* Transportes y una casa de préstamo * Casinos, bares, inmobiliarias * Yunes Linares lo liga con lavado de dinero * Abella la amenaza a Noé Zavaleta * “Culín” es cómplice por omisión * El cuarto Porky será enjuiciado * Duarte acusa; Miyuli revira * Lo denuncian por propiedades que ya no son suyas
Extraviado en su laberinto, el general ya no manda. Capotea la metralla, tocado por el enriquecimiento insolente, la compra de 11 mansiones en Texas y la imputación de que lava dinero ilícito, vinculado al crimen organizado. Arturo Bermúdez arrojado a los infiernos.
Desde las sombras, siente que el fuego quema, sobre él la pista hacia las 21 empresas que sirven de pantalla para atesorar dinero, millones oscuros, lo que genera la Secretaría de Seguridad Pública entre el bajo mundo y lo que proviene le roba la pandilla duartista a Veracruz.
Sus empresas son el detonante del escándalo que lo implica como lavador, blanqueador de los dineros malhabidos de Javier Duarte, suyos y de su familia, un socio incómodo, Roberto Esquivel Hernández, que lo mismo es apoderado que comisario o accionista, o gestor de pagos de la Secretaría de Seguridad a los negocios del ex titular, el “falso general” Bermúdez.
Lo fustiga Miguel Ángel Yunes Linares. No una sino cuantas veces puede, lo tilda de “vínculo con la delincuencia organizada” y artífice de “centros de lavado de dinero”, vía sus 21 empresas, unas a su nombre, otras de los de sus hermanos, sobrinos, subalternos y hasta de su mamá.
Yunes azul precipitó su caída cuando reveló —julio 19— la existencia de la red de empresas de Bermúdez Zurita: de seguridad privada, hoteleras, inmobiliarias, operadoras de servicios turísticos, constructoras, casinos, bares, de transporte, arrendadoras, casas de préstamo.
Ese día exhibió Yunes azul la punta del iceberg en que se habría de convertir el enriquecimiento del general de cero estrellas, Arturo Bermúdez.
Refirió que dos propiedades del “general postizo”, se hallan en la ciudad de México: una casa en condominio y un departamento en la colonia Del Valle. Y tocó el caso Woodlands.
Su hermano Miguel Ángel posee una casa en Woodlands, Texas, Estados Unidos, ubicada en 15 Sawbridge Cir Spring. “Es propietario de al menos 10 inmuebles más en el país”.
Dos semanas después —jueves 4— cayó Bermúdez. Reveló la periodista Carmen Aristegui un hallazgo crucial: cinco mansiones en Woodlands, dos a su nombre y tres a nombre de su esposa.
Luego se sabría que no son cinco sino 11 propiedades, según dos documentos: El Libro Negro de Javier Duarte y El Libro Negro de la Secretaría de Seguridad Pública, que circulan en redes sociales y que evidencian la existencia de más de 60 mansiones, departamentos y viviendas adquiridas por funcionarios, ex funcionarios, diputados federales, familiares, amigos del gobernador de Veracruz.
Cayó Bermúdez y Yunes Linares lo tilda de lavador de dinero para Javier Duarte, su gran encubridor, el que atesora la fortuna del gobernador saliente, impúdica la trama en que se apoderan de los recursos del pueblo, desvían los dineros para la obra pública y el desarrollo social a la par que construyen imperios.
Apenas cayó —jueves 4—, el gobernador electo arremetió con todo. Son empresas “producto de lavado de dinero y corrupción en complicidad con el actual mandatario Javier Duarte”.
Dice a Milenio:
“El dinero tiene su origen en dos fuentes: primero la corrupción brutal en el gobierno del estado de Veracruz; segundo el lavado de dinero: (Bermúdez) es el vínculo del gobierno del estado con la delincuencia organizada y él lava dinero”.
Nadie como Bermúdez en la pesadilla duartista, inamovible, al grado que Javier Duarte llegó a expresar que primero renunciaría él antes que lo hiciera el secretario de Seguridad Pública.
Es su prestanombre, acusa Yunes Linares. De ahí que lo defienda, que lo solape, que lo hiciera el dueño del negocio de la violencia. La dejó crecer y creó una alternativa: seguridad privada, que él mismo proporcionó a empresas, instituciones y particulares.
“Es su prestanombres —reitera Yunes azul—. Obviamente, está en riesgo el patrimonio de Duarte”, con la renuncia de Bermúdez a la Secretaría de Seguridad.
Siete empresas de seguridad figuran en la lista original exhibida por el gobernador electo. Sin embargo, sostiene que son más de 15.
Y de ahí aborda el tema del lavado de dinero. Debe ir al fondo la Procuraduría General de la República.
“Jamás Javier Duarte —acusa— quiso proceder contra este señor (Bermúdez) porque era su vínculo con la delincuencia organizada”.
Tres días después —domingo 7— sube el tono. Hay en las empresas de Bermúdez Zurita indicios de lavado de dinero y vínculos con el crimen organizado.
Se trata de seis firmas que se dedican al turismo, la hotelería, restaurantes, antros, cantinas, pulquerías, torterías, videobares, uso de zona federal. Ellas son: Desarrolladora Hotelera 12G S.A.P.I., Naturalia Operadora Gourmet, Operadora Cabagoti, Círculo Coba del Sureste, Historical Maya Tours y Operadora y Servicios Turísticos GCM.
En el ámbito de las relaciones públicas funciona SR Friends Veracruz; en el préstamo prendario e hipotecario, Pressto Max, y en el transporte público de carga, Corporativo Nacional de Transporte Berzua.
Ahí está la clave. Son los giros más susceptibles para el lavado de dinero, el blanqueo de capitales.
Bermúdez pasó por la Secretaría de Finanzas en el gobierno de Miguel Alemán Velasco, director del C-4 con Fidel Herrera Beltrán y secretario de Seguridad Pública con Javier Duarte.
Acusa Yunes que Bermúdez debe ser investigado, que se esclarezca el origen de su fortuna, pues por las 11 mansiones en Woodlands pagó 85 millones de pesos. “Es sabido por todos que (Bermúdez) es la liga de Duarte con la delincuencia y es su prestanombres”.
Casas de préstamo, inmobiliarias, casinos, bares, transportes, servicios turísticos son los giros que mejor le sirven al lavado de dinero. Reciben mil pesos y reportan 10 mil. No requieren facturas. No dejan huella. Pueden falsear información fiscal.
Y son los giros de las 21 empresas del falso general Bermúdez.
Archivo muerto
Soez y vulgar, soberbio como es, cree José Abella que para ser contundente se requiere insultar e incluso amenazar. Descarga su ira contra Noé Zavaleta porque le imputó en su libro “El infierno de Javier Duarte” que recibe jugosos ingresos por publicidad del gobierno duartista. Una lista de medios de comunicación a los que el gobierno de Veracruz les debe, ubica a El Buen Tono con más de 600 mil pesos que no han sido saldados.
Lo increpa y lo insulta, sin argumento que pese, con lenguaje de barbaján, con mentadas de madre, retando a dirimir el conflicto con la razón de los puños, evidente que el dueño del periódico El Buen Tono tiene un problema de conducta y tendencias violentas.
Halla en una red social una fotografía que data de 2005, donde se ve al corresponsal de Proceso con un arma en una comandancia de policía y lo tilda de cínico, de tener vínculos con el grupo delincuencial Los Zetas.
Lo secunda su hermana Paulina —LadyFuchi, la del marido que huye en una cajuela tras escenificar un incidente de tránsito—, tan vacía de ideas como el dueño del rotativo.
Del viernes 5 al domingo 7 hubo de todo: insultos y amenazas en mensajes privados y públicos, provocaciones, desbordado el empresario periodístico, que de periodismo no entiende nada. Denuncia la amenaza el grupo de corresponsales de Proceso. Interviene Artículo 19, la organización que defiende el ejercicio periodístico y a quienes lo ejercen.
Conminan al gobierno federal a frenar los amagos contra Noé Zavaleta. El mismo Noé interpone una denuncia penal y señala a Abella de lo que le pudiera ocurrir. Externa que pretender implicarlo con Los Zetas lo coloca en un alto riesgo de vida.
Cita tes nombres más como posibles autores del amenaza: Georgina Domínguez, ex vocera de Javier Duarte; Francisco Vicente, ex jefe de prensa de Miguel Ángel Yunes Márquez, alcalde de Boca del Río, con quien terminó enemistado para luego convertirse en operador de ataques a la prensa crítica mediante correos electrónicos apócrifos, y el siniestro policía Remigio Olivares, brazo ejecutor del ex secretario de Seguridad Pública de Veracruz, Arturo Bermúdez Zurita.
“No quiero ser el número 20”, expresa Noé Zavaleta en alusión a los periodistas asesinados en el régimen duartista.
Y tiene razón. Abella es incontrolable, frustrado candidato panista a la alcaldía de Córdoba, que perdió en las urnas. Ya antes había arremetido contra el columnista Aurelio Contreras Moreno, autor de Rúbrica. Aurelio denunció amenazas e insultos.
Tiene el caso el fiscal Luis Ángel Bravo Contreras, alias “Culín”, y no procede. ¿Cómo se le llama a eso? ¿Complicidad? Ha de querer ver otro periodista asesinado, primero para criminalizarlo, como es su malévola costumbre —así son los narcisos mala leche—, y luego para decir que de cuenta corre que el culpable caiga… Otro Proky en la mira.
Es Gerardo Rodríguez Acosta, al que “Culín” había exculpado, a quien no le halló responsabilidad en el ataque sexual, pederastia simple y agravada, privación ilegal de la libertad contra la joven Daphne, en el puerto de Veracruz.
Un juez federal derrumba la maniobra del fiscal Luis Ángel Bravo Contreras y el aval del Tribunal Superior de Justicia para eximir de culpa al cuarto Porky de Costa de Oro.
Ahora se configura el delito de corrupción de menores, amén de que Rodríguez Acosta fue testigo del agravio a Daphne y no hizo nada para impedirlo. Mínimo es encubrimiento.
¿Qué dirá ahora su santa madrecita que se llenaba la boca profiriendo que su hijo no tenía responsabilidad, que no midió su ira contra Daphne y su padre, Javier Fernández? Hablar de más tiene su costo. Y ya lo comienza a pagar… De pifia en pifia, Javier Duarte se despeña.
Supone el ladrón que todos son de su condición. Con datos viejos, escrituras de hace 30 años, ignorando la procedencia de los bienes, acusa a quien será su sucesor, Miguel Ángel Yunes Linares, de enriquecimiento ilícito.
Lo denuncia ante la Fiscalía de su amigo “Culín”, alias Luis Ángel Bravo Contreras, y en la Procuraduría General de la República. Le responde Miyuli que sus pruebas son paja, y se mofa, y propala que una vez más timaron al tonto. Revela Yunes azul que los bienes que le endilga no son suyos o de su esposa, que no tiene cuatro predios en Coatepec, una casa un predio en Briones, ni torres en Costa de Oro o un predio cercano a Soledad de Doblado, un lote en Playón Sur y otro en la colonia Petrolera de Minatitlán.
Lo de Mina, según versiones de vecinos del lugar, fue propiedad de los suegros del gobernador electo de Veracruz, heredados a su hija y posteriormente vendidos.
De eso ya más de 20 años. De la gasolinera, fue vendida a un consorcio del ramo de los combustibles.
Todo lo exhibe el gobernador electo en su página en Facebook. Vaya oso el de Javier Duarte. Ir con chinampinas a la PGR cuando sobre él apuntan misiles, es demencial…
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