* Veracruz, ahogado en una deuda de 55 mil millones * Y los Centroamericanos nos costaron 3 mil 176 millones * Férez Kuri y Sandra Moreno * De Cinépolis a la tragedia * Lo que se calló el procurador * Las redes y otras historias * Transportistas repudian maniobra de Renato * El político y la coca
Torvo y violento, Guillermo Ibarra Macías asume pose pandilleril. Reta con la mirada. Empuña el bastón retráctil. Encara. Lo guarda y se refugia entre la Fuerza Civil, oídos sordos a los manifestantes que lo increpan, que gritan que anda armado.
Corre esa estampa en las redes sociales. Dos, tres, cuatro videos evidencian que el director de Obras Públicas tiene afanes enfermizos por la agresión y devoción por la violencia. Lo desnudan las escenas y generan una reacción viral, descomunal el repudio, los gritos de condena, los insultos, las mentadas, la exigencia de que un funcionario así, con espíritu de porro, se debe ir.
Aquel sábado 15, hará una semana, había presagios de conflicto. Iniciaba los Juegos Centroamericanos y del Caribe en la sede de Coatzacoalcos. Se advertían manifestaciones por los 43 normalistas de Ayotzinapa. Protestarían por la inseguridad, asesinado cuatro días antes José Antonio Férez Kuri, en el estacionamiento de Plaza Patio, indignada la sociedad.
Llegan los manifestantes, maestros, telefonistas, petroleros, sociedad civil. Rondan las 9 de la mañana. Se hallan en la confluencia de Lázaro Cárdenas y Bravo. Pintan sobre el pavimento varias siluetas y el número 43.
Son observados desde las vallas metálicas. Un nutrido grupo de empleados del ayuntamiento los tiene a distancia. Su misión es mantenerlos ahí. Nadie pasa. Ese es el acuerdo previo. Hasta las vallas y nada más. Escuchan los discursos, los reclamos, las condenas al gobierno por la desaparición de los jóvenes normalistas de Ayotzinapa.
Se prende la mecha. El video no muestra el instante en que se incendiaron los ánimos. Se ve el jaloneo. Se escuchan los gritos. Un empleado municipal se tambalea, golpeado por un bote de aerosol. Se lleva las manos a la cara, a los ojos.
Entre los manifestantes también hay agredidos. Maritza Mijares, una joven maestra, es tomada de su brazo derecho. Su padre, quien tiene capacidades diferentes, intenta auxiliarla. Es maltratado, jaloneado. Maritza lo defiende. Vuelve a ser jaloneada y horas después muestra en las redes sociales los moretones que le provocaron.
Hay un momento revelador en los videos. Uno de ellos, captado a corta distancia, permite ver el andar de Guillermo Ibarra Macías. Pasa a primer plano. En su mano izquierda empuña un bastón retráctil. Lo muestra son rostro soberbio. Permanece un instante frente a los manifestantes. Reta con la mirada. Luego golpea la punta del arma con fuerza. Lo vuelve a hacer. Así hasta que el bastón se cierra.
Comienza a alejarse. Pasa junto a dos elementos de la Fuerza Civil. Uno lo observa, el otro mantiene su mirada puesta en los manifestantes.
Se escucha una voz de varón que grita “Hombre armado, hombre armado, oficial”. Pero el oficial ni se inmuta. Una mujer de blusa blanca sigue al director de Obras Publicas y le hace ver a los policías que el funcionario exhibió un arma. Otra voz grita que los policías están del lado del agresor, evidente la complicidad de los uniformados. ¿Fuerza Civil? No, Fuerza Encubridora.
Facebook fue el acabose para el funcionario prepotente. Lo balconearon. Lo destazaron. Le llamaron “arbitrario”, “animal”, “cobarde”, “lambiscón”, “criminal”, “abusivo”, “asesino”, “efebo, protegido de Marcelo”.
Virulenta, la reacción popular conmina a alcalde Joaquín Caballero Rosiñol a actuar. Si no lo hace, le dicen, es cómplice. Y si se niega a actuar, que renuncie.
Equiparan a Guillermo Ibarra Macías con David Porras Pacheco, aquel director de Ingresos de la Tesorería municipal que un día, ebrio, fue a la zona de tolerancia y porque le habían cobrado la cuenta de una parranda a su hermano, sacó el arma y comenzó a disparar. Se sació cuando vio muerto a un mesero, Miguel López García, alias “La Mayra”.
Tuvo que huir. Fue ayudado por Marcelo Montiel Montiel, su protector y padrino, la impunidad a todo su nivel.
Pero David Porras estaba ebrio. El director de Obras Públicas no. O cuando menos no se le pudo apreciar.
Ibarra Macías viene de otro hecho de sangre. Su chofer, José María Cervantes, golpeó arteramente al ingeniero Guillermo Drago González en las oficinas de Obras Públicas, el 29 de octubre. Drago pedía, exigía, que atendieran una petición para desazolvar un canal pluvial en la colonia Puerto México. Cuatro veces había acudido a la dependencia. La última fue determinante. Ironizó sobre el “servicio” que daban ahí, propio para idiotas que creen que ahí están para servirle a la sociedad.
Salió el chofer de la oficina de Guillermo Ibarra. Se le fue encima. Lo tundió a golpes. Lo pateó. Le hizo perder dientes; le fracturó la nariz y el brazo; le provocó un derrame en el ojo izquierdo, y le generó moretones en todo el cuerpo.
Guillermo Drago denunció el caso penalmente. Señala al chofer como el auto material, pero a Guillermo Ibarra como el autor intelectual de la agresión.
Condenado por la opinión pública, sigue en el cargo como si no hubiera ocurrido nada. Permanece feliz, gozoso y jocoso. Se pavonea en eventos públicos. Disfruta ser el Señor de las Obras y el protegido del alcalde Caballero Rosiñol. Es el cinismo político. Es la corrupción en Veracruz.
Ibarra no es director de Obras Públicas por accidente. Está ahí por su relación con Joaquín Caballero, amigos de años, socios en negocios, el más célebre en Perconsa, cuando en 2003 estuvieron a punto de reventar a la constructora Gonzal, cuyo dueño real, Luis Martín González, logró capitalizar el conflicto, cosechar obras que le entregó Marcelo Montiel y terminar siendo líder de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción en Coatzacoalcos. Tapaos los unos a los otros.
Complicado, el sentido de su amistad es aberrante. Un amigo no daña al otro. Un amigo no lo enloda. Un amigo no agravia a la sociedad y se sirve de la complicidad.
Guillermo Ibarra Macías sí. Concibe al alcalde Caballero como el encubridor de sus fechorías, el solapador de sus desmanes, el aplaudidor de sus arbitrariedades.
Verlo ahí, empuñando un arma, un bastón retráctil, que equivale a unos chacos o a un arma blanca, da la medida de sus instintos violentos, la prepotencia como norma de conducta.
Sostenerlo ahí, como director de Obras Públicas, funcionario prepotente, sirve para catalizar los riesgos del alcalde de Coatzacoalcos. Quizá quiera pasar a la historia como un alcalde represor, o como un alcalde golpeador, o como un alcalde agresor de la sociedad.
Seguro un día no lejano Guillermo Ibarra Macías sea como David Porras Pacheco. Quizá le quite la vida a alguien y vea entonces cómo por sus excesos se pulveriza la alcaldía de su amigo Joaquín Caballero Rosiñol.
Así ocurre cuando a la amistad se le concibe como complicidad.
Archivo muerto
Ah, bueno. Nos salieron caros los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Nos costaron 3 mil 176 millones de pesos. Lo revela el secretario de Finanzas, Mauricio Audirac Murillo. Y dice también que la deuda de Veracruz es de 55 mil millones de pesos, cuando que al asumir la Sefiplan afirmaba que era de 41 mil millones. Pero la incongruencia es fenomenal, agraviante: Veracruz en la quiebra y todavía nos da para financiar los Juegos Centroamericanos, pagados por el pueblo, confinados a cuatro municipios, que son sede, lo que exime a la mayoría de la población de sentirlos y gozarlos. Ah bueno, esto sí es saber despilfarrar...
Incompleta, mañosamente incompleta, la investigación del procurador Luis Ángel Bravo Contreras, no consigna la identidad de esa misteriosa acompañante de José Antonio Férez Kuri el día que fue asesinado. Sandra Moreno, refiere una fuente, iba con el ex subdirector de Operación y Mantenimiento de la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento de Coatzacoalcos. Dice el insider que acudieron a Cinépolis, en Plaza Patio, la tarde del martes 11. Al salir, en el estacionamiento, varios individuos se acercaron. Supuestamente le pidieron las llaves de su camioneta, una Honda RAV4. Se negó a entregarlas y lo mataron. Una segunda versión asegura que fueron directo a arrancarle la vida. Otra fuente confirma que José Antonio Férez no iba solo. Lo acompañaba una mujer delgada, cabello claro, lacio. Concuerda con la fisonomía de Sandra Moreno. Refiere esa fuente que la mujer no se movía del lugar. Le preocupaba que su teléfono celular había quedado junto o debajo del cuerpo inerte de Férez Kuri, según dice la fuente, casi testigo presencial del homicidio, pues se acercó minutos después que se escucharon las dos detonaciones. Se retiró Sandra Moreno instantes más tarde, a la vista ya los funcionarios municipales y amigos de Férez Kuri que acudían ante la infausta noticia. Calló todos los detalles el procurador de Veracruz, alias “Culín”. ¿Es la mujer que gritaba: “ayuda, ayuda que me quieren secuestrar”?, de acuerdo con la crónica del periodista Ignacio Carvajal. Otra fuente sostiene que Sandra Moreno vive con el miedo en la piel, que ha variado su lugar de residencia. ¿Por qué si, según el procurador, los asesinos ya están en prisión y el caso está aclarado? ¿A quién más investigó el Ministerio Público y a quiénes dejó de investigar? Mientras, un mundo de historias corren en las redes sociales. Hablan de José Antonio Férez. Hablan de Sandra Moreno. Hablan de más. Hablan de lo que no quiere hablar “Proculín”...
Se para de frente la Unión de Permisionarios Transporte Uxpanapa al diputado Renato Tronco Gómez, el agitador del sur. Cursa oficio al gobernador Javier Duarte de Ochoa, con atención a Erick Lagos Hernández, el fidelista secretario de Gobierno que no resuelve nada y donde no hay conflicto, él lo crea. Le piden que no autorice nuevas concesiones de transporte mixto rural en Las Choapas, máxime que detrás de ellas está el tormentoso Renato, quien así quiere vengarse de los transportistas que se negaron a acarrear campesinos al bloqueo de las autopistas que van a Tabasco y Chiapas. El oficio, signado el 5 de noviembre, es explosivo. Lo suscribe el líder de Transporte Uxpanapa, Mateo Gálvez Alvarado, y en varios párrafos advierten la “represalia” del diputado Tronco por no secundarlo en su chantaje al gobernador de Veracruz. Si Duarte le concede a Renato el transporte rural, pronto irá por todo el pastel, desplazará a sus competidores, monopolizará el negocio. Autorizar nuevas concesiones de transporte rural sólo para complacer al frustrado cacique chantajista, equivale a que el remedio resulte peor que la enfermedad. Si Renato doblega a Javier Duarte bloqueando el paso carretero, cualquiera lo puede hacer. Y cuando el ejemplo cunda, será el cuento de nunca acabar...
¿Quién es ese connotado priísta, experto en finanzas, ambicioso sin llenadera, asiduo al juego de casino, que en sus ratos libres, que son muchos, consume harta coca para equilibrar su atribulada mente, en compañía del pintoresco abogado del desodorante perdido? Una pista: forma parte del TUCOM...
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