* Pen Club y la CIDH presionan * Diputado y senadora llevan caso al Congreso * No es de Yunes pero parece de Yunes * El espectacular se pasó de obvio * El crédito, en lo oscurito * Rehuye el fiscal el caso de los periodistas hampones * Roberto y Marlene, como si hubieran triunfado * Su votación, más que infame
Lo peor no es que Javier Duarte diga que hay periodistas que halconean, vinculados al hampa y que, acto seguido, aparezca muerto el reportero Juan Mendoza Delgado. Lo peor es que diputados, senadores, prensa nacional, el PEN Club y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos lo quieran fuera de la investigación judicial.
Nadie confía en él. Su voz es como el graznido del cuervo que presagia muerte. Y cuando la muerte llega, no es el gobernador de Veracruz quien garantiza que la justicia cumpla su misión.
Habló como el ave de mal agüero. Dijo en Poza Rica que algunos comunicadores tenían ligas con el crimen organizado. “Pórtense bien”, les dijo como aquel que tiene la piel limpia y el alma santa, como el hipócrita que pide cuentan sin rendir las suyas.
Insensato, Javier Duarte tiraba dardos a un gremio que fue a verle sonreír, a disfrutar la comida y el trago, a convivir sin intuir que el plato final sería una amenaza sutil.
Salieron de ahí indignados, desconcertados, abochornados. Fueron por un convivio y resultaron ultrajados.
No era advertencia. Fue amenaza de que en los días siguientes algunos periodistas se verían atrapados en los operativos policíacos, la llegada de fuerza federal a aquella región para enfrentar al crimen organizado.
“Por sus familias”, les había pedido Javier Duarte que dejaran de portarse mal, de tener vínculos con el hampa, de evitar que los atrapara las pugnas entre bandas de la violencia.
Aún sonaban sus palabras cuando Juan Mendoza desapareció. Era el 30 de junio. Salió a trabajar su taxi, el 1962, en el municipio de Medellín de Bravo. Ya no se le vio más.
Su esposa, Tayde Pavón, lo reportó desaparecido y levantó la denuncia. Acudió al Semefo y ahí vio el cuerpo del reportero.
Oficialmente fue un atropellamiento. Pero todo indica que no. Juan Mendoza tenía un vendaje en la frente, en él una mancha de sangre. Su taxi no aparece ni sus pertenencias. ¿Quién hubiera querido vendarlo y luego atropellarlo?
Si fue asalto, qué objeto tenía simular el atropellamiento. Si lo levantó la policía y lo torturó, se les pasó la mano y le quitaron la vida, entonces cuadra la versión. Habrían pretendido encubrir la golpiza arrollándolo con un auto.
Exige su esposa que se le haga justicia. La Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas condena el “homicidio” del reportero Juan Mendoza Delgado y pide que se realice un peritaje externo, que se le efectúan pruebas de ADN, que se agote la investigación porque es inaceptable la versión del atropellamiento.
Insostenible, la coartada del gobierno de Veracruz ha generado una reacción adversa y una condena total. El PEN Club de México exigió que el caso se transparente.
“Nuestra organización llama a la acción y al involucramiento de las autoridades estatales y federales en la investigación exhaustiva y el esclarecimiento de ambos crímenes, así como en la protección de los otros trabajadores de la radiodifusora oaxaqueña, también amenazados”, expresó.
“Con la pérdida de nuestros periodistas y comunicadores estamos perdiendo la voz de nuestro pueblo”, agregó.
Manuel Huerta Ladrón de Guevara, diputado veracruzano, integrante del Movimiento de Regeneración Nacional, anunció que este martes 7 propondrá en la Comisión Permanente del Congreso de la Unión un punto de acuerdo para que la investigación sea atraída por la Procuraduría General de la República, y señaló:
“Esta nueva agresión para el gremio de periodistas veracruzanos, es un hecho que no debe dejarse pasar. Estamos sumando ya 13 periodistas asesinados en la presente administración estatal y existe también otro número de informadores que han sido expulsados por la violencia criminal o por amenazas directas o veladas, lo que los ha orillado a abandonar el estado”.
Manuel Huerta insta a que la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos en Contra de la Libertad de Expresión (FEADLE) tome el caso y se castigue a los culpables.
Recuerda las palabras de Javier Duarte. Advierte el “pórtense bien” los que tienen vínculos con el crimen organizado.
“Prácticamente los exhortó a portarse bien, pues en su conocimiento hay periodistas que han representado en sus medios de información la expresión de los delincuentes”, dijo el legislador.
Angélica de la Peña, senadora por el PRD, también abordará el tema en el Congreso. Su punto de acuerdo tendrá que ver con el “pórtense bien” del gobernador Javier Duarte, el impacto en el medio periodístico de Veracruz y el asesinato de Juan Mendoza, según fuentes allegadas a la senadora.
A nivel internacional, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos instó a la PGR a analizar la posibilidad de que los homicidios de Juan Mendoza y de Filadelfo Sánchez, ocurrido en Oaxaca, sean atraídos por la PGR y exhortó a las autoridades “a actuar de manera pronta y oportuna para esclarecer los motivos de los crímenes ocurridos e identificar y sancionar a los responsables”.
De acuerdo con la CIDH, el gobierno mexicano le informó que la FEADLE “está colaborando con las fiscalías de ambos estados y solicitando información, aunque por el momento no asumió el liderazgo de las investigaciones”.
La CIDH plantea que no se descarte la hipótesis de que las muertes de Sánchez y Mendoza “estarían asociadas con el ejercicio del periodismo, y por ello se deben poner en práctica todos los instrumentos para identificar, procesar y sancionar a los responsables materiales e intelectuales”, así como adoptar “medidas de reparación justas para los familiares de los periodistas asesinados”.
Y señala que debe considerarse “si deben activarse los mecanismos de atracción de manera que estos casos puedan ser investigados y judicializados de inmediato por autoridades federales”.
No sabe Javier Duarte en la que se volvió a meter. Su gobierno dice que Juan Mendoza fue atropellado. Oficialmente no murió asesinado.
Pero dice la CIDH que el estado mexicano le informó que la FEADLE está colaborando en la investigación con las fiscalías de Veracruz y Oaxaca. Y categoriza tanto el caso de Filadelfo Sánchez como el de Juan Mendoza como asesinatos.
Javier Duarte y su gobierno están pasmados, aletargados, atrapados en la versión del atropellamiento mientras en instancias federales se categoriza la muerte del ex reportero de El Dictamen como homicidio, el número 13 en el régimen duartista.
Recicla Javier Duarte su suerte. Su lengua lo volvió a traicionar. Habló de periodistas halcones, que tienen vínculos con el hampa, que difunden el mensaje del crimen organizado, y provocó una reacción de repudio de la prensa crítica.
Desatinado, se mató solo. Sonaban sus palabras aún, provocaban a la prensa libre pues si tiene elementos para lanzar semejante acusación, debió proceder contra quien fuera. Amagar y callar es signo de complicidad.
Días después hallaron el cadáver de Juan Mendoza. Entonces se le vino el mundo encima, no porque el periodista estuviera muerto sino porque la versión del atropellamiento es demencial.
Enfrenta ahora la presión de diputados y senadores, del PEN Club, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, de la propia PGR. Es el pago a su soberbia.
No se puede invitar a un grupo de periodistas a comer y servirles de postre una majadería. Si quería llamarles hampones, se los hubiera dicho en corto y allá el que lo aguantara.
Ahora lo presiona el Congreso y la CIDH.
Archivo muerto
Sugiere la propaganda que la carrera ya comienza. Trae la chica de rojo una H en el pecho. Porta un 16 en el short. Y acusan los yuneslandistas que no es Héctor Yunes quien está detrás de la treta. Es, parafraseando a los clásicos, coincidencia pura: H de Héctor Yunes Landa, 16 de 2016 y “en sus marcas” del arranque de una carrera por la gubernatura de Veracruz. Y dice el senador choleño que ni es campaña adelantada, ni es parte de su desenfreno por gobernar Veracruz. Se dolía en 2010 que Javier Duarte fuera promovido sin pudor, proyectado por Fidel Herrera, inundada su imagen en espectaculares a lo largo y ancho de la entidad. Y cinco años después viene a caer en lo mismo. Si así va a gobernar Veracruz, Javier Duarte puede estar tranquilo. Alguien lo hará peor...
Fue fácil. Tomó el crédito y calló. Actuó Javier Duarte como los ladrones en la noche, que irrumpen en el hogar, se hacen de lo que tienen a su alcance y se van. Contrató el gobernador el enésimo crédito de su administración. Son ya 17 préstamos, refiere el portal Plumas Libres. Este fue por mil 338 millones de pesos y suman 50 mil millones de deuda, a lo que habría de agregar las bursatilizaciones que vienen del carnaval de la fidelidad, el gobierno anterior, para alcanzar quizá los 100 mil millones de pesos, describe el columnista Aurelio Contreras Moreno, autor de Rúbrica. Si esto no es demencial, ¿entonces qué lo será? Asestó la puñalada el gobernador de Veracruz el 17 de febrero, dio de alta el crédito ante la Secretaría de Hacienda, el 19 de marzo, y este 2 de julio subió al portal de la SHCP. Pagará el crédito, supuestamente, en 19 meses, antes de que concluya su gestión. Lo soporta con las participaciones federales, que tanto le escamotea el gobierno federal pues no hay dinero que le dure en las arcas a Javier Duarte. Lo que hace el gobernador es de rufianes. Dispone de una millonada pero a espaldas de todos, de la sociedad, del Congreso estatal, del gobierno federal. Sólo los ilusos creerán que los mil 338 millones de pesos son para Veracruz. Son para la pandilla duartista, manejados a su antojo, sin pudor, sin vergüenza, en agravio de los veracruzanos. Qué futuro puede haber si se ha empeñado todo, hasta el Veracruz de las generaciones que no han nacido aún...
Bueno, ni el fiscal Luis Ángel Bravo Contreras, alias “Culín”, se la compra al gobernador. Se declara incompetente en el asunto de los periodistas vinculados al hampa, a los que les dice Javier Duarte “pórtense bien”. Fisculín mejor se la lleva tranquila, pues, sostiene, crimen organizado es tema federal. Falso, señor fiscal. ¿Y el secuestro, la extorsión, el asesinato? Son delitos del orden común. A menos que Bravo Contreras suponga que crimen organizado es narcotráfico y nada más. Por eso Veracruz es un destolinche legal. No sabe “Culín” qué le compete y que no...
Se llama “derrota” y alguien no sabe qué significa. Hacen de cuenta Roberto García Alonso y Marlene Figueroa Ruz que la elección federal del 7 de junio los premió. Alcanzaron ambos candidatos, él independiente, ella por el Partido del Trabajo, magros resultados, votación infame, superados hasta por los votos nulos, una experiencia como para no recordar. Y ahí siguen, picando piedra, grillando como si la sopapiza que les dio el electorado, ignorando su propuesta, fuera mérito. Aparecen en marchas contra el Reglamento de Tránsito, se les ve en reuniones de café, se sabe que no cesan en sus aspiraciones de ser algo políticamente. Seguro la dirigencia estatal del PT sabe que el proyecto de su ex candidata es con el ex secretario de gobierno del ayuntamiento priísta de Coatzacoalcos, a la órdenes de Marco César Theurel Cotero. Sería un insulto pensar que juntos lograrían la próxima diputación local o una regiduría para la alcaldía en 2017, pero ahí van Roberto García Alonso y Marlene Figueroa tratando de pasar a la historia. Hacen de cuenta que la aplastante derrota sufrida la elección de diputado federal no existió...
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