* Se requieren 800 millones para levantar Coatzacoalcos * Pepe Tubilla, secretario de Desarrollo Económico * El tío del gobernador y sus negocios * Pérez Cruz y la camioneta robada de Federico * Evade las sospechas de Pulgoso Lagunes * Pateado, regresa a lamer las suelas de los Robles * Las navidades de José Pablo
Por inconsciencia, por insolencia o por perversidad, Marco César Theurel Cotero culminó su alcaldía con una crisis financiera, sin pagar aguinaldos en tiempos de ley, al aire decenas de proveedores y constructores y convertida la obra pública en negocio personal. En suma, un desastre de mil 28 millones de pesos.
Deja Theurel —“Te rompo tu puta madre”— una estela de corrupción, atropello y encubrimiento que le permitió hacer más pequeño al ayuntamiento de Coatzacoalcos, endeudado como nunca y por 30 años, mientras él hacía gala de riqueza, lujosas mansiones, avión propio, cenas y francachelas que aún debe saldar la tesorería, y una actitud soberbia y por demás prepotente.
Oficialmente, Marcos Theurel cerró con un pasivo contable de 228 millones de pesos, entre deuda a proveedores, prestadores de servicios, constructores de obra pública, energía que evadió pagarle a Comisión Federal de Electricidad, laudos laborales perdidos, prestaciones al personal sindicalizado y de confianza del ayuntamiento, y algunos créditos bancarios.
Su pasivo contingente, el que no está registrado en libros pero que tiene impacto en las finanzas públicas porque corresponde a los pagos eventuales por juicios en trámite y a lo que requerirá el municipio para recuperarse del abandono, es de 800 millones de pesos, según un reporte que tiene en sus manos el Congreso de Veracruz y el gobierno federal.
Entre ambos —pasivo contable y pasivo contingente—, Marcos Theurel hereda una deuda de mil 28 millones de pesos, su desastrosa administración a la vista de todos, histórica, como él mismo la categorizó, no por eficiente ni por alcanzar logro alguno sino por ser la peor de que tenga memoria el pueblo de Coatzacoalcos. Históricamente un desastre.
Muestra del caos theurelista, la bipolaridad y el abuso como forma de gobierno, el pasivo contingente engloba obligaciones financieras y jurídicas, pero también renglones lanzados al olvido por el fallido alcalde: alumbrado, limpia pública, bacheo, espacios recreativos, infraestructura urbana, a los que le invirtió poco o no le invirtió un centavo.
Dejó a Coatzacoalcos como si fuera zona de guerra: huecos y hoyancos, calles destruidas, losas si reparar; postes sin luminarias y donde las había, fundidas; caminos y puentes sólo en proyecto en la zona rural; la recolección de basura en punto muerto con sólo ocho unidades en servicio y cinco destartaladas; el tiradero a cielo abierto de Las Matas a su máxima capacidad y sin que se haya avanzado en la autorización para el relleno sanitario; un centenar de colonias con un déficit alarmante de servicios, la mayoría carentes de pavimento; fuera de las canchas con pasto sintético, otro descarado negocio del alcalde, y el parque Jurásico al que también le hincó el diente, Theurel dejó los espacios recreativos en el abandono.
Nacido para todo, menos para político, Marcos Theurel nunca ocultó su desprecio por la zona rural del municipio. Por lo menos 25 obras en nueve ejidos quedaron inconclusas y en algunos casos ni siquiera arrancaron. Olvidados sus habitantes, hoy con sobrada razón reclaman que las obras no se hicieran pero que los constructores hayan cobrado gran parte del monto contratado.
Subsanar el cochinero político de Theurel costará por lo menos 800 millones de pesos, mientras el ex alcalde se daba vida de rey, dilapidaba recursos en maquillar su destartalada imagen y la de su esposa, casi 400 millones con cargo a gasto publicitario y supuestos eventos y convenciones; una fortuna tirada a la basura, la hojalatería de una imagen erosionada por sus desplantes, por la soberbia con que trataba a subalternos y ediles, al personal y hasta a la misma sociedad.
De los más de 3 mil millones de pesos que Theurel manejó a discreción, una buena parte los invirtió en el saneamiento de la ciudad. No era proyecto de gobierno sino proyecto personal, implicados el gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, y el ex titular de la Comisión Nacional del Agua, José Luis Luege Tamargo, que con su firma avalaron las trapacerías del entonces alcalde de Coatzacoalcos.
Rapaz pero burdo, el ex alcalde hizo de la licitación pública una simulación descarada. CONAGUA le inyectó más de 100 millones de pesos al saneamiento de Coatzacoalcos, pero el dinero fue a parar a las empresas constructoras con las que Marcos Theurel venía operando desde que era secretario de Comunicaciones del gobierno fidelista, entre ellas HEYCKA, a la que le asignó el mayor monto; otras las incorporó por recomendación, como es el caso de COCOTAB, a la que le preceden quejas y escandalosos episodios en obras en el estado de Tabasco.
Algunas empresas son de sus amigos, compadres y protegidos, como Haus Desarrollo Inmobiliario, de José Antonio Parra Cortaza, vía su hija Jenifer; Ingeniería Ambientales y Procesos, de Brian Carlos López Mendoza, su director de Adquisiciones, implicado en la violación de una patente industrial al ser sorprendido por la policía federal clonando tapetes ecológicos; Dituplas, del ex líder de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción en Coatzacoalcos, Saúl Márquez Casango, y Extrumex, cuyo socio principal es Jorge Cobos Echagaray, del clan Anaya, al que le tocó un contrato de sólo 5 millones de pesos, pero a cambio le otorgó en exclusiva la termofusión de los tramos de ductos, que el señor Theurel compró en demasía. O sea, todos los contratistas tenían que usar los servicios del Chato Cobos, lo que multiplicó las ganancias.
Colmilludo y mañoso, Marcos Theurel optó por realizar obra subterránea, lejos de la mirada de todos, sin riesgo de evidenciar que lo invertido no correspondía a la calidad y a las exigencias que establece la ley. Por ello existen colonias donde el drenaje no sirvió. Tal es el caso de la colonia Teresa Morales, donde se abrieron cunetas en las calles para que corra el agua de lluvia antes que la zona se convierta en una laguna. Por esa obra se pagaron más de 10 millones de pesos y el contratista fue Haus, del compadre José Antonio Parra.
Sabe Theurel que los puentes y las pavimentaciones no son lo suyo. En Xalapa, siendo titular de la SECOM, se le vino abajo el Puente Bicentenario, sobre la avenida Lázaro Cárdenas, la salida a Veracruz, tras accidentarse un tráiler y caer de forma espectacular. En Coatzacoalcos, las losas de la sexta etapa del malecón costero y un canal de la colonia Gaviotas colapsaron por el efecto de las lluvias. La empresa constructora, Proyecto, Construcciones y Reparaciones (PROCORE), responsable de la obra, es de Theurel a través de su ex secretario de Obras Públicas, Marco Antonio Anaya Huerta, y su alfil, Gilberto Peña.
Deja pues Theurel a Coatzacoalcos convertido en un cochinero administrativo y en un caos financiero, en el abandono la ciudad y la zona rural, con un pasivo contable de 228 millones de pesos y con un pasivo contingente estimado en 800 millones de pesos.
En suma, un desastre de mil 28 millones de pesos.
Archivo muerto
Insólito nombramiento, sólo para empezar: José Tubilla Letayf es el nuevo secretario de Desarrollo Económico del ayuntamiento de Coatzacoalcos. Hará un año, trataba Pepe Tubilla de encajarle al erario un negocio de 68 millones de pesos, vía la instalación de reguladores de energía en cada poste de alumbrado para evitar los picos de corriente que disparan el consumo y consecuentemente el costo. Zygor se llamaba el proyecto, como su empresa. Lo paró el cabildo y entonces Tubilla y Marcos Theurel, el ex alcalde, idearon que se concretara mediante un arrendamiento bancario, pero no les alcanzó el tiempo para consumarlo. En los próximos días se verá para que se usa el poder. Pepe Tubilla fue a quien le tocó darle los últimos óleos al negocio de la familia, Fotoluz, el orgullo de don Pepe Tubilla Estefan, un viejo querido y admirado por todos, por su humildad, por su visión, por su generosidad, por su capacidad de trabajo. Pepe Tubilla, el hijo, es hoy el nuevo secretario de Desarrollo Económico de Coatzacoalcos. Para algo sirve ser tío del gobernador Javier Duarte de Ochoa y de la primera dama Karime Macías Tubilla…
Atrapado en sus taras, como siempre, José Luis Pérez vuelve a irse por la tangente. Con más vómito que discurso, muy propio en él —incluso con una imputación falaz que agrede a mi familia y que esa sí se ventilará en otro terreno—, evade lo que aquí, en INFORME ROJO, se planteó: la sospecha expresada por el texto-regidor Federico Lagunes Peña sobre el o los autores del robo de su camioneta Endeavor Mitsubishi: el alcalde Marco César Theurel Cotero y el propio Pérez Cruz. De uno —Theurel— Pulgoso Lagunes guarda un profundo rencor por evidenciarlo como drogadicto y acosador sexual, y con el otro —José Luis Pérez— mantiene una guerra de bajo perfil desde que Federico urdiera, junto con un ex vocero municipal, que al autor de Crónica del Poder se le enviara dos meses a la congeladora por despotricar contra la familia Robles en un mensaje hallado en una red social, donde acusa de “pendejo” a uno de los jefes del clan. El punto es ese: la disputa entre Federico Canino y Pérez Cruz, y la sospecha de Pulgoso Lagunes, escuchada por sus compañeros de mesa en el restaurant La Barra de Tuxpan, la mañana del 17 de diciembre, minutos después de haberse consumado el robo del vehículo. ¿Sabe leer o no sabe leer el patético Pérez Cruz? Quiere que otros le prueben que se robó la lujosa camioneta cuando que quien sospecha de él es Canino Lagunes. ¿Le cuesta entender eso o hay que explicárselo como si tuviera cuatro años? Desvergonzado, cínico, se asume digno, piel de nena, en un retorno miserable al establo periodístico donde fue pateado, reducido a nada, ignorado y silenciado; a las páginas de Diario del Istmo, ahí donde el drenaje es cotidiano aroma y la succión es el arte de José Pablo Robles y “sus familias” para hacer fortuna a costa del erario —yunistas y duartistas en una misma campaña; priistas, panistas o perredistas al mejor postor; ivanistas y marcelistas; todo lo que huela a dinero—, y tras buscarle al rumbero periodista acomodo en otros medios locales, donde nadie lo quiso, optó por volver a lamer las suelas de sus patrones, entre ellos Mónica Robles, que por cierto, es otro caso de maltrato público y burla popular. Qué diferencia con Cevejara, Cecilia Bocanegra, Azucena Rosado, Luis Esteban Castillo, Alejandro Martínez, Jorge Cáceres y muchos más que no se dejaron aplastar, algunos defendiendo su derecho en los tribunales y otros ante la opinión pública. Sin sustancia, sin argumento, nada tiene Pérez Cruz. Ahí radica la pobreza de su análisis, opacado incluso por el nefasto Pulgoso Lagunes, que en unos días lo dejó atrás, a quien algo le debiera aprender. Quiso abrir José Luis esas puertas. Bien. Al fin que el 2014 apenas despierta. Le seguimos…
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