Tienen los priístas la indigna condición de ser serviles. Abandonan sus principios, ocultan sus valores y muy a menudo fingen amnesia como fórmula para sobrevivir en el sistema político y en las islas del poder. Aplaudieron a rabiar al ex presidente Carlos Salinas de Gortari, villano favorito, auspiciador de escenarios de corrupción, sentenciado por el juicio popular, acusado de crímenes de Estado, gestor de la peor crisis financiera en la historia del país, por el sólo hecho de haber colmado de elogios al gobernador Fidel Herrera Beltrán, destacando logros intangibles, cuestionables e ilusorios en el desarrollo de un Veracruz cuya realidad es trágica, sumido en la pobreza y en la desigualdad.
Le aplaudieron de pie, encantados con las frases demagógicas del bienestar general, la generación de empleos y las recetas financieras que hoy producen millones y mañana se traducen en deudas impagables, el futuro incierto, el crecimiento cancelado. Sucumbieron a la adulación del señor Salinas, bautizado por la prensa del corazón como Míster Socialité, asiduo a las fiestas de pedigrí que sirven de aparador para la proyección política. Se tragaron el cuento del político excepcional, del gobernador formidable con que describió a Fidel Herrera y del paraíso jarocho que sólo existe en la estrategia para venderse bien y recomponer su imagen entre la opinión pública veracruzana.
Semanas atrás, desde la óptica de un sector de la prensa de Veracruz, Carlos Salinas de Gortari era el gran lastre de Enrique Peña Nieto, gobernador del Estado de México que apunta a ser el candidato del PRI a la Presidencia de México en la elección de 2012. Ser salinista, ahijado político del ex presidente, no era virtud sino defecto y un escollo en sus aspiraciones de habitar en Los Pinos. Hoy, besado por el diablo y los demonios del señor Salinas, el gobernador de Veracruz adquiere el mismo estatus de Peña Nieto. Tiene su bendición —¿o acaso maldición?— para competir en la carrera por la candidatura priísta a la Presidencia de México. Tiene, se le vea por donde sea, el aval de Salinas y el sello del salinismo. Si así lo calculó Salinas de Gortari, asestó un golpe artero al gobernador de Veracruz. Lo inscribió en la lista de los indeseables, de los enemigos de las causas sociales. Míster Socialité, siendo Presidente de México, fue un ordenador de las finanzas nacionales, motor de inversiones, renegociador de deuda externa, creador de modelos financieros, encauzador de la economía. Bajo esa máscara de eficiencia institucional, también hizo de las suyas. Toleró la corrupción oficial, permitió el abuso de poder de su hermano Raúl, el cobro de diezmos a los grandes inversionistas, la proliferación del narcotráfico, la venta de paraestatales y el consecuente desvío del dinero cobrado mediante su Programa Nacional de Solidaridad, y la desigualdad que el neoliberalismo provoca hasta llevar a 60 millones de mexicanos a niveles de pobreza.
Cuando Salinas de Gortari dejó el poder, el salinismo apestaba. Cobijados por Ernesto Zedillo, los priístas se lo comían vivo. Raúl, su hermano, fue encarcelado por un crimen que nunca le pudieron probar. No lo acusaron de otros latrocinios que eran evidentemente más sustentables. Fue un espectáculo de canibalismo político. Fue desterrado en Irlanda y no faltaron voces, principalmente de priístas, que le exigían no volver a México. Hoy la amnesia y la demencia política anidan en Veracruz. Carlos Salinas llama a Fidel Herrera político excepcional y gobernador formidable, y los priístas le aplauden a rabiar.
Así es su indignidad.

Con lo que ocurre en la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento de Coatzacoalcos se pierde la capacidad de asombro. Hace días la Comisión Nacional del Agua clausuró la noria que se encuentra en la avenida Revolución, junto a las instalaciones que albergan el área administrativa. Ahí se abastecían las pipas de la dependencia y las de los particulares que se dedican a vender agua, según la demanda de la población. Ahora, según la versión de trabajadores de CMAS, se continúa abasteciendo a las pipas, pero con agua de lluvia. A eso se agrega que la pandilla de Roberto Chagra, desde el pseudodirector, Jorge Tubilla Velasco, hasta los funcionarios menores, continúan con el alma en un hilo porque la auditoría de ORFIS, pese al maquillaje, revelará los boquetes financieros en CMAS… Se quedó a medias el programa de afiliación en el PRI de Coatzacoalcos. Cuando la dirigencia estatal concedió que todos los grupos priístas dispusieran de su contraseña para ingresar al programa informático y registrar a quienes convencían de ser militantes del PRI, AFIELATE comenzó a estancarse. Los grupos, que en un principio insertaban los nombres de sus propuestas, pronto cayeron en la cuenta que cualquiera podía ingresar al programa y medir con qué tantos afiliados contaban, o sea exhibían su fuerza política. Hasta ahí llegó AFIELATE…