* El cinismo de Fidel * Se dice espiado por el CISEN * Pero su gobierno espía * Máximo Benítez, mapache gonzalista, opera en Agua Dulce * Litho Formas, encargada de la impresión de boletas electorales * Tiene acusaciones por soborno * Guízar y Uribe en Rancho Viejo

 

Uno de los peores errores cometidos por Javier Duarte de Ochoa en el debate de candidatos a la gubernatura de Veracruz, fue tocar el tema de la pederastia. Embistió a Miguel Angel Yunes Linares; le recordó que lo tildan de ser parte de una mafia de trata de personas; le invocó los libros de Lydia Cacho y José Reveles y los análisis de Miguel Angel Granados Chapa. Pretendió, así, desmoronarlo moralmente.

 

Duarte de Ochoa se veía agobiado. Tildado de vasallo del gobernador, de mentiroso compulsivo, timador profesional, engañador de carrera y cómplice de un desfalco de mil millones de pesos para financiar las campañas del PRI, el delfín de la fidelidad fue exhibido por Yunes como integrante de una pandilla que le robó a Veracruz 11 mil millones de pesos, botín que se haya en cuentas y casas en Houston.

 

Vapuleado como nunca, recurrió al argumento de la pederastia:

“Podrías, tal vez —le dijo Duarte de Ochoa al candidato panista—, mostrar aquellos libros, investigaciones y testimonios sobre las redes de tratas de personas, de abuso de menores y otras felonías. Están publicados, en donde se te señala, se te acusa, y que por ejemplo han publicado periodistas como Lydia Cacho, José Reveles y don Miguel Angel Granados Chapa. Esos son tus documentos”.

 

Dejaba así constancia que la estrategia de descalificación fue urdida por el régimen fidelista. Transmutaba así Duarte de candidato en debate a vocero de la campaña contra la pederastia y paladín del operativo para mostrar a Yunes como un abusador de menores.

 

Yunes lo dejó pasar y le prometió una sorpresa para el final del debate. Lo conminó luego a someterse al polígrafo, al detector de mentiras. Duarte no levantó el guante. Salió por piernas, aclamado por sus huestes que no dejaron de gritar “pederasta” a Yunes Linares, alternando sus voces con porras y vivas a Javier Duarte.

 

Vacío de ideas, sobrado de demagogia, Javier Duarte prometía un Veracruz pujante. Negaba intrínsecamente el supuesto desarrollo generado por el gobierno de Fidel Herrera Beltrán. Hablaba de inversión, de mejoramiento educativo, de servicios de salud, de beneficio social. Era una oda a lo increíble, o mejor dicho, a lo no creíble.

 

Confrontado con las cifras del caos, nada podía refutar cuando se le citaban las estadísticas de la pobreza, del empleo mal pagado, de la violencia y la inseguridad.

 

No tuvo argumento para enfrentar la paliza que le asestó Yunes Linares. Trepado al templete del ridículo, conminado a no dejarse sobajar por Fidel Herrera Beltrán —“anda reapendejado”, le había dicho el gobernador en una de las conversaciones grabadas vía espionaje—, se colgó de la descalificación que le ofrecía el tema de la pederastia.

 

Nada consiguió con ello. Perdió el debate por su inconsistencia, por leer el texto que le sirvió de guión fatídico, suma de cifras y buenos deseos, cuentos y mentiras.

 

Falló por su falta de credibilidad. Duarte dejó el escenario llevando a cuestas la derrota. Erró al pretender contener a Yunes Linares con la estrategia de la pederastia.

 

Fue arrollado por la suma de reclamos, de desaciertos, de su involucramiento en el endeudamiento de Veracruz, del robo de 11 mil millones de pesos, del uso de recursos públicos para financiar las campañas del PRI.

Esa noche, Duarte fue un desastre.

Le hace al monje Fidel Herrera Beltrán. En Veracruz, sobre todo en tiempos de Fernando Gutiérrez Barrios, se ejerció el espionaje telefónico a mansalva. Se queja ahora el señor feudal de que lo hayan grabado cuando operaba las campañas del PRI y ordenaba el desvío de recursos públicos para sus candidatos. Su respuesta es una cortina de humo.

 

Acusa al gobierno federal, a Gobernación, al Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) de entrometerse en su vida privada y violar la ley. ¡Pamplinas! En el régimen fidelista espiar es parte del poder.

 

Aquí, en INFORME ROJO, se ha descrito cómo fue espiado el entonces candidato priísta a la diputación federal por Coatzacoalcos, en 2009, Iván Hillman Chapoy; sus conversaciones con familiares, amigos y colaboradores; la mortificación que le causaba ir a trabar acuerdos al municipio de Agua Dulce.

 

Las grabaciones eran transcritas en voluminosos legajos perfectamente clasificados.

 

Para eso le sirve a Fidel Herrera el C-4, su organismo de inteligencia, el aparato de espionaje del gobernador. Lo que nunca va a asimilar Fidel Herrera es quién fue el méndigo que le dijo que los teléfonos que usaba eran irrestreables y que su código cambiaba cada 40 segundos. ¡Ajá!... Máximo Benítez Montejo, quien fuera capacitador en la elección federal de 2009, ahora es instructor en el municipio de Agua Dulce. Tiene a su cargo 31 secciones electorales.

 

En la elección federal se le identificó como una de las propuestas del hoy candidato panista a la alcaldía de Coatzacoalcos, Gonzalo Guízar Valladares. Curiosamente, Máximo Benítez Montejo fue quien acreditó a Griselda Welsh Rivera como presidenta de la casilla 4682 básica I, siendo ella candidata suplente del PRI a presidenta municipal de Agua Dulce, lo cual contraviene el Código Electoral del Estado de Veracruz.

 

Hace bien su trabajo el mapache gonzalista... Litho Formas es la empresa que realizó la impresión de boletas electorales para los comicios del 4 de julio. Tiene en su haber por lo menos dos acusaciones de sobornos a consejeros electorales en Puebla y Estado de México, a cambio de que le adjudicaran sendos contratos para la elaboración de la papelería electoral.

 

En Veracruz realizó la impresión de las boletas sin los seis candados que garantizan que se les pueda falsificar. Entre algunas fallas se encuentra el tipo de papel, falta de folio, marca ultravioleta y marca de agua.

 

Todo ello ha generado sospechas y suspicacias, pues fácilmente se podría realizar una impresión clandestina como ya ha ocurrido en el pasado... Anoche, en el restaurant Rancho Viejo, cenaban Gonzalo Guízar Valladares y José Uribe Pozos.

 

Afables, relajados, los candidatos panistas a la alcaldía y a la diputación local por el distrito Coatzacoalcos I, respectivamente, disfrutaban el resultado del debate entre los candidatos a la gubernatura de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, Miguel Angel Yunes Linares y Dante Delgado Rannauro. ¿Tan mal se vio el delfín fidelista? Sí. Como consta en las grabaciones de Fidel Herrera Beltrán, Duarte se readuartizó, celebró Gonzalo...