del Fuero Común de Las Choapas, a la cual se le asignó el número CHOA/1108/2013. La denuncia será turnada a la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión, perteneciente a la Procuraduría General de la Republica (PGR).
Su caso está ya en las páginas de medios nacionales y en portales de noticias. Lo tienen también organizaciones defensoras de los derechos de los periodistas, como Artículo 19, Reporteros Sin Fronteras, Amnistía Internacional, Human Rights Watch, Front Line Defenders, el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), entre otras.
Incisivo con sus temas, Hernán Villarreal ha mantenido una constante para documentar el enriquecimiento del ex alcalde y ahora diputado local, Renato Tronco Gómez; sus negocios con el erario público; el uso de patrullas de seguridad pública y personal policíaco para proteger al grupo de élite tronquista; el cierre arbitrario del basurero municipal y la creación de tiraderos clandestinos cerca de escuelas y núcleos poblacionales.
Es un relator de los conflictos estudiantiles, del problema magisterial, la toma de escuelas y los afanes callejistas por liberarlas, así como la corrupción sindical en el Tecnológico de Las Choapas. También la estela de violencia lo mismo entre sindicatos de albañiles, la ejecución de dirigentes y los constantes asaltos en la supercarretera Raudales-Ocozocoautla.
Sus más recientes pesquisas sobre el fraude en los comicios municipales, dieron en el clavo cuando el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación invalidó la elección y ordenó convocar a un proceso extraordinario.
En las páginas de Presencia, documentó el fraude del grupo tronquista, lo dimensionó, le siguió la pista a los órganos electorales que venían solapando las corruptelas y evidenció la mascarada del Tribunal Estatal de Elecciones de Veracruz, que realizó un recuento de votos, incluso con paquetes electorales embarazados y con votos amañados.
No es esta, sin embargo, la única agresión que sufre Hernán Villarreal. El 31 de mayo de 2007, tras el asesinato del regidor panista Alfredo Pérez Juárez, y una vez que se enfocara la investigación sobre el entonces alcalde Renato Tronco, recibió una amenaza directa. “Tú nos las debes y nos las vas a pagar caro”.
Tres hombres lo interceptaron cuando salía del diario. Lo acompañaba uno de sus compañeros, Gregorio Jiménez Corona.
Cuatro meses después, el 8 de septiembre, fue acosado, insultado, increpado y jalonado por un grupo de estudiantes que protestaban por la publicación de un desplegado en las páginas de Presencia, suscrito por el director del entonces director del Tecnológico de Las Choapas, Moisés Jiménez Alor, quien refutaba así acusaciones del líder sindical Marco Antonio Nava Argüelles, quien ha hecho de esa institución un coto de poder y dinero. Hernán Villarreal cubría la protesta estudiantil cuando se convirtió en el blanco de ataques e improperios.
Hoy la agresión fue directa. Hernán Villarreal estuvo en manos de sus captores, un grupo de sicarios que lo retuvo 40 minutos, le colocó una pistola sobre la cabeza, lo tundió a golpes y le lanzó la amenaza: “Hijo de tu puta madre, ya bájale. No te matamos por lo que representas. Si te matamos se nos vienen encima, pero ya nos tienes hasta la puta madre”.
Menudito, callado, Hernán Villarreal no hace ruido. Escribe, documenta y relata quiénes son los malos, los corruptos, los que abusan del pueblo, los que reprimen a la sociedad, los autores de la violencia, los amigos de la sangre y de la muerte. Ese es su compromiso.
Así que, como es, ni en sueños le bajará.
Archivo muerto
Felices todos, pudo el pueblo de Veracruz pagarle su ida al Vaticano a San Javier Duarte de Ochoa; Karime Macías, alias “La Poderosa”, hijos, ayudantes y guaruras. Allá, en la audiencia general del Papa Francisco estuvo el gordobés, quien le entregó nacimientos artesanales a propósito de la próxima Navidad. Santo contraste: el pontífice romano, líder de la Iglesia católica, reformador y crítico de la corrupción, y el gobernador veracruzano, cómplice de la corrupción fidelista, artífice del saqueo, mandatario gracias a un fraude electoral descomunal, omiso cuando el estado de Veracruz iba siendo entregado al crimen organizado. Qué postal: Francisco, que representa la santidad a la que deben aspirar los católicos, y Javier, que encarna la podredumbre política y el Estado fallido. Por lo pronto, felices los veracruzanos; con dinero de todos se le pagó el viajecito al gordobés Duarte y rémoras que lo acompañan. Qué ternura…
Muerdemano profesional, Roberto Salas Gutiérrez llegó a Coatzacoalcos de la mano de Guadalupe Félix Porras, protectora, amiga, confidente, y hoy la traiciona, aunque en privado se siguen viendo, allá en un restaurant de la avenida Justo Sierra, en Minatitlán. Llega al DIF como poder tras el trono, de última hora, sin Lu-pilla, quien ya reside en Xalapa, dedicada a documentar su demanda de divorcio y a reponerse de tanta felpa, el terror en las entrañas. Salas le ata las manos a Claudia del Carmen Jiménez Alegría, en la dirección del DIF municipal, y también a Francisca Villegas Gómez, la tesorera. Cuentan los insiders que Salas no va por el proceso de entrega-recepción sino por lo que queda en las arcas para sí y para su patrón, el inefable Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”—. Este jueves 12, le dio posesión Benito Argüelles Calzada, director jurídico del Ayuntamiento de Coatzacoalcos. Claudia y Francis dicen que no se van así como así, y que las liquidan y les justifican el cambio o se arma la grande, los secretos del saqueo a la luz pública. Temen los trabajadores que les afecten su última quincena de salario y el aguinaldo, pues alguien —menudita, malquerida, ninguneada— ya ordeñó la ubre y se llevó 800 mil pesos que eran para el pago de nómina y gastos del DIF. Lu-pilla, que ni tercer informe de labores dará, ya hizo lo suyo…
Corrupto y más, cesado por negociar la ley, el juez Daniel Núñez Juárez pudo dejar pasar agravios y revanchas pero ni por accidente los sobornos ganados a pulso. Uno de ellos tiene que ver con José Pablo Robles Martínez, dueño de Diario del Istmo. Le haría saber que aquel “pitazo” que le permitió escapar y burlar a la justicia, no había sido bien correspondido. “Tengo su asunto”, le transmitió. “Ya cumplí”. No hubo paga en efectivo; sí un Passat rojo, puesto en el puerto de Veracruz, endosada la factura a un propio. ¿Y el caso de los alfiles que recibían las transferencias bancarias? Un hotelero, un médico, un empresario. ¿Y el de la escuela de danza donde resultó socia doña Mónica? Luego les cuento…
Barril sin fondo el de los marcelistas, de regreso al ayuntamiento de Coatzacoalcos por lo que les faltó robar. Su líder, Marcelo Montiel Montiel, delegado de la Secretaría de Desarrollo Social federal en Veracruz, no les da pero los pone donde hay, el presupuesto a su alcance, las obras, la nómina, los recomendados, los entres policíacos y la mordida. Se repite la historia de 2004 y 2010, cuando el marcelismo dejó las arcas secas y hasta un libro negro se hizo de cada administración, con obras pagadas con sobreprecio, albercas fuera de norma, obra adicional y obra excedente violando la ley, recursos federales malversados, impuestos condonados sin atribuciones para hacerlo y hasta crímenes encubiertos. Lo que es el vértigo del poder…
Que Mireya le envía un fogoso saludo a Joaquín. Hermosa la dama, tiene también el don de la paciencia y la habilidad para asumir su condición de reina, como siempre debió ser. Atrás quedarán los obsequios fastuosos, la laptop última generación, dinero sin medida. Hoy toca a las puertas del reino y, por lo pronto, Mireya envía un fogoso saludo a Joaquín. Amor de verano en pleno invierno…
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