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Mussio Cárdenas Arellano

Informe Rojo

Héctor Yunes: traicionar es lo suyo

* Pepe Yunes puede esperar  * De la derrota a la segunda campaña  * Peor que Javier Duarte  * Sus amigos, taxistas violentos  * Pide seguridad y sus parientes son falsos policías * Marcha por la Paz en Coatza  * Contra la violencia, no contra los matrimonios igualitarios  * Habrá más despidos en Diario del Istmo
13/09/2016 08:23 a.m.

​MUSSIO CÁRDENAS ARELLANO

Humillado en la elección, con la derrota en el alma, Héctor Yunes es un símil de Javier Duarte: no respeta reglas, no respeta tiempos, no respeta pactos. Lo suyo es la traición.

Desatado va al norte y al sur, a la montaña y a la costa, empeñado el senador en que si ya fracasó en su empeño de ser gobernador de Veracruz, nadie le impedirá terminar de hundir a su partido, el PRI.

Reparte sueños Héctor Yunes y expresa lo que los incautos quiere escuchar. Habla de inversión, de beneficio social, de realizar el milagro de la seguridad, el desarrollo que en 12 años no aterrizó en la sociedad.

Su campaña no terminó el 5 de junio. Se reedita el choleño, apabullado por el voto de los veracruzanos a quienes el factor Duarte convenció de que cualquiera, fuera Miguel Ángel Yunes Linares, del PAN-PRD, o Cuitláhuac García, de Morena, eran opción infinitamente superior a la continuidad de la fidelidad duartista.

Ha seguido Héctor Yunes, a trompicones y caídas, mal visto por los priistas que Saben que lo suyo es el guión de una novela en decadencia, el frustrado con ínfulas de Mesías y la ambición a flor de piel.

Habló el día de la elección de cifras que lo favorecían y horas después prefirió callar. habló de encuestas de salida que eran treta y embuste, números maquillados para ir aterrizando el sonoro descalabro electoral que provocó la alternancia y la llegada por primera vez en 80 años de la oposición al gobierno de Veracruz.

Terminaba el día con un revés más. Así como las encuestas de salida no lo favorecían, el conteo rápido menos. Y entonces llegó el silencio.

A la mañana siguiente, el 6 de junio, tácitamente reconocía su derrota. Los números no lo favorecían. La debacle priista comenzaba a tomar forma. Pasaba Héctor Yunes a la historia como el primer candidato priista en perder una gubernatura. Ni Javier Duarte tuvo ese honor.

Siguió el discurso de la frustración. Si algo había que pelear, sería en los tribunales. Y ahí volvió a perder.

Volvió al Senado de la República y desde ahí inició su segunda campaña, recorriendo Veracruz, inaugurando obras en municipios. Habla de gestiones y progreso. Habla de justicia social.

Camina como si no existiera pacto con Pepe Yunes Zorrilla, el otro senador por Veracruz, al que debía dejar pasar para la contienda de 2018 cuando la gubernatura vuelva a ser de seis años.

Pepe Yunes le diseñó la candidatura. Cabildeó en el PRI nacional, entre el círculo cercano al presidente Enrique Peña Nieto, entre las fuerzas priistas de Veracruz. Y lo sumó al frente que impidió a Javier Duarte imponer a su sucesor.

Había un pacto. Ya no lo hay.

Camina solo Héctor Yunes, a velocidad de ráfaga rumbo a otra derrota electoral, fracturando las estructuras del PRI, lanzando señales que dividen, promoviendo que la oposición en Veracruz crezca y se fortalezca ante el caos que se vive al interior del tricolor.

Por hueco, su discurso es intragable. Habla de progreso cuando Veracruz se halla en virtual quiebra, saqueadas las arcas, a la baja la calificación crediticia, sin que haya bancos que le quieran prestar al gobierno que se va y al que está por venir, acusado el gobernador Javier de Duarte por la Auditoría Superior de la Federación del desvío de 35 mil millones de pesos y los que 15 mil que están por venir.

Y así dice Héctor Yunes que viene progreso para Veracruz.

Ni sus arengas contra Javier Duarte le creen dentro y fuera del PRI. Menos cuando en el imaginario colectivo persiste aquella frase lapidaria que lo selló: “Javier Duarte es mi jefe político”.

Exaltaba además los talentos financieros de Javier Duarte, su habilidad para el manejo del dinero, los éxitos que estaban por llegar. Y sí, los talentos se transformaron en mansiones en Woodlands, España, Valle de Bravo, Zihuatanejo, Padro Norte, Polanco y Mazarik. 

Llega al sur y dice en Coatzacoalcos que el tema de la violencia es lo suyo, que pugnará porque el Mando Único Policial cumpla. ¿Sabrá que se implantará el Mando Mixto Policial en todo el país, según acuerdo del Congreso de la Unión?

Llegó a Coatzacoalcos y lo acuerparon los taxistas belicosos de los días de la tragedia priista, el 5 de junio, cuando por primera vez en PRI perdió una elección de gobernador en Veracruz.

Lo recibe Moisés Carrillo de la Cruz, que de líder nada tiene, descalificado en redes sociales, entre el gremio, trepado en la Alianza de Taxistas de Coatzacoalcos, centristas todos.

Y dice Moisés Carrillo que es necesario que el senador interceda para que la seguridad llegue a Coatzacoalcos, vía las fuerzas federales.

Carrillo también es cínico. Fan de la violencia, del destrampe, de la arbitrariedad, se le vio el día de la elección con su personalidad real, la del vándalo que agrede y amenaza, la del truhán que increpa y agravia.

Con su gente, arremetió contra el vehículo en que se hallaba el senador Fernando Yunes Márquez. Lo insultó, lo retó, lo amagó.

Y luego, cuando salía de la sede de la PGR, Moisés Carrillo encabezó la hueviza contra la camioneta del senador, hijo de quien hoy es gobernador electo de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares.

Habla de seguridad y violencia Héctor Yunes y no de corrupción, tráfico de influencias y abuso de autoridad.

Nada dice del que fue su peor escándalo en campaña: sus hermanos, padre y sobrino en la nómina del instituto de la Policía Auxiliar y Protección Patrimonial (IPAX).

Aparecen en las fichas de control para poder detentar permisos de portación de armas. Son policías de oropel, falsos policías, policías de fotografía y nada más.

Decía Héctor Yunes que la revelación de INFORME ROJO era una perversidad. Calló cuando se le exhibió el oficio donde consta la asignación de armas, números de serie, marca, matrícula y municiones. 

Padre y hermanos asignados como “escoltas del senador”.

Y así habla de combatir la inseguridad.

Archivo muerto

Marchan por la paz, por la seguridad, por la no violencia. No marchan contra los matrimonios igualitarios, contra las uniones entre parejas del mismo sexo. Marchan sobre el malecón de Coatzacoalcos, de blanco y sin alardes, exigiendo paz y acciones de gobierno que limiten la impunidad de la delincuencia. Parten de la Plaza de la Pirámide —la ex Pirámide Olmeca de Marcelo Montiel— y en su recorrido exhiben pancartas, cartulinas con reclamos de justicia, conminando al gobierno a asumir su rol, a cumplir con la garantía constitucional de seguridad. Es silenciosa pero hay quien eleva la voz. Portan una bandera nacional. Llegan al parque de los Niños Héroes y lo inunda la mancha blanca. “No basta hablar de paz, hay que creer en ella, hay que trabajar para conseguirla”, refiere uno de los oradores en la crónica de Juanita Guzmán. “Hoy nos hemos manifestado de manera pacífica con el propósito que nuestros reclamos sean escuchados por las autoridades competentes (…) ¡Ya basta de violencia, ya basta de secuestros ya basta de impunidad!”, dice. Es el reclamo airado que  habla por el que ya fue levantado, por el que paga cuota, por el sufrió un secuestro, porque el vive aterrado por el temor al levantón. Y agrega: “La sabiduría popular dice que el pez se pudre por la cabeza y efectivamente así sucede: cuando la cabeza de un gobierno se encuentra tan corrompida como se sospecha lo está el gobierno de nuestro estado, esa corrupción acaba por contaminar a todo el cuerpo”. Y abordaron el tema de la corrupción policíaca, del jefe que se enriquece y ostenta lo que tiene, de la vida de oropel y tener a su alcance “carretadas de dinero, entonces pues es normal que a ellos también (a los policías) se les antoje participar de ese jugoso negocio de la corrupción”. Es una marcha digna, de un pueblo que vive el hartazgo que provoca saber que hay violencia porque la permite el gobierno, porque la gestó Javier Duarte, porque le vino de maravilla al falso general Arturo Bermúdez pues así lucraba más con sus empresas de seguridad privada. Es una marcha por la paz y contra la violencia. Así fue la de Coatzacoalcos. En otras partes del país, la Iglesia salió a retar a Peña Nieto, a cobrarle que enviara al Congreso federal su iniciativa para reformar la Constitución y validar los matrimonios entre personas del mismo sexo. Un millón y medio protestando son un millón y medio de votos contra el PRI en la elección presidencial en 2018… Se fue José Luis Pérez Cruz y antes Irma Santander, Yadira Castillo y Federico Lagunes Peña. Dejan Diario del Istmo acorde con los tiempos que están por venir, convenios publicitarios de bajo costo, Pérez Cruz por resultarle incosteable a los Robles, dueños del consorcio periodístico, el fallido proyecto televisivo de DI Noticias que sale de la televisión de paga y por un tiempo más se le mantendrá en internet; Pulgoso Lagunes sancionado por el borrachazo del Trocadero en el que saturó de alcohol a Javier Robles Barajas, a sabiendas que él no puede beber, rematando con una llamada de madrugada al jefe del Clan de la Succión, José Pablo Robles Martínez, que fue la gota que derramó el vaso. Alguien más está por salir del rotativo y no regresar más. ¿Una pista? Es mujer…

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