Todos —Javier Duarte y Héctor Yunes, Peña Nieto y Luis Videgaray— trenzados en la disputa por Veracruz, por los dineros robados y el poder, simulando que la corrupción se combate por dentro y que el PRI pretende cambiar. Todos igual de podridos.
Todos —Javier Duarte y Héctor Yunes, Peña Nieto y Luis Videgaray— trenzados en la disputa por Veracruz, por los dineros robados y el poder, simulando que la corrupción se combate por dentro y que el PRI pretende cambiar. Todos igual de podridos.
* La expulsión del gobernador * El desplegado con firmas dudosas * La simulación de Héctor * Chantaje al presidente * 2 mil millones para la campaña de EPN * PRI sinónimo de corrupción * Yorio exhibe a Flavino * Félix López futuro alcalde de Cosolea * Presume que Romero Deschamps lo impondrá
Todos —Javier Duarte y Héctor Yunes, Peña Nieto y Luis Videgaray— trenzados en la disputa por Veracruz, por los dineros robados y el poder, simulando que la corrupción se combate por dentro y que el PRI pretende cambiar. Todos igual de podridos.
Unos roban y otros callan. Saquea las arcas el gobernador y lo encubre el presidente. Ni se inmuta el senador Yunes —“Javier Duarte es mi jefe político”— y lo consiente el ex secretario de Hacienda. Y cuando la repulsa social se traduce en derrota electoral, avizorando lo que será la elección presidencial, la treta es inmolar al gordobés. Fingen los corruptos que hay que enfrentar la corrupción.
Sabíase que Javier Duarte fue generoso en la campaña peñanietista, que por ahí creyó tener en sus manos al presidente, que eso le permitía quebrar a Veracruz sin riesgo de parar en la cárcel, y que siempre, con recursos públicos, financió las campañas del PRI, incluida la de Héctor Yunes a la gubernatura, que finalmente perdió.
Corruptos en esencia, así son los priistas. Y el Caso Javier Duarte evidencia cuánto le puso a la campaña de Enrique Peña Nieto y cuanto le entregó a Héctor Yunes.
Toman dinero del erario para las campañas del PRI, para el enriquecimiento personal, inmunes a la ley, evadiendo a la justicia en el altiplano y en la costa, en Los Pinos y en Casa Veracruz.
Crucificado hoy por los suyos, Javier Duarte paga con escarnio la soberbia con que gobernó Veracruz, acusado de encabezar el saqueo, de enriquecerse sin piedad, de usar una red de prestanombres que incluyó a su familia, a sus amigos, a sus empleados, una pandilla de truhanes.
Camina su proceso de expulsión del PRI cuando la Procuraduría General de la República usa las denuncias del gobernador electo, Miguel Ángel Yunes Linares, para exhibir al duartismo y a su líder en su dimensión real, corrupta, rapaz y sin mesura, autor de por lo menos un hurto de 3 mil millones de pesos que terminó sirviendo para la compra de ranchos y mansiones en México, Estados Unidos y España.
Camina el expediente que desahoga la PGR y así Javier Duarte es exhibido como el único corrupto de la banda priista, causante de la derrota en la elección del 5 de junio, cuando por primera vez el PRI perdió la gubernatura de Veracruz. ¿Y acaso es el único?
Vive días negros el gobernador. En la semana previa a su expulsión del PRI, embiste al líder nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, exacerbando el escándalo por la millonaria liquidación recibida al dejar su cargo en la Comisión Federal de Electricidad.
Y luego un destello de chantaje: los dineros que aportó —dinero de los veracruzanos, no suyo— a la campaña de Peña Nieto, en 2012, con una frase que es alarde, que
En los días previos a la sesión de la Comisión de Justicia Partidaria Nacional del PRI, donde le serán suspendidos sus derechos partidistas para luego proceder a su expulsión, se conoció cómo y con cuanto financió a Peña Nieto —2 mil 500 millones de pesos— y al candidato priista al gobierno de Veracruz, Héctor Yunes Landa —mil millones de pesos—. O sea, dinero público para campañas priistas, la podredumbre total.
Lo resume el periodista Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, en el periódico El Financiero, el viernes 23. Señala que el candidato priista, Héctor Yunes, expresaba en campaña que el financiamiento no llegaba, que Javier Duarte lo retenía:
“El candidato del PRI siempre se quejó en las reuniones de campaña que no había cumplido con los acuerdos con el partido, mientras que la queja de Duarte era que los cerca de mil millones de pesos que recibió en apoyos —no está claro de dónde salían los recursos—, los malgastó o no llegaron a las estructuras.
“Pero la historia de Duarte, en su totalidad, no es la que se conoce. La pública es lo que sucedió: la aplastante victoria del enemigo histórico de Duarte, Miguel Ángel Yunes, quien procedió de inmediato a presentar denuncias de corrupción en la PGR. La no pública es que en la operación política en Veracruz contra el senador Yunes participó la Secretaría de Gobernación, cuyo titular, Miguel Ángel Osorio Chong, presionó a Duarte para que no se enfrentara al panista Yunes, ni buscara descarrilar su candidatura. ¿Contra quién jugaba Osorio Chong? Contra Duarte, de acuerdo con sus cercanos, y a quien, pese a lo molesto con su gestión, respaldaba Videgaray”.
Después aborda Riva Palacio el financiamiento del gobernador a Peña Nieto, en 2012:
“La relación con Videgaray, que venía desde el Congreso, se profundizó en la campaña presidencial, cuando a través de Duarte se canalizaron recursos desde la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados, de la que el futuro secretario de Hacienda era presidente. Duarte ha dicho en su entorno que distribuyó dos mil 500 millones de pesos durante la campaña presidencial, por lo cual consideraba que estaba blindado con Peña Nieto. Tenía razón, cuando menos hasta este verano, como lo probó el Presidente cuando le negó al líder del PRI, Manlio Fabio Beltrones, proceder en su contra para eliminarlo como lastre y buscar mantener la gubernatura en las elecciones de junio, y manejar con discreción las investigaciones de la PGR en su contra, derivadas de las acusaciones del panista Yunes”.
Ojo: 2 mil 500 millones para Peña Nieto y mil millones para Héctor Yunes.
Duarte vive la debacle total. En otro frente, con apoyos que le regatean sus protegidos y cómplices, con albazos y sombrerazos, pretende doblegar al PRI nacional y a Peña Nieto, la mano que mueve a Ochoa Reza.
Un desplegado suscrito por líderes de organizaciones y sectores del PRI en Veracruz, algunos allegados a los senadores Héctor Yunes Landa y José Francisco Yunes Zorrilla, confrontan a su dirigente nacional. Su autenticidad está en duda. La refutan quienes supuestamente la firman. El mismo Héctor Yunes acusa que se trata de un acto de intimidación.
Afirma el comunicado de los dirigentes priistas:
“Sería un error monumental el aplicar cualquier tipo de sanción al Gobernador Javier Duarte apoyados en las ridículas y electoreras denuncias de nuestros adversarios políticos. Lo que generaría un pésimo precedente, debilitando a nuestra militancia y fortaleciendo a nuestros detractores, quienes han basado su estrategia política en la denostación sistemática a nuestras instituciones”.
Héctor Yunes, el que pregonaba que “Javier Duarte es mi jefe político”, que “estaré dispuesto a seguirle sirviendo desde el Senado de la República” y que por su sapiencia financiera rescataría a Veracruz del caos —ver https://www.youtube.com/watch?v=Rswf2bTrVGc —, también simula que hay rompimiento con el gordobés.
“La crisis —dice— tiene un responsable y un origen: Javier Duarte de Ochoa y su incapacidad e irresponsabilidad para gobernar.
“No obstante que he expresado y hoy reitero, que asumo la responsabilidad del resultado electoral adverso de la contienda política en la que participé como candidato a gobernador en junio pasado, es insoslayable el impacto que los actos de corrupción y desgobierno de Javier Duarte de Ochoa tuvieron en el resultado electoral de este año. “Con este motivo, el dirigente nacional de mi partido, Enrique Ochoa, exhortó a que el PRI recupere la confianza ciudadana castigando ejemplarmente a los corruptos.
“Acorde a este llamado, diversas voces de nuestro partido, la mía entre ellas, nos hemos pronunciado por la expulsión del PRI de Javier Duarte de Ochoa.
“A las graves acusaciones que pesan sobre su persona, se suma el hecho que, durante la campaña electoral de este año, fue evidente su inclinación por impulsar la votación a favor de otro partido político y consecuentemente de otro candidato al gobierno del estado, por lo que su expulsión significaría, simple y llanamente, regularizar su nueva afinidad política.
“El proceso en donde se analizará la suspensión de sus derechos partidistas culminará el próximo lunes. Con ese motivo, he recibido numerosas llamadas de militantes, dirigentes de sectores y organizaciones del PRI de mi estado, así como de presidentes municipales, diputados locales y federales del PRI de Veracruz, para informarme que están siendo coaccionados para firmar un desplegado en respaldo a Javier Duarte”.
“Pido, en mi carácter de senador de la República y Consejero Político del PRI, que el partido desautorice públicamente este acto desesperado.
“Que intervenga ante nuestros militantes para darles la certeza de que no están solos.
“Que haga prevalecer la independencia, la rectitud y la dignidad de los priístas veracruzanos y que garantice su integridad, física y moral.
“Que mande una señal categórica, clara e inmediata al casi millón de veracruzanos que nos dieron su confianza en el pasado proceso electoral, en el sentido de que no avalamos los actos desesperados, el encubrimiento, la irresponsabilidad, ni la inmoralidad que, tristemente, se aferra a una cada vez más frágil libertad.
“Que se valore el lunes con toda objetividad y sin presiones la calidad moral del gobernador de Veracruz y se defina si ese es el PRI que queremos o si estamos dispuestos a decir claramente que no somos rehenes de nadie”.
Burda treta, la expulsión de Javier Duarte no se da por razones de justicia sino por angustia política. Veracruz ya no es reserva electoral del PRI. Su millón de votos fue producto de la coacción a beneficiarios de programas sociales, a la operación fraude del duartismo, a la compra del votante o a la amenaza del cacique rural, sindical, magisterial. Sin un gobernador priista esos votos se esfuman.
Veracruz es el Waterloo del PRI. Javier Duarte y su desgobierno provocaron el mayor repudio de la historia a todo lo que huela a priismo. Perdió la gubernatura, el Congreso y pasó a ser tercera fuerza electoral en la entidad. Y le va a ir peor en 2017 y 2018.
Cunde la desesperación cuando la lectura es catastrófica. Miguel Ángel Yunes Linares en el gobierno de Veracruz dispersará los votos priistas, atará de manos a alcaldes priistas que operen electoralmente, dejará sin ruedas a la maquinaria priista.
Prevalece el repudio al PRI. Priismo es sinónimo de fidelismo, de duartismo, de peñanietismo. Priismo equivale a corrupción, a saqueo, a riqueza malhabida, a deuda, a estancamiento social, a municipios en el abandono mientras los alcaldes viven en la opulencia. Priismo se asocia a inseguridad, robo y asesinato, a levantón y secuestro, a extorsión y ejecución, a desmembrados y fosas clandestinas.
De ahí la farsa. Si el malo es Javier Duarte, el PRI lo expulsa. Y los veracruzanos se reconcilian con el PRI. Ajá.
Todos —Javier Duarte y Héctor Yunes, Peña Nieto y Luis Videgaray— son lo mismo.
Todos igual de podridos.
Archivo muerto
Fue Flavino Ríos quien balconeó a la PGR. Filtró la pesquisa, maniobró, la enfiló sobre los Yunes azules, omitiendo que el objetivo de la Procuraduría General de la República era Javier Duarte, su familia, sus amigos, sus empleados. A detalle lo cuenta el periodista Edgar Hernández en su columna Línea Caliente.
Cita lo dicho por el director de Catastro del gobierno de Veracruz, Domingo Yorio Saqui, indiciado en la denuncia por enriquecimiento ilícito, peculado e incumplimiento del deber legal contra el gobernador de Veracruz.
“Yo solo informé al doctor Flavino Ríos (Alvarado, secretario de Gobierno) de las acciones de la PGR cuando llegaron por primera vez a mi oficina a solicitar información sobre 69 personas, entre ellos amigos, familiares, personas ligadas al gobernador y funcionarios del gobierno”. La información incluía bienes del gobernador electo, Miguel Ángel Yunes Linares, y su familia. Explica Edgar Hernández que fue filtrada, vía el Pato de Tuxpan, Alberto Silva Ramos, vocero del gobierno duartista, a la prensa afín, los textoservidores, columnistas a sueldo.
Cita las palabras de Domingo Yorio: “Solo entregaron a los medios los datos relativos a los Yunes, dejando fuera los de Javier Duarte, de ahí la percepción de que nos negábamos a aportar datos al catastro y valuación de bienes patrimoniales de Boca del Río. Por ello Miguel Angel Yunes Márquez, de inmediato respondería con documentos la legalidad de sus acciones a lo que tuvimos que decir que no teníamos la actualización de nuestro padrón”. Y luego la frase que incrimina al secretario de Gobierno: “Eso se lo dije al doctor Flavino Ríos”.
Usó el segundo de abordo en el duartismo la documentación de la PGR para enredar el caso, golpear a los Yunes azules, meter en un lío a Javier Duarte y, al ser obligado a dejar éste la gubernatura, convertirse en gobernador sustituto aunque fuera por unos días. Flavino, a la pepena política. Y a enfrentar la embestida de la PGR… Se llama Félix López Mora y presume que será el alcalde yunista en Cosoleacaque.
Presume también de su amistad con el nefasto Carlos Romero Deschamps, líder y cacique del gremio petrolero, millonario sin límite, soberbio y patán. Carece el tal Félix López Mora de trabajo político, estructuras que promuevan el voto, operadores que cuiden una elección, y aún así dice que será el candidato del PAN-PRD a la presidencia municipal de Cosoleacaque, que ya lo amarró el líder petrolero, que es su voz la que cuenta, no la de los militantes ni los simpatizantes, como si en Cosolea el panismo fuera primera fuerza política.
Dice que Romero Deschamps opera entre enclaves panistas. Tiene otros afectos el mentado Félix: los Wade de Minatitlán, que de por sí son repudiados. Bien por el PAN-PRD. Con arribistas así asegura otra debacle en el sur…
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