Agua Dulce es tierra inhóspita para el Clan Guízar. Por ahí pasó José Gertrudis Guízar Valladares y dejó, literalmente, malas cuentas, una tesorería municipal hecha añicos, un desastre financiero y el peor de los escenarios políticos.
A su rescate fue enviado el contador Rogelio Velázquez Infanzón, experto en recomponer caminos torcidos; pintar de negro los números rojos; obtener documentos que soporten las lagunas contables; recuperar facturas para tapar las fugas de recursos e, inclusive, hacer magia donde la ley resulta violada. Don Gertrudis Guízar Valladares tuvo un paso trompicado por la Tesorería Municipal de Agua Dulce. En unos meses sembró el caos en las finanzas y puso de cabeza al gobierno municipal de Felipe Peña, quien no hallaba cómo atarle las manos, y su mala cabeza propició que diversos proyectos de obra pasaran al archivo de los pendientes por falta de recursos. Cuando se descubrió qué tanto filo traía don Gertrudis, fue requerido Rogelio Velázquez Infanzón, quien puso sus cinco sentidos en la titánica labor de recomponer las cuentas de su antecesor. Tuvo el tino de conseguir la documentación financiera que borró las huellas del joven Gertrudis, a quien para entonces todos, dentro y fuera del palacio municipal, en el cabildo de Agua Dulce, entre los empleados de confianza y sindicalizados, en el PRI, en la oposición y entre la población misma, daban como un funcionario de mala nota. Don Gertrudis Guízar continuó haciendo de las suyas en otros lugares de Veracruz. Metido a constructor, realizó obras de pésima calidad para la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento de Coatzacoalcos, algunas de las cuales debieron concluir otros contratistas. Pero cuando su hermano Gonzalo obtuvo la diputación local y la presidencia de la Comisión de Vigilancia de la Legislatura de Veracruz, le fue mejor que en aquellos años en que dejó su sombra negra en la tesorería de Agua Dulce. Por aquellos deslices financieros, al Clan Guízar lo repudian en Agua Dulce. Cuando Gonzalo Guízar Valladares fue candidato a diputado federal, en 2003, la campaña del PRI se realizó entre temores y sobresaltos. No faltaron las amenazas que obligaron a que el entonces abanderado tricolor se alejara del municipio. Desde entonces ese repudio al Clan Guízar ha ido creciendo. No hay habitante de Agua Dulce que no recuerde el paso de Gertrudis por la tesorería y cómo le cubrieron sus baches financieros.
Nada hay, pues, oculto bajo el sol.
Archivo muerto
Como era previsible, la caída del puente Fidelidad, en Jalapa, la capital veracruzana, se politizó. Los partidos Acción Nacional y del Trabajo exigen un informe detallado al secretario de Comunicaciones, Marco César Theurel Cotero, del estado que guardan los puentes en la entidad. Arturo Pérez, comisionado del PT nacional en Veracruz, pide la cabeza de Theurel, su cese por parte del gobernador Fidel Herrera Beltrán. Diputados locales exigen la comparecencia del titular de la SECOM, pero sueltan disparates tales como que sean revisados los puentes Metlac, cerca de Córdoba, y Papaloapan, cerca de Cosamaloapan, ignorando que ambos estuvieron sujetos a mantenimiento mayor por más de un año. La prensa se mueve en dos sentidos: los que reclaman la salida de Theurel y los que explican técnicamente por qué se desplomó en puente Fidelidad; quienes aprovechan para arreciar la campaña que desde hace dos años mantienen contra el titular de la SECOM y los que aseguran que el accidente fue responsabilidad del conductor del camión por circular por un puente que mostraba una prohibición expresa a esa clase de tráilers, con ese peso —sólo admitía 3 toneladas y el vehículo pesaba 60—, que viajaba con exceso de velocidad, y quienes sostienen que primero se impactó el tráiler contra el muro de contención y cayó incendiándose por el impacto, y luego se vino abajo la estructura. Esta versión ha sido sostenida por el gobernador Fidel Herrera Beltrán, que significa en sí un espaldarazo a su secretario de Comunicaciones, Marcho Theurel. Pero sea como sea, el accidente se politizó y sirve a los enemigos de Theurel para lanzarle lodo… Decretada ya la derrota del priísta Iván Hillman en la última instancia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, se esperan ceses y renuncias en el Ayuntamiento de Coatzacoalcos. Se va la pandilla ivanista, a excepción del síndico Mariano Moreno Canepa y el regidor Leonardo Lozada Parra, quienes son inamovibles por su condición de ser emanados de un proceso de elección popular. Fuera de ellos, tienen la suerte contada los funcionarios y empleados de confianza vinculados al ex candidato priísta a diputado federal, Iván Hillman. Una vez que retorne el alcalde Marcelo Montiel Montiel de su viaje a Sudamérica, se formalizará el guillotinazo. También saldrán los funcionarios ivanistas que laboran en delegaciones estatales… Como no queriendo la cosa, el líder del PRI en Coatzacoalcos, Juan de Dios Sánchez Abreu, le amarra las manos a los aspirantes a la candidatura priísta a la alcaldía y diputación local, pero acuerpa y solapa a Gonzalo Guízar Valladares. En diversos eventos, en colonias o en lo que sea, se les ve juntos, amables, querendones. Quienes suelen pensar mal, los suspicaces, ven al dirigente tricolor integrado a Fuerza G, sin reparar en que la candidatura de Gonzalo Guízar generará más repudio social que la de Iván Hillman y que ni robándose la urnas, generando violencia o asaltando la elección, podrían impedir que el pueblo de Coatzacoalcos salga a votar y haga pedazos al PRI. Juan de Dios Sánchez G resultó una mala “expresión fidelista”…