* El mensaje con el que insulta al director * Diario del Istmo tampoco es una joya moral * Encubrir intento de violación a una reportera * Periodistas sujetas a extorsión sexual * Prensa municipal y los convenios de publicidad * Pérez Cruz, Benita y su candidato * Mary Mora y el desvío de recursos * El DIF caído y Lu-pilla en fuga * Samanta, con base y salario de 40 mil al mes * Facturas falsas en la contabilidad de Nanchital * La analogía de Zaíd
Con lenguaje insolente, y peor intención, José Luis Pérez Cruz pudo hacer la sátira, retrato mordaz, mofa corrosiva de sus patrones en Diario del Istmo; tejer una red para detentar el control del medio y su filial DI Noticias, y sentarse a disputar el poder que da el manejo de la información.
Venía operando así y nunca dejó de hacerlo, y decirlo, hasta que un desliz, un descuido fatal, exhibió de qué lodo está hecho el subdirector operativo del periódico de la familia Robles.
“Héctor es un pendejo”, escribió con expresión puntillosa, infamante, en alusión al director del rotativo, Héctor Robles Barajas, hallado el texto en una cuenta de Facebook.
Cuentan la historia los grillos del Istmo, vecinos de aquel establo, que lo han visto maniobrar, unas veces para los intereses de la empresa y otras, las más, para los suyos, tendenciosa la información, no ajena a la presión política o empresarial, al chantaje sutil, al ajuste de cuentas, como opera una banda criminal que no dispara balas, pero sí injurias y embustes, y con eso colma su ambición.
“Héctor es un pendejo”, decía el mensaje, una extensa perorata con que Pérez Cruz se indignaba por el regreso de Federico Lagunes Peña a las páginas de Diario del Istmo, tres años fuera por su condición de regidor en el ayuntamiento de Coatzacoalcos, del que salió denunciado por acoso sexual, de usar su cubículo para concretar sus citas con prostitutas, de darle chamba a sus familiares y bajo la insinuación del ex alcalde Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”— de consumir drogas al rehuir el examen antidoping y llevar luego un botecito con orina que debe haberle tomado a algún allegado limpio.
Alegaba Pérez Cruz en su mensaje privado que era una contradicción que Diario del Istmo reclutara de nuevo a Federico Lagunes si pretendía tener algo de credibilidad. Pero los Robles son los dueños y podían hacer lo que quisieran con su periódico, reconocía el subdirector operativo de Diario del Istmo.
Ufano y soberbio, se jactaba de que por su parte seguiría avanzando en el control de las áreas clave de Diario del Istmo y DI Noticias: la mesa de redacción, los reporteros y la información.
Confirmaba en el mensaje lo que todos sabían: su alfil para ejercer ese control era Esmeralda Álvarez Ventura, su editora favorita y jefa de asignación de DI Noticias.
Un descuido, sin embargo, proyectó la deslealtad de Pérez Cruz hacia sus patrones. El equipo de cómputo en que se hallaba el mensaje de Facebook quedó abierto y el personal pudo enterar a la familia Robles de la insolencia de su subdirector operativo.
Una vez descubierto, José Luis Pérez Cruz hizo lo que mejor le va: llorar su desgracia y negar su traición. Se excusaba con una versión inverosímil: le habían hackeado su cuenta y los responsables eran Federico Lagunes y el subdirector de Operaciones de DI Noticias, Antonio Lojero Vázquez, antiguo jefe de prensa de Iván Hillman Chapoy, esposo de la hoy diputada local Mónica Robles Barajas, la hija mimada de José Pablo Robles.
Hacía un mes Federico Lagunes Peña había reanudado su columna De Políticas en Diario del Istmo. El 9 de septiembre de 2013 publicó su primera entrega, igual de limitada que siempre, sin estilo, sin léxico, con el sonsonete habitual y las frases de toda la vida.
Lagunes volvía a la carga y Pérez Cruz no tardaría en dejar de publicar.
Irónicamente, la última columna de Pérez Cruz remataba con un comentario sobre el hackeo a la página electrónica del ayuntamiento de Coatzacoalcos.
“Un fondo oscuro con letras rojas y una máscara en silueta en morado anunciaba que ‘ZeroByte’ había dañado la página en Internet inhabilitando la información que ahí se deposita”, escribía José Luis Pérez Cruz en su Crónica del Poder, el 21 de octubre.
“Hasta en internet el ayuntamiento porteño sufre de la delincuencia ¡Lo que hay que ver…!”, concluyó.
Y sí, lo que hubo que ver fue su mensaje en Facebook, donde despotricaba contra la familia Robles, dueños de Diario del Istmo, DI Noticias, Imagen de Veracruz y la agencia Imagen del Golfo, que de los cuatro no se hace uno en materia de credibilidad y respeto.
Encuerado moralmente, Pérez Cruz se fue a la congeladora dos meses, convertido en un cero a la izquierda, silenciado y amenazado con el despido. No tronó por lo que le sabe a los patrones, pero quien fue echada del diario fue Esmeralda Álvarez Ventura, con quien iba tejiendo el control de la información para gobernar desde adentro del imperio de los Robles.
Pateado en su propio establo, volvió a su Crónicas del Poder el 29 de diciembre, a agitar el avispero y a dar pie a exhibir por qué fue acallado por espacio de dos meses, los Robles convencidos de su deslealtad y Pérez Cruz colgado del clavo ardiente de que su cuenta le fue hackeada.
Pinchada o no, supuestamente hackeada como dice el autor de Crónicas de un Traidor, la existencia del mensaje no fue desvirtuada por Pérez Cruz. Lo único que le quedó fue responsabilizar del hecho a Federico Lagunes y Antonio Lojero.
Reclama ahora José Luis Pérez Cruz respeto para “su buen nombre”, como si lo tuviera, el de un desleal que suponía que el hospedaje de los Robles en su negocio editorial podía pagarse con una mordida de mano, mareando a Héctor Robles Barajas, teniéndolo acotado y distante de la intención, y sobre todo la ambición, que mueve al subdirector operativo de Diario del Istmo.
Sirve la polémica desatada por Pérez Cruz para recordar que no es Diario del Istmo una joya moral. Ahí se encubrió el ataque e intento de violación a una reportera hace un par de décadas y hoy se permite la extorsión sexual a comunicadoras —cuatro, cinco, sus nombres en reserva— con el señuelo de darles proyección, maquillarles sus notas insulsas, pasadas por el bisturí, concederles las ocho columnas, ellas carne de cañón de quienes también se escudan en un “buen nombre”, oculto su bajo instinto.
Lenguaraz, el tal Pérez Cruz formuló el retrato mordaz de sus patrones en Diario del Istmo, quiso tejer una red para controlar al director y disputarle el manejo de la información… hasta que su mensaje en Facebook dio el tamaño de su traición.
¿Qué más hay? Mucho pero sin prisa.
Archivo muerto
Traficantes de influencias, José Luis Pérez Cruz, Benita González y rémoras que los acompañan quieren el área de prensa municipal no sólo para emplear a uno de los suyos, sino por algo de mayor valor: la información relativa al monto de los contratos del ayuntamiento de Coatzacoalcos con cada empresa periodística, chayotes incluidos, cifras y detalles para enfrentar a enemigos y rivales. Tienen proyecto y propuesta, deslizada, sugerida para calar al alcalde Joaquín Caballero Rosiñol, para ver si la toma o la ignora, se somete o los desaira. Algo así como la asonada con que intentó Pérez Cruz tomar el control de DI Noticias y Diario del Istmo. Por lo pronto, desde que fue cesada en periódico de los Robles, Esmeralda Álvarez Ventura, la editora favorita del Pérez Cruz, fue inscrita en la nómina de prensa municipal, con salario de 16 mil al mes, y ahí se quedará, guste o no al círculo rojo del alcalde. Una oreja en palacio no suena mal. Y a todo esto, ¿qué dirán El Liberal, El Heraldo, Notisur, Olmeca, Tv Azteca, Gráfico, la radio, de que el monto de sus convenios con el ayuntamiento ande de boca en boca y de página en página?…
“Resuelve y dispara”, decía lacónico Marcos Theurel. Y Mary Mora resolvía y disparaba. Cubrió así un cúmulo de deudas, sin advertir en qué lío la había metido su alcalde. Semanas después, la directora de Egresos del Ayuntamiento de Coatzacoalcos escuchaba un reproche insólito. ¿Por qué había tomado dinero de partidas destinadas para un fin de determinado y con él realizó pagos de naturaleza distinta? Eso, por si doña Mary Mora no lo sabía, es desvío de recursos y se paga con cárcel. Alegaba ella que si lo hizo así fue porque Theurel se lo ordenó. Pero, como siempre, el alcalde se lavaba las manos. En corto, Marcos expresó: a ver cómo lo arregla pues no hay dinero para cubrir ese error y si alguien va a la cárcel, que sea Mary… En fuga Lu-pilla Félix de Theurel por aquello de su seguridad personal, el DIF de Coatzacoalcos terminó en el caos político y el abandono moral. Dejó caer la primera dama el Centro de Rehabilitación Integral de Coatzacoalcos (CRIC), al que habrá que invertirle mínimo 3 millones de pesos para reactivarlo. Equipo especializado, de alta precisión, sufre hoy el efecto de la humedad y el daño que genera la negligencia oficial. Refieren los empleados que en el papel, en facturas, todo recibía mantenimiento pero la realidad apunta en sentido contrario. O sea, el presupuesto se empleó con maña, usados los documentos de los proveedores sólo para justificar el desvío de recursos. Lu-pilla brilla por su ausencia y hasta el teléfono se declaró, hace ya tres meses, en huelga de brazos caídos, suspendido por exceso de pago. Hoy, Cristina Cházaro, la nueva primera dama, esposa del alcalde Joaquín Caballero Rosiñol, aún sin el lenguaje de los políticos, corta en su hablar, lo confirma…
Herencia de theurelismo, Samanta Palafox Barandiarán jugó sus cartas y sacó premio. Era la coordinadora de asesores del inefable Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”— y cuando concluyó el trienio aseguró base y todos los privilegios que ello conlleva, ficha sindical 11190 y salario de 40 mil pesos mensuales. De ahí que el 2 de enero, como todo el personal del ayuntamiento de Coatzacoalcos, se presentó a laborar en la dichosa Coordinación de Asesores, como para que su titular, Galdino Cerecedo Márquez, se vaya acostumbrando a su incómoda presencia. Dice ser inamovible, piedra en el zapato, oreja de Theurel, a ver quién la aguanta. O a ver cuánto tarda en reventar…
Costara lo que costara, así fueran facturas falsificadas o comprobantes fiscales de proveedores fantasma, se fue maquillando la contabilidad del Ayuntamiento de Nanchital. Realizó la sucia faena un despacho de Ciudad Isla, la tierra del secretario de Gobierno de Veracruz, Erick Lagos Hernández, por un mísero millón de pesos y su misión fue corregir las inconsistencias contables detectadas por el Órgano de Fiscalización Superior (ORFIS). Salvó así al alcalde Alfredo Yuen Jiménez de enfrentar una acusación penal y de ahí que el millón acordado sea una minucia de lo mucho que corrió, y sobre todo se desvió, en las manos del líder petrolero y sus hijos de la mala vida, que hicieron del palacio municipal un negocio digno de la peor pandilla de Chicago en tiempos de Al Capone. Hubo otro ganón en el truculento negocio: Luis Vicencio Santos, alias Güicho Panteón, curiosamente el contralor que debió cuidar —aunque es obvio que no lo hizo— que todo movimiento contable tuviera soporte. Don Güicho se llevó 200 mil pues su mérito consistió en haber contactado al despacho isleño y ponerlo a las órdenes del alcalde Yuen para engañar al ORFIS, al Congreso de Veracruz, a la Auditoría Superior de la Federación y al mismo gobernador Javier Duarte de Ochoa, el extraviado próspero…
Analogía de Zaíd sobre los partidos políticos: México es la corte real: el PRI es el rey, que ordena, impone y atropella; el PAN es la reina, pues ahí está pero no manda y es aburrida; el PRD es el bufón, el que divierte a todos, y el resto son los cortesanos que van a los festejos del rey a recibir migajas. Cualquier parecido con la realidad, es la realidad…
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