Cada día, cada que puede, Winckler estresa a Veracruz. Su justicia, la que se construye en las sombras y se vale hasta de la mordaza y el silencio, va de la mano del duartismo al que pregona —sólo pregona— combatir.
Su élite en la Fiscalía viene del pasado y se mueve con él, gobierna con él, simula con él, con el joven abogado Jorge Winckler Ortiz que alcanzó notoriedad por un caso de escándalo, el de los Porkys de Costa de Oro, agresores y violadores de una menor de edad.
Otro más fue la defensa de la periodista Maryjose Gamboa Torales, implicada en un accidente en que murió el joven José Burela, accidente imprudencial que sirvió a Javier Duarte para embestirla, retenerla en prisión por ocho meses, lanzarla a las manos de sus esbirros en el penal de Tuxpan, pasada por la tortura y la inquina del ex fiscal Luis Ángel Bravo Contreras, uno más entre los intocables del yunismo.
Ya en la Fiscalía General de Estado, Winckler se mostró como es. Su justicia es selectiva. No toca a Karime Macías Tubilla, esposa a distancia del es gobernador Javier Duarte, pues advierte el abogado maravilla que por haber detentado un cargo honorífico, el de presidenta del DIF estatal, no tiene con qué hallarle responsabilidad.
¿Y la asociación para delinquir, la autoría intelectual en el saqueo, vía empresas fantasma que cobraban por obras y servicios no ejecutados, pasando los millones y más millones a empresas de papel, sociedades anónimas en México y el extranjero para adquirir viviendas de lujo y luego revenderlas?
Pero sostiene el brillante Winckler que hay agarradera legal. ¿Pues en qué liceo estudio leyes?
Winckler es, por decir lo menos, un contrasentido total. Combate al duartismo del círculo cercano, a Flavino y Bermúdez, a Audirac y Valencia, a Gina Domínguez y hasta la novia del ex gobernador, Xóchitl Tress, liberándola con una treta legal, y su grupo legal proviene del duartismo.
Con Winckler va Marcos Even Torres Zamudio, Samyra Khoury Colorado, Lucía Lara, José Eduardo coronel Gamboa, Rodrigo Elizondo Guzmán, José Alfredo Gómez Reyes, Ricardo Morales Carrasco y una pléyade que sirvieron al régimen que bloqueó la justicia para sumir a Veracruz en un caos.
Justicia a ciegas, en Veracruz, no es justicia. Y peor si la procura el duartismo que halló su nuevo nicho en el yunismo de Winckler.
Junto al fiscal de la injusticia pulula Marcos Even Torres Zamudio, su flamante visitador general, que los días de Duarte en la plenitud del pinche saqueo, fue jurídico de otra pieza del museo de la corrupción: Harry Grappa.
Sobre Marcos Even no se teje una historia; se tejen mil. Su vínculo con Harry Grappa en Turismo es proverbial, digno de un thriller de Katzenbach o la saga de Misión Imposible.
Con Grappa fue no tibio, sumiso. Ahí, en Turismo, donde se perpetró el fraude de los Juegos Centroamericanos, la mano del hoy visitador general de al Fiscalía.
Esa mano —refiere una carta que circula en internet— fue la que suscribió los convenios con el DIF estatal para el Evento. Y en la contraparte rubricaban otras figuras con tufo a corrupción: Karime Macías y el entonces tesorero del DIF, Antonio Tarek Abdala Saad, tesorero también de Javier Duarte, hoy diputado federal.
¿Por qué será que el brillante Winckler no pudo sustentar el caso contra Tarek, su desafuero, negado por la Sección Instructora de la Cámara de Diputados porque el fiscal de Veracruz no terminó de integrar las carpetas de investigación? Si le preguntan a Marcos Even Torres, él dirá por qué.
A Marcos Even se le debe, entre otras, la designación de Ricardo Morales Carrasco, fiscal regional en Coatzacoalcos cuando la aprehensión del Comandante H, alias Hernán Martínez Zavaleta, imputado de ser el jefe zeta en el sur de Veracruz, implicado en el crimen de cuatro niños y sus padres en la colonia Villas del Sur.
De Morales Carrasco se sabían sus ligas con los operadores del H, las prebendas que recibía, hospedaje, alimento, buen trato. Y su novia lo movía a seguir así. Ella participando en actos cívicos, junto al poder civil y militar, como si fuera autoridad.
Un día, el 24 de junio, le dispensó la necropsia al lugarteniente del H, Bernardo Cruz Mota, abatido en un ataque rival. Al saberlo el gobernador Yunes Linares, ordenó su destitución y que fuera sometido a investigación.
Tres meses después, ni Winckler ni Torres Zamudio dan señas de avanzar en esa investigación. Ricardo Morales Carrasco despacha sus casos, representa colectivos que buscan a los familiares que el fiscal no puede encontrar.
Samyra Khoury no es medio duartista, es duartista al 100. Peor, es la pieza de “Culín”, alias Luis Ángel Bravo Contreras en la fiscalía del régimen yunista. Algo así como amor y paz entre los azules y los rojos.
De ser actuaria —notificadora le dicen los abogados— en el Poder Judicial Federal, brincó a subprocuradora en Coatzacoalcos, arreglando un caso que la Procuraduría de Veracruz tenía perdido: el crimen del periodista Gregorio Jiménez de la Cruz, ultimado el 6 de febrero de 2014, tras ser levantado en su hogar por un comando criminal.
Goyo Jiménez era reportero de Notisur y su caso puso a Javier Duarte contra las cuerdas. Detenidos los sicarios y la supuesta autora intelectual, empeñado el entonces procurador Amadeo Flores Espinoza en que el crimen ocurrió por una rencilla personal entre vecinos —así se fabrican culpables en Veracruz—, los presuntos matones obtuvieron un amparo liso y llano. Y ya en revisión, se esperaba lo peor.
Samyra cabildeó. Movió sus piezas en el Poder Judicial Federal. Logró que el amparo fuera revocado. Algo así como que traficó influencias para que los sicarios no se pudieran ir.
Luego pasó a ser fiscal regional, provocando un caos entre el personal, metida hasta en la vida de sus subalternos y usando operadores que usurpaban las funciones de los MP y de los empleados de las unidades de procuración de justicia.
Trasladada al puerto de Veracruz, pronto la cachó Winckler. Y la hizo fiscal especializada en delitos contra la mujer y la familia. Otra duartista, fiel ante todo a Fisculín, en el seno del poder.
Astroboy es el Messi de la Fiscalía pero al revés. Winckler le dio la misión de hallar desaparecidos y no se halla a sí mismo.
Es Luis Eduardo Coronel Gamboa —el Niño Fiscal, su otro alias— el de las frases insolentes y los desplantes de gran señor, el que agravia por inútil y ofende por su desdén, el que no le resuelve misterios porque lo imposible no se le da ni tiene una frase de compasión por las madres que andan buscando a sus familiares.
“Y cuál es la prisa si están desaparecidos”, dijo un día mientras se dirigía a festejar con amigos y subalternos en un restaurant de Xalapa.
Ese día —abril 2 de 2017— importó más la farra que la obligación, la ida a Barezzito, en Xalapa, como le reseñó el columnista Edgar Hernández en su Línea Caliente, con santo y seña, nombres y sitios, la alusión a Susana —“ya ves que es rebuena pa’l reventón”—. Qué vida la del coronel Empédocles.
Coronel Gamboa lleva lo duartista en la piel. Es hechura pública de Namiko Matsumoto, que sus días como dueña de la Comisión Estatal Para la Atención y Protección de los Periodistas (CEAPP) fue su madrina. Y a su vez, su patrón era Javier Duarte.
Namiko lo infla y lo vuelve a inflar, según amanezca el día. En la CEAPP, Astroboy fue director de Procesos y en la agencia Quadratín Veracruz, la franquicia de Gina Domínguez, vocera de Javier Duarte en su gobierno de saqueo, era un columnista que le zumbaba, entre otros, al hoy ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Eduardo Medina Mora, y otras más al periodista Joaquín López Dóriga.
Otro cero a la izquierda es José Alfredo Gómez Reyes, fiscal en Xalapa, el de los delincuentes peruanos, pillados en plena balacera, persecución y presunto robo en el fraccionamiento Monte Magno, en la capital de Veracruz.
Se le fueron por negligente, por soberbio o porque así era el plan. Hasta la abogada Guadalupe Coq Toscanini, en cuyo despacho trabajara, le recriminó que se negó a admitir consejo para lograrle justicia a las víctimas.
Uno más, Rodrigo Elizondo Guzmán, fiscal visitador encargado para la Atención a Quejas de Derechos Humanos, que en el duartismo fue pieza relevante en la Comisión Estatal de Derechos Humanos, y ahora logra un lugar en el esquema yunista.
Y así por cientos, vinculados al duartismo y su corrupción, ligados a Luis Ángel Bravo Contreras, al que enfrentó Winckler cuando tenía que derrumbar la trama contra Maryjose Gamboa.
Hoy, Fisculín anda libre, alegre, burlón. Winckler no lo quiere o no lo puede tocar.
Qué tiempos los del yunismo. Los duartistas le mueven la mano al fiscal para hacer justicia.
Así sí.
Archivo muerto
Otro que ya no ríe es Javier Duarte. Le confirma el Tribunal Unitario Penal en el ex DF su vinculación a proceso por delincuencia organizada y lavado de dinero. Le confirma lo que ya un juez de control había dictado: a lo largo de dos años estará sujeto a juicio y luego vendrá la sentencia final, amén de otros cargos que se le habrán de imputar. Permanecerá en el Reclusorio Norte, donde poco a poco va perdiendo las ínfulas, los aires de divo, a medida que la PGR aprieta el paso. En su celda, el ex gobernador de Veracruz se dio tiempo para exigir la liberación de sus cómplices hasta que uno de ellos, el ex secretario de Finanzas, Mauricio Audirac Murillo, lo atajó. Palabras más, palabras menos, reclamó: si están en prisión es por culpa del saqueo de Javier Duarte. Entre reos, vive Javier Duarte la frialdad de una celda, el vituperio de una sociedad, el abandono de aquellos a los que encumbró y le ayudaron a saquear Veracruz. En Londres, muy quitada de la pena, su esposa Karime Macías dándose vida de gran señora. En Vancouver, Canadá, Moisés Mansur disfrutando su remanso de impunidad. Y así Rodríguez Janeiro, Alfonso Ortega. Todos participaron en la gran estafa y sólo uno lo pagará…
Un as en extradiciones, Rodolfo de la Guardia García es un fiasco en penal. Con alardes desmedidos se advertía que su cliente, el falso general Arturo Bermúdez Zorrito, no tardaría en dejar la cárcel. Tumbó pruebas de la Fiscalía. Se veía libre el ex secretario de Seguridad Pública del desgobierno duartista, el de la policía criminal, la que mató al cantante Gibrán, la que levantó a cinco jóvenes en Tierra Blanca y presuntamente los ultimó y desbarató en ácido, la que se coludió con los malos y los peores. Pues no. Bermúdez sigue vinculado a proceso y hasta le extendieron sus vacaciones en el penal de Pacho Viejo. Alguien no le dijo a Bermúdez que el Talón de Aquiles de Rodolfo de la Guardia es el derecho penal…
Algo tiene CAEV Coatzacoalcos. Es corrupción. Una oficina alterna, la de avenida Zaragoza, sirve para condonar adeudos, traficar influencia, realizar descuentos a usuarios con, por ejemplo, 26 mil pesos a pagar. Un pecado así se arregla con, por ejemplo, 13 mil pesos. Un pecado peor es que a CAEV sólo hayan ingresado, por ejemplo, 100 pesos. Ahí, en la oficina de Zaragoza, rentada al especialista en seguros, Abraham Férez, el tema de la corrupción es descomunal. Ahí se tejen negocios que en la jerga judicial se tipifican como peculado. CAEV Coatzacoalcos no tiene límite. Y la ambición de los yunistas de sur peor…
¿Sabrá el gober azul, Miguel Ángel Yunes, cuántos protegidos de Flavino Ríos Alvarado, el ex gobernador interino que facilitó la fuga de Javier Duarte, ocupan cargos en el Poder Judicial? Unos son jueces, otros empleados en el área administrativa, donde fluyen los recursos, el mantenimiento a juzgados, donde con facturas apócrifas se cubre cualquier faltante. Y así el desvío de recursos públicos. Eso de que el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Veracruz, Edel Álvarez Peña, oculte algo así es peor a que Flavino se siga mofando de la justicia con su prisión domiciliaria itinerante, de shopping en las plazas comerciales o viajando al sur a visitar su notaría en Minatitlán y a echarse la copa con Héctor García Hernández, el célebre ex líder petrolero que lleva por alias “El Trampas”…
Dicen que están bien, pero no. Arguyen que es su derecho a una vivienda, pero no. Cuentan que por la vía legal, previa invasión, tendrán la razón. Otra vez no. En su faceta de invasores, 33 periodistas de Minatitlán, agrupados en la Organización de Comunicadores de los Estados AC, demandan la regularización a su favor de viviendas originalmente para damnificados por las inundaciones del 2008, construidas en el predio El Mariano con recursos del Fondo de Desastres Naturales (Fonden). Son casas no ocupadas por los beneficiarios. Son casas que de origen presentaban problemas de servicios. Su alegato se basa en que en tres ocasiones han gestionado se les regularice, una ante el entonces gobernador de Veracruz, Javier Duarte; otra ante Flavino Ríos, una más ante Miguel Ángel Yunes, vía oficio con atención al secretario de Gobierno, Rogelio Franco Castán. Alguien, se ve, los metió en una trampa. Y los volvió protagonistas de un mitote. Algunos las tienen en posesión. Algunos ni siquiera son periodistas sino familiares de comunicadores. Otros quieren vivienda pero su situación económica es holgada ostentando auto, trabajo en Pemex, chayo y hasta plaza de aviador en el ayuntamiento de Minatitlán. Su demanda es un ardid, una treta. Su lamento no vale. Su gestión es inviable. Y su actuar los coloca fuera de la ley. Lo acredita el periodista Ignacio Carvajal en Liberal del Sur, tras realizar una consulta oficial y obtener de Invivienda una respuesta categórica: “las reglas de operación del Fonden aplicables a este desarrollo habitacional (publicadas el martes 19 de septiembre de 2006, en el DOF) no contemplan la reasignación”. Y algo más: son invasores tratando de apoderarse de un bien federal. Eso, por si no lo saben, implica cárcel. Pero qué necesidad… ¿Cuántos de ellos —políticos unos, líderes sindicales otros y empresarios unos más— tienen vínculos con malosos de amplio historial, implicados en temas de secuestro, extorsión, cobro de cuota, chantaje y crimen? ¿Cinco o seis personajes? ¿Cuántos? Una pista: son de Mina. Otra pista: suelen amenazar antes de matar…
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