* Ayotzinapa, una vergüenza nacional * El Ejército no actuó * Duarte y la indemnización de Santa María * De Hombre y el basurero * 250 mil mensuales * Otra denuncia contra Manuel Bringas y Samuel Muñoz * La reina del Bingo y el rey del petróleo * Tahúres en el Crown * El candidato y la mujer golpeada
Ayotzinapa y Tlatlaya. Guerrero y Michoacán. Estado de México, Tamaulipas y Veracruz. Los Abarca, Los Chuchos, Peña Nieto, el narco, los Templarios, los Zetas, los Golfos, los Chapos, la policía, el Ejército, la violencia, el baño de sangre, las fosas clandestinas. Es la ingobernabilidad, y el Estado fallido, y el terrorismo de Estado, y terror criminal. Con todo lo doloroso que suene, sí, ese es México.
Es México donde su Presidente se fuga a China en medio de la crisis, huyendo de todo, de la implicación del Estado en la desaparición y muerte de los 43 estudiantes de la normal Raúl Isidro Burgos, huyendo también del escándalo de la “Casa Blanca”, pues es insultante que en un país empobrecido, Enrique Peña Nieto posea una casa de 86 millones de pesos.
Es Tlatlaya, estado de México, donde una partida militar se enfrena con un grupo delincuencial. Los somete. Los confina en una bodega. Regresa a los tiempos de los juicios sumarios. Los coloca en una pared y les dispara. Fue una ejecución.
A quienes acusaron que el Ejército incurrió en un crimen, el gobierno peñanietista respondía con indiferencia. Luego lo defendió. Pero cuando presionó la prensa internacional, Peña Nieto dijo que había conductas individuales y cedió parcialmente. El Ejército a salvo y los ejecutores sujetos a juicio. La justicia tiene que venir del exterior.
Es México donde el gobierno recurre a la infiltración de las marchas de protesta, se deja agredir, sus porros embozados incendian la Puerta Mariana de Palacio Nacional, y luego lanza argumentos de condena: no se puede pedir justicia mediante el uso de la violencia.
Es México donde el procurador externa fastidio —“ya me cansé”— ante las preguntas de la prensa en torno a la versión que apunta a la muerte de los normalistas, y que genera reacciones virales en las redes sociales. También el pueblo dice “ya me cansé”. Se cansó de tanta corrupción, tanto cinismo, tanta impunidad, tanto político desgraciado que finca su riqueza sobre la pobreza de la sociedad.
Vergonzosamente se fuga Peña Nieto cuando naufraga en un mar de incredulidad y su régimen soslaya toda alusión a la inacción del Ejército ante el llamado de los normalistas. La omisión, por si el Presidente no lo sabe, también es delito.
Ayotzinapa le quema las manos al Presidente. Desnuda el vínculo entre el poder político y el narcotráfico, las policías usadas como halcones del crimen organizado, ejecutores de órdenes mortales, las fuerzas de seguridad al servicio de los malosos.
Peña Nieto se ha dedicado a mentir, a omitir y a tratar de confundir. Clasificada, precisa, documentada, la información que posee el Presidente le dio desde un principio la lectura real de Ayotzinapa, específico el papel del gobernador de Guerrero, el del alcalde de Iguala, el de las fuerzas militares, todos implicados pero a éstos los encubre.
Maniobra Peña Nieto y destituye al gobernador de Guerrero; aprehende al alcalde de Iguala y a su mujer, la dueña de la plaza; implica a otro alcalde, el de Cocula; caen los perredistas y también las piezas de Andrés Manuel López Obrador.
Pero hay un cabo suelto: el Ejército.
Peña Nieto le da un cariz político al atropello cometido con los 43 normalistas. Supone que destituyendo a un gobernador, Ángel Aguirre Rivero, armando la aprehensión del alcalde de Iguala, deteniendo a más de 70 policías y narcos, la sociedad le va a aplaudir.
¿Y los militares que pecaron de omisión y quizá de acción?
Intocable, el Ejército no es testereado. Es inmaculado en el código peñanietista, así haya evidencia de que no actuó. Pudo evitar el crimen, pero dejó que los policías iniciaran el festín sangriento, que terminó con 43 cuerpos calcinados.
Del 27º batallón del Ejército se cuentan historias que provocan indignación. Un sobreviviente de la masacre, Omar García, advierte que una vez que la policía detuvo a los normalistas, la noche del 26 de septiembre, el Ejército los criminalizó, los intimidó, y dejó que el levantón se consumara. Así lo difundió a Aristegui Noticias:
“Llegó el Ejército acusándonos de allanamiento (de un hospital), dándonos culatazos y al compañero herido también lo sometieron”, reveló el estudiante.
Omar les preguntó a los soldados: “Oigan, no están viendo que está gravemente herido, lo que necesitamos es apoyo”. En ese momento el joven ayudaba a uno de sus compañeros heridos, quién todavía no se recupera.
“Fue ahí cuando nos dijeron: Ustedes se lo buscaron, eso les pasa por andar haciendo lo que hacen”, agregó.
Para el joven la forma de actuar de los militares es un “reflejo de la criminalización (contra los normalistas), que han insertado en las fuerzas del orden”.
Además, los soldados los fotografiaron a todos. “Nos dijeron: den sus nombres reales porque si nos dan sus nombres falsos nunca los van a encontrar”.
Ahora Omar se pregunta qué hizo el Ejército en dos horas, las dos horas que no aparecía por ningún lado.
“Durante este tiempo el Ejército ni sus luces”, remarcó.
“Después de la segunda balacera a las 12:30 (de la madrugada) aparece el Ejército”, precisó.
Fue el Estado, le gritan a Peña en el Zócalo. Se lo gritan en las redes sociales. Se lo gritan en las marchas en México y en el extranjero. Y sí, fue el Estado. Aunque Murillo Karam diga que “Iguala no es el Estado mexicano”, el Ejército y su omisión sí implica al Estado.
¿Por qué desapareció el Ejército durante dos horas, justo cuando ocurría el levantón, la madrugada del 26 de septiembre, detenidos por la policía por órdenes del alcalde de Iguala, José Luis Abarca, para que los normalistas no sabotearan el informe de labores de su esposa, María de los Ángeles Pineda, la jefa de la plaza, hermana de líderes del grupo delincuencial Guerreros Unidos?
Jesusa Cervantes, en Proceso, también advierte la omisión del Ejército y el encubrimiento del gobierno peñanietista:
Pareciera que lo importante no es la verdad sino la “percepción”. Y en este mover de piezas hay una que Murillo prefiere no se toque, incluso ¡avala! en su omisión. Se trata del Ejército.
¿Por qué no actuó cuando los jóvenes les pidieron ayuda? ¿Por qué no se le investiga? La respuesta está en lo que en tono molesto dijo Murillo a la reportera María Idalia Gómez cuando lo inquirió sobre ello: “El Ejército, como todos los ejércitos del mundo, se mueven sólo por órdenes. Yo nomás quiero saber a quién hubiera apoyado? Obviamente a la autoridad, hubiera sido peor, mucho peor, qué bueno que no salió”. El mensaje es, al Ejército no se le toca.
Ejército, PGR, CISEN, Gobernación, los Chuchos, el PRD, Aguirre Rivero, todos sabían qué negocios traían los Abarca con el narco y su proyecto para perpetuarse en el poder y todos callaron y solaparon. Narcopolíticos, criminales, detenidos supuestamente en Iztapalapa, en el DF, los Abarca sirven hoy para deslindar a los militares de su parte de responsabilidad.
Del 27º batallón se cuentan historias malas e historias peores. No sólo no actuó sino que una de las balaceras ocurrió a dos kilómetros y llegó tarde al lugar de los hechos.
Ayotzinapa sigue sacudiendo la conciencia colectiva. Oficialmente los normalistas están desaparecidos, pero el cansado procurador Murillo Karam admite que los narcos asesinaron a una buena parte de los normalistas, los incineraron y luego diseminaron sus cenizas.
Es una crisis mayúscula, impensada, la mayor en las últimas décadas. Se esfumó el “milagro mexicano”. Ni quién se acuerde de las reformas estructurales. Protestan en México. Condenan a Peña Nieto en el extranjero, más cuando se sabe que en medio de la pobreza, el Presidente se construye una mansión de 86 millones de pesos. El México real es desigual. No hay desarrollo si persiste la injusticia, si la seguridad está rebasada por la violencia.
Y para evadir el conflicto, Peña Nieto se fuga a China. Qué fregón.
Archivo muerto
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Malas nuevas para Manuel Bringas Burelo: acaba de serle interpuesta su enésima denuncia penal por agenciarse tierras que no son suyas. Lo enfrenta a la ley Humberto Martínez. Le imputa cargos como despojo, asociación delictuosa, robo, fraccionamiento indebido, venta o promesa de venta indebida, fraude específico y los que le resulten. Presentada este martes 4, la denuncia fue ratificada de inmediato ante la Agencia Segunda del Ministerio Público del fuero común de Coatzacoalcos, y se le asignó la investigación ministerial 596/2014 mesa III. Tiene que ver con el apropiamiento de una fracción del predio Punta Diamante, a un costado del Palacio de Justicia Federal, donde el Conde de Bringas hizo de las suyas, vendió lotes, incurrió en fraccionamiento indebido por el que también está señalado en otra denuncia del ayuntamiento que preside Joaquín Caballero Rosiñol. A su desgracia se agregan tres más de las que aquí se dará cuenta en breve. Cerca, muy cerca de donde comete sus fechorías está el reclusorio regional, pronto llamado el Palacio de Bringas, y donde morará una temporada el citado conde vendelotes, junto con su pajecito, el ex guarura Samuel Fernando Muñoz de la Rosa, el abogadazo que lo embarcó en el negocio del tráfico ilegal de terrenos...
Cliente frecuente del Crown, la reina del Bingo confía en su suerte y le apuesta a todo. Célebre, la señora no hay día que no se pare por ahí, que no disfrute, que no reciba la bendición de la diosa fortuna. La secunda su marido, el rey del petróleo, también asiduo al despilfarro, y si es con lo ajeno, mejor. Par de tahúres, se juegan las cuotas de los trabajadores y el producto de sus empresas constructoras. Ella es Reyna León, la presidenta del DIF, y él, Jorge Wade González, líder de la sección 10 del sindicato petrolero, los dueños de Minatitlán. Ella, aspirante a diputada federal. Él, candidato a nada, pues dos veces ha perdido la elección. Lo que es sembrar de piedras el camino del PRI...
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