Negligente, potencialmente criminal, la
Secretaría de Seguridad dejó solo, inerme, vul-ne-ra-ble a Celestino Ruiz, el
periodista de Actopan, sin escoltas, nueve días sin medidas de protección, al
alcance de la mano asesina. Y hoy está muerto.
Abatido por siete disparos, Jorge Celestino dejó
la vida ahí, en la tienda de abarrotes que le servía para allegarse el sustento
de su familia, su cuerpo entre un charco de sangre, sacudiendo al gremio y al
aparato de poder y situando a La Bocanita, congregación de Actopan, municipio
del centro de Veracruz, en la estadística de la violencia contra el periodismo.
De espaldas a sus verdugos, el corresponsal de
Gráfico de Xalapa observaba la televisión a eso las 9 de la noche cuando los
sicarios lanzaron los primeros disparos a cierta distancia. No los vio. Recibió
las descargas iniciales, cuatro balas expelidas por un arma larga calibre 232.
Luego irrumpieron en el negocio. Vendría el segundo tirador y con una pistola
calibre 45 lo remató.
Ahí comenzó el infierno del secretario de
Seguridad, Hugo Gutiérrez Maldonado, y el del gobernador Cuitláhuac García.
Amenazado de muerte, Jorge Celestino Ruiz
Vázquez debió tener vigilancia permanente, escoltas día y noche, operativos de
apoyo, ser monitoreado cada paso, cada movimiento, las horas en casa, los
lugares a los que debía trasladarse, los desplazamientos del “principal”, como
se cataloga a quienes están sujetos a esos protocolos de seguridad, todo bajo
registro en el sistema de radiocomunicación policíaco. Pero lo dejaron solo.
Una fecha, el 2 de agosto, marca ya al sexenio
de Cuitláhuac García. En el noveno mes de su fallido reinado, ocurre el crimen
y Jorge Celestino Ruiz se constituye en el primer comunicador asesinado en los
días de Morena en el poder en Veracruz.
Meses atrás comenzó el asedio. Había publicado
presuntos desvíos de dinero en el ayuntamiento de Actopan, que provocaron una
reacción del alcalde Paulino Domínguez, intentando cooptarlo con 40 mil pesos,
cantidad que Celestino Ruiz rechazó, según investigación del reportero Ignacio
Carvajal.
Sobre Celestino Ruiz pesaban amenazas desde
octubre y noviembre de 2018. Y denunció.
Su caso lo acompañó la Comisión Estatal para la
Atención y Protección de Periodistas, instando a aplicar protocolos de
seguridad que garantizaran la integridad de Celestino y su familia.
Celestino fue víctima de los sicarios y de la
negligencia criminal, el desdén, la omisión oficial.
Pesaban sobre él amenazas graves, su
confrontación con el presidente municipal de Actopan, el intento de soborno que
él rechazó, una investigación ministerial que fluía a paso lento y la
intervención de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, cuya presidenta,
Namiko Matsumoto Benítez, siendo secretaria ejecutiva de la CEAPP fue cómplice
silenciosa, perversa, ante las agresiones de la policía de Arturo Bermúdez, ex secretario
de Seguridad, el rufián de Javier Duarte, a la prensa.
Alertó de las amenazas, la Fiscalía
Especializada en Delitos Electorales y Delitos que Involucren a Periodistas y/o
Comunicadores, el 23 de abril, vía el oficio 182/2019, carpeta de investigación
114/2018, dirigido a Gutiérrez Maldonado, instando a continuar aplicando los
protocolos de protección.
El documento fue recibido por la Dirección
Jurídica de la SSP, a cargo de Aliet García, media hermana del gobernador
Cuitláhuac García, y por la Subsecretaría de Operaciones, cuyo titular era el
capitán Eugenio Palma Bernal, cesado tras diversos señalamientos de lucrar con
las permutas de los elementos de la SSP y sus constantes visitas a bares y
antros en Puebla.
En dicho documento se hace referencia a los
oficios 384/2018, de fecha 24 de octubre de 2018, y el 450/2018, de 4 de
diciembre de 2018. En él se enfatiza en las “medidas de protección solicitadas
en favor del periodista Celestino Ruiz Vázquez” y solicita continuar
“proporcionando las medidas de protección y auxilio en favor suyo y de sus
familiares por otros seis meses”. O sea, del 23 de abril al 23 de octubre de
2019.
Enumera el oficio tres puntos para dar
cumplimiento a la protección: nombre de los elementos policíacos asignados,
evidencia gráfica que acredite el cumplimiento de los “rondines” solicitados y
bitácora de “visitas” con la firma del agraviado.
Sin embargo, la última ocasión que Celestino
Ruiz tuvo contacto con los elementos de la Policía Estatal fue 24 de julio,
nueve día antes del atentado.
“Como dato relevante —apunta el boletín de la
SSP—, en la última visita no se había reportado alguna situación de riesgo,
excepto que en encuentros con los escoltas del Alcalde de Actopan, ya fuera en
la calle u otro lugar, éstos le dirigían miradas agresivas o de provocación
pero sin llegar a intercambiar palabra alguna”.
Y aún con ese ambiente hostil no se incrementó
la protección.
Celestino Ruiz murió acribillado por la omisión
criminal de la Secretaría de Seguridad Pública, al frente de ella el shérif de
papel, Hugo Gutiérrez Maldonado.
Sobre Celestino Ruiz debió establecerse un cerco
de protección, escoltas de tiempo completo, 24-7, que inhibieran las amenazas
contra su vida.
Pero lo dejaron solo.
No había vigilancia. Efectivos de la SSP lo
“visitaban”, realizaban “rondines”, lo dejaron a su suerte.
Su familia hoy alerta que está sola. Horas
después del crimen, la vigilancia establecida por la SSP cesó. Los elementos
policíacos se marcharon. Y el riesgo de muerte crece.
Con Cuitláhuac se reedita el desprecio a la
prensa que marcó y desfondó a Javier Duarte. Eric Patrocinio Cisneros,
secretario de Gobierno, es el azote, el ariete, el gatillero verbal.
Duarte le decía a periodistas “pórtense bien”,
que sacudiría el árbol y caerían manzanas podridas, que algunos periodistas
sirven al crimen organizado. Pero no los identificó ni los denunció.
Patrocinio retoma el ataque. Los punza. Los
implica en su conflicto con el fiscal general, Jorge Winckler, y les da calidad
criminal.
“Va para todos los compañeros que son
periodistas —expresa Patrocinio—, va para todos los veracruzanos… con esto que
está pasando en Veracruz, aquí vamos a saber quién está de lado de los
veracruzanos y quién quiere ser cómplice de un pequeño grupo.
“Los que hoy defienden al Fiscal (evidenciarán)
si estás con el crimen organizado o en beneficio de todos los veracruzanos”.
Y días después a Marcos Miranda lo levantaron
tras recibir una amenaza del secretario Cisneros.
Y a Celestino Ruiz lo ultimaron por carecer de
medidas de protección.
Y si algo faltara, el gobernador Cuitláhuac
García sentencia que “no podemos ponerle un policía a cada periodista”. No,
pero a los que están bajo amenaza, sí.
Su desprecio a la prensa es suicida. A Javier
Duarte lo hundió.
Celestino murió porque lo dejaron solo. Y
facilitaron el crimen.
Archivo muerto
Quince bolsas, cuatro cuerpos desmembrados y el
Veracruz violento no cesa. En La Estancia, municipio de Maltrata, autopista
Córdoba-Puebla, son hallados los restos humanos que describen la crisis de
seguridad que sacude, indigna, convulsiona a la sociedad. Al sur, en
Minatitlán, de un pozo son extraídos dos cuerpos, uno de los cuales corresponde
a Cristian R, levantado por policías estatales el 4 de junio de 2018 y por el
que familiares y amigos habrían de protestar en la sede de la Unidad Integral
de la Fiscalía de Coatzacoalcos, y hoy vuelven a exigir justicia. Coatzacoalcos
figura en cuarto lugar a nivel nacional en feminicidios. En este municipio, una
mujer fue hallada sin vida, maniatada con un cable eléctrico en la colonia
Popular Morelos. Otros cinco cuerpos fueron aparecieron en Vega de Alatorre
este viernes 9. Así el nivel de violencia, mostrando el rostro del poder de la
delincuencia y el sometimiento de las instituciones. Peor aún, la estampa de
esa violencia, propia de cárteles, en Uruapan, Michoacán. De un puente colgaban
nueve cuerpos; bajo otro puente, siete víctimas más, y en un tercer punto,
otros tres cadáveres. Y en San Miguel de Allende, Guanajuato, cantinas y bares
cierran sus puertas por la amenaza del narco que les dejó paquetes con droga y
el mensaje de que los vendan y volverán por el dinero. Y si no, ya saben. Así
el caos de seguridad, el cáncer de México, el escenario que revela que los
efectos de la narcopolítica no tienen final… Sergio Gutiérrez Luna opera en el
sur. A ras de piso, sondea el andar de Morena, el impacto de sus gobiernos, la
cohesión, sus divisiones, los liderazgos, el potencial con y sin el efecto
López Obrador. Nativo de Minatitlán, formado en la capital del país, con
asesorías en el Senado, trabajo en la Cámara Baja, sobrino del priista Norberto
Luna, hoy es diputado federal. De viva voz palpó este fin de semana las
fortalezas y debilidades del partido de Andrés Manuel, reunido con militantes
de diversos grupos. Cercano a Mario Delgado Carrillo, líder hoy de la fracción
parlamentaria morenista y futuro líder nacional de Morena, conoció lo que de
alcaldes, diputados y el gobernador Cuitláhuac García y su fallido equipo no se
conoce a fondo en el altiplano. 2021 no será un 2018; AMLO no estará en la
boleta electoral; el desgaste del presidente por tanta exposición pública —y
sus “otros datos”— en sus conferencias mañaneras; la falta de comunicación
política que impide aterrizar mensajes en las masas; el alcalde de
Coatzacoalcos Víctor Manuel Carranza que atropella el derecho de todos y su
equipo de prensa golpeando y descalificando, provocando críticas más hirientes
en contra; el tema crucial, la seguridad, y su consecuencia política y social.
De todo eso, y más, hablaba Gutiérrez Luna en corto, en una mesa de cuatro, de la
que pocos saben, la noche del martes 6. Como para un informe a Mario Delgado…
Estratégicamente situado, Jorge Franco Álvarez tiene una misión precisa:
controlar los dineros del Tribunal de Conciliación. Lo que dice, se hace; lo
que no, no. Lo pusieron donde hay. Y nada es casual. Es el sobrino preferido
—diríase que el tercer hijo— de Edel Álvarez Peña, presidente del Poder
Judicial en Veracruz. Orgullo de su nepotismo, Jorge Franco es el Señor de los
Billetes en el tribunal que preside —o que supuestamente preside— Fernando
Charleston Salinas. Al sobrino “cómodo” de Edel lo intentan ocultar en el
directorio del PJE, citando su nombre sólo como Jorge Alonso Franco, omitiendo
el apellido de su mamá, la bien recordada Mery Álvarez Peña. Otro abuso del presidente
del Poder Judicial es el espacio ocupado por Jesús Obeso Martínez, subdirector
de Recursos Materiales del Consejo de la Judicatura, donde se administran los 2
mil 585 millones de pesos para el ejercicio 2019. Obeso es, por si el dato
andaba perdido, apoderado legal de la empresa Inmobiliaria Kabator, S.A. de
C.V., propiedad del clan de Edel, con obras en Pemex y SCT de Tabasco e
inscrita en los padrones de contratistas de los ayuntamientos de Coatzacoalcos
y Villahermosa. Y por si quedara duda de su relación, Kabator tiene su
domicilio social en Lázaro Cárdenas 801, colonia Centro, en Coatza, sede del
periódico Liberal del Sur, cuyos dueños son los Álvarez-Delong. Así que
nepotismo, el abuso y tráfico de influencias sobran, don Edel… Y el que ya trae
solicitud de juicio político es Víctor Carranza. Por abusivo, por transgredir
la ley, por desacato a un tribunal, el de Justicia Administrativa de Veracruz,
el alcalde de Veracruz enfrenta el riesgo de perder el cargo y enfrentar, sin
fuero, denuncias de carácter penal. Su caso, promovido por la compañía Pluvial
del Golfo, a la que se resiste a pagarle la obra del último tramo del malecón
de Coatzacoalcos, vencido en juicio y con apercibimiento de saldar el adeudo,
ya se encuentra en el Congreso de Veracruz. Y el desgaste lo sufrirá Morena con
vistas al proceso electoral de 2019. Sí mentir, sí robar, sí traicionar…
Elección nacional en el PRI. Su padrón en el distrito 29, el Coatzacoalcos
Urbano, refleja el desplome de la militancia, los pocos que refrendaron su
afiliación. Marcelo Montiel y Carlos Brito con domicilios que hace tiempo no
habitan; Joaquín Caballero, su hermana y sobrina con el mismo hogar; de los
Hillman, sólo Iván sigue siendo priista; ex regidores, ex diputados, ex
alcaldes, ex síndicos no podrán votar por no tener militancia efectiva. Habrá
mascarada el domingo 11. Los dados están cargados a favor del ex gobernador de
Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas, con el visto bueno de Andrés Manuel López
Obrador. El naufragio del PRI continúa… ¿Quién es ese cercano a Carranza,
tiempo atrás encerrado en un penal, por quien clama un tal Mata Viejitas, un
cholo marihuano de San Andrés llamado Hernán, que pasaran una noche en
confinamiento total, en zona de castigo, solos y su desnudez? Al siguiente día,
el Mata Viejitas seguía preguntando a quién más había que “picar”. Dos pistas:
una, no es pariente de don Venustiano, y dos, se libró de aquel fraude pero ha
venido perpetrando otros más. Cuentan que Hernán lo dejó en éxtasis…
mussioc2@gmail.com
mussiocardenas_arellano@hotmail.com
www.mussiocardenas.com