* Insta el rotativo a Peña Nieto a repudiar amenazas de Javier Duarte * El robo que no parece robo * El sospechoso denuncia tortura * Se patina el alcalde * Yunes Linares amarra candidatura * Guillotina a theurelistas * González, Hillman, Ramón, González Anaya y Abreu, en mega fraude con tierras
Fama, la de Javier Duarte. Nada más 14 periodistas asesinados en su gobierno, asedio, amenazas, persecución. Por ello, 500 figuras de corte internacional que lo increpan. Y ahora el New York Times le dedica un editorial de repudio al crimen del fotorreportero Rubén Espinosa Becerril.
Toca al gobernador de Veracruz y a su patrón, el presidente Enrique Peña Nieto, señalado de omiso, de no hace “lo suficiente para proteger a los periodistas y combatir esta cultura de la impunidad”.
Rudo el editorial del periódico más influyente a nivel mundial, cita la expresión que proyectó a Javier Duarte: “Pórtense bien” como un “Compórtense”, y el demencial “Vamos a sacudir el árbol y se van a caer muchas manzanas podridas”.
Al mes fue ejecutado Rubén Espinosa, confinado al exilio, tras una serie de amagos, tras la vigilancia a que era sometido, a las amenazas que le proferían, a la represión que vivió en el desalojo de Plaza Lerdo, a la presión demoledora por haber captado las imágenes de los ocho alumnos de la Universidad Veracruzana, agredidos por un grupo parapolicíaco, presuntamente adiestrado, criminalmente adiestrado, en las instalaciones de la Academia El Lencero.
New York Times identifica la maltrecha gestión de Javier Duarte y su fobia a la prensa crítica y sitúa a Peña Nieto como el presidente que no actúa, que permite y solapa el grado de indefensión en que se conduce el periodismo libre en Veracruz.
Su titular es contundente: “El asesinato de la prensa libre en México”. Y al presidente de México lo insta a repudiar las advertencias de Javier Duarte.
Del gobernador de Veracruz dice:
“Desde que el Sr. Duarte asumió el cargo en 2010, la intimidación y los crímenes contra periodistas en Veracruz se han disparado, según defensores de la libertad de prensa. Catorce han muerto y al menos tres han desaparecido. En la mayoría de los casos, las autoridades locales han tratado de restar importancia a la idea, de que los periodistas fueron asesinados para silenciarlos.
A Peña Nieto lo conmina:
“Poner fin a estos ataques a la prensa requiere una acción contundente por el Sr. Peña Nieto. Él debe repudiar la advertencia del Sr. Duarte —los dos hombres pertenecen al mismo partido—. Y más allá de investigar y perseguir los delitos del pasado, él y los funcionarios locales deben tomar medidas concretas para proteger a los periodistas que arriesgan sus vidas haciendo su trabajo…”
El editorial de New York Times es el siguiente:
“Un mes antes de que el fotoperiodista mexicano Rubén Espinosa fuera asesinado en la ciudad de México a finales de julio, el gobernador de Veracruz, la provincia de donde el señor Espinosa había huido temiendo por su vida, dio a otros periodistas una advertencia.
“ ‘Compórtense’ (‘Pórtense bien’), urgió el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, a los reporteros. ‘Vamos a sacudir el árbol y se van a caer muchas manzanas podridas’.
“El Sr. Duarte dijo que su advertencia estaba destinada a disuadir a los periodistas que simpatizan con los narcotraficantes y otros criminales. Sin embargo, muchos periodistas mexicanos comprensiblemente lo vieron como una amenaza, a los que realizan la cobertura crítica de los funcionarios locales.
“Desde 2010, al menos 41 periodistas han sido asesinados en México.
Aproximadamente 20 han desaparecido. Periodistas mexicanos están asediados por poderosas organizaciones criminales y en algunos casos, por parte de funcionarios del gobierno que no quieren que sus fechorías sean expuestas. La mayoría de los casos permanecen sin resolver, dejando a los periodistas en muchas partes del país, con una terrible elección: se autocensuran o son silenciados por una bala.
“El gobierno del presidente Enrique Peña Nieto no ha hecho lo suficiente para proteger a los periodistas o combatir esta cultura de la impunidad.
“ ‘Un atentado contra la vida de un periodista, es un ataque al derecho de la sociedad a ser informada’, escribió un grupo de destacados periodistas y defensores de la prensa en una carta al Sr. Peña Nieto, expresando su indignación por el último asesinato.
“Exigieron a su gobierno llevar a cabo una investigación creíble sobre el asesinato del Sr. Espinosa, reportero gráfico de 31 años de edad, y examinar la participación de funcionarios locales que pueden haber sido cómplices en el asesinato de reporteros.
“Los crímenes contra periodistas no son los únicos que habitualmente quedan impunes en México. El Sistema de justicia penal del país es notoriamente débil, susceptible a la intromisión política y la corrupción. Esto es más grave en las partes del país sacudidas por la violencia alimentada por el narcotráfico.
Las autoridades estaban profundamente avergonzadas el mes pasado, cuando más alto prisionero con perfil del país, el narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, escapó de la cárcel por segunda vez.
“El Sr. Espinosa dejó Veracruz, un estado costero del sureste, poco después de que fotografió activistas de estudiantes que fueron golpeados por hombres enmascarados. Cuando llegó a la ciudad de México, dijo a sus amigos que se sentía inseguro, porque extraños le habían preguntado si él era el fotógrafo que había huido de Veracruz.
“El Sr. Espinosa recibió un disparo en el apartamento de un amigo el 31 de julio, junto con cuatro mujeres. Los fiscales detuvieron a un sospechoso y han tratado de retratar el crimen como un robo, pero muchos mexicanos encuentran esta decisión dudosa.
“Desde que el Sr. Duarte asumió el cargo en 2010, la intimidación y los crímenes contra periodistas en Veracruz se han disparado, según defensores de la libertad de prensa. Catorce han muerto y al menos tres han desaparecido. En la mayoría de los casos, las autoridades locales han tratado de restar importancia a la idea, de que los periodistas fueron asesinados para silenciarlos.
“Poner fin a estos ataques a la prensa requiere una acción contundente por el Sr. Peña Nieto. Él debe repudiar la advertencia del Sr. Duarte —los dos hombres pertenecen al mismo partido—. Y más allá de investigar y perseguir los delitos del pasado, él y los funcionarios locales deben tomar medidas concretas para proteger a los periodistas que arriesgan sus vidas haciendo su trabajo…”
Ya no es el problema de Javier Duarte. Le endosa el crimen de Rubén Espinosa a Peña Nieto, exhibido como un presidente omiso que “no ha hecho lo suficiente para proteger a los periodistas” o “para combatir esta cultura de la impunidad”.
Alguien no se porta bien. Es Javier Duarte. No se porta bien cuando su policía asedia, golpea, reprime, insulta, encarcela, tortura, agrede, en una dinámica de hostigamiento a la prensa, actuando con alevosía, usando la fuerza desmedida, el tolete y el bastón eléctrico.
Así debieran portarse con los malosos. Pero no. Con ellos se entienden.
Recibe metralla Peña Nieto. Se la debe a Javier Duarte.
New York Times conmina al presidente: que repudie las advertencias de Javier Duarte. Con eso basta.
Archivo muerto
Vaya robo. Huye Rubén Espinosa Becerril de Javier Duarte, de su policía, del espionaje, del hostigamiento, de la amenaza. Huye de Veracruz. Siete semanas después es ejecutado en un departamento de la colonia Narvarte, en la capital del país, junto con la activista social Nadia Vera y tres mujeres más. Y dice la Procuraduría del DF que el móvil es el robo. Y si no, un pleito entre bandas dedicadas al tráfico de drogas. Pero el robo, como lo plantean, es inverosímil. Dice el último reportaje de Proceso, medio en el cual colaboraba Rubén Espinosa: “En el departamento se quedaron al menos tres computadoras y dos teléfonos celulares. Tampoco tomaron las televisiones que había en dos cuartos ni la ropa, calzado y perfumes costosos en el cuarto de Milena (Virginia Martín, de nacionalidad colombiana) y Yesenia (Quiroz Alfaro), como se reportó en el informe de “modus vivendi” que hizo la Policía de Investigación en el lugar. Es más, ni siquiera se llevaron la tarjeta de circulación del Mustang rojo, presuntamente propiedad de Milena, que Yesenia traía en su bolsa de mano. El auto fue localizado tres días después de la masacre en calles de la delegación Coyoacán, aparentemente bien estacionado y sin señas de desvalijamiento”. ¿Robo o ganas de evadir la pista que conduce al palacio de gobierno de Veracruz? Hay más: el único detenido, Daniel Pacheco Gutiérrez, acusa tortura. “Comenzaron a golpearme para introducirme a un auto que llegó; me subieron a golpes, aplicándome la llave china. Me decían palabras obscenas, que me estaban esperando los colombianos, que no me hiciera pendejo, que ya sabían todo. Uno de ellos me presionó el cuello y perdí el conocimiento por unos segundos. Reaccioné a base de golpes. Me amenazaron de que si nos los ayudaba irían por mi familia”. Analiza la Comisión de Derechos Humanos del DF su caso. Aplican el Protocolo de Estambul para determinar si dice la verdad. Y de ser así, el caso se caería por faltas al debido proceso...
Lanza el dardo Miguel Ángel Yunes Linares. Veracruz tiene una pandilla, la de Javier Duarte, y está coludida con el crimen organizado, habla con los malosos, se entiende con los malosos, le sirve a los malosos. Arremete el panista contra lo que queda de Javier Duarte, ufano del triunfo de Ricardo Anaya en la elección interna del PAN, a quien le operó votos y con quien amarra la candidatura a la gubernatura de dos años en 2016. “Frente a la violencia que azota a Veracruz —dice Yunes Linares—, Duarte guarda silencio por complicidad, por eso no se atreve a actuar, por eso no cambia a Bermúdez y no toman decisiones de fondo; ni han detenido, ni detendrán a nadie porque son cómplices de la delincuencia organizada”. Y asesta el golpe: “Lo digo con todas sus consecuencias y toda responsabilidad: Duarte y su pandilla son cómplices de la delincuencia organizada y por eso los dejan operar libremente en Veracruz y esa complicidad viene desde hace mucho tiempo”. Hay más en un discurso de Yunes azul que describe la vulnerabilidad del gobernador de Veracruz y el estado de miseria política, corrupción y complicidad con el crimen organizado. El pacto de las pandillas, pues...
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