* Amago de su destitución como alcalde, obligó a Marcos a rendir la plaza * Hoy, libertad o juicio a Maruchi Bravo * Ediles veracruzanos, extorsionados * Regidor que le “acercó” la novia a viejo líder sindical * Callejas manipula cifras de la guerra antinarco * Víctor Andrade perdió el PRI por ser ivanista y gonzalista * Más transas del otro Sergio Plata
Si algo no se le da a Marco César Theurel Cotero es la política. Irascible, siempre malhumorado, multipolar, suele el alcalde de Coatzacoalcos maltratar a los suyos y ser un tirano con los ajenos. Agravia por igual a ediles que a ciudadanos y en su extravío institucional, alejado de todos, falto de resultados, situó al PRI, su partido, en zona de alto riesgo electoral.
Así tiene a Coatzacoalcos, convertido en un campo de guerra, terreno minado, zona de desastre para el priísmo. Su miopía, la estrechez de sus ideas, lo llevó a desdeñar a las corrientes sólidas del PRI, generadoras de votos, a las que ha confrontado hasta el exterminio y, contra la lógica y la razón, trabó alianzas con grupos irrelevantes, artífices de derrotas, repudiados por la sociedad, acumuladores de desprestigio.
No da una, pues, el alcalde Theurel. Ocho meses después de iniciada su gestión, su obra pública es un sueño guajiro. Arranca acciones sin advertir que cronológicamente, no podrá ya traducirlas en capital político y, menos aún, en expectativas de triunfo en el proceso electoral 2012. No repara, sin embargo, en provocar el mayor endeudamiento en la historia de Coatzacoalcos, al pretender un crédito de 500 millones de pesos que a 30 años se traducirán en pagos por mil 250 millones de pesos.
Theurel es, ante todo, la representación mundana de la soberbia. Su arribo a la alcaldía incrementó desplantes, trato déspota y la ira no contenida, desbordada, que devino en el eje de su temperamento. Desoír consejos, ignorar voces de alerta, lo han sumido en fracasos y traspiés, aletargado su Ayuntamiento, en aumento el repudio social y el rechazo de sus aliados.
Ya en la alcaldía, Theurel ha sufrido una metamorfosis de miedo. Osado, no duda en tomarle el pelo a cualquiera, incluidos quienes lo llevaron al poder.
Timador profesional, por ejemplo, no tuvo reparo para engañar al mismo gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, a quien convirtió en protagonista de una farsa, durante un evento en que entregó unidades de limpia pública inservibles, de dudosa procedencia. Días después, cuando se hizo pública la mascarada, Duarte se prometió a sí mismo aplicarle un escarmiento al alcalde Theurel.
Así fue. Invitado días después a una comida familiar por el aniversario del suegro incómodo del gobernador, Jesús Antonio Macías Yazegey, Duarte viajó a Coatzacoalcos. Al despedirse tomó a Theurel por su cuenta y en el jardín de la casa lo increpó, visiblemente molesto, por la burla de que lo había hecho víctima.
Venido a menos, el alcalde de Coatzacoalcos gobierna como autómata, sabedor desde entonces que políticamente el municipio representa un alto riesgo para el PRI, despojado del respaldo del gobernador al que engañó, alejado de los grupos y corrientes priístas que operan votos para el tricolor, desvinculado de las bases sociales.
Sin capacidad para recomponer el horizonte priísta, Marcos Theurel tuvo que ser sometido a una terapia de shock y a la entrega de la plaza a su otrora impulsor y hoy acérrimo enemigo, el ex alcalde de Coatzacoalcos, Marcelo Montiel Montiel.
Una versión extraoficial da cuenta del llamado que le hiciera el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán. Concertada la cita, se reunieron en la ciudad de México. Sometieron al análisis el panorama político para el PRI y la urgente necesidad de establecer una nueva correlación de fuerzas políticas.
Fidel Herrera esgrimió un argumento que dejó helado al alcalde Marcos Theurel: su inminente destitución como alcalde de Coatzacoalcos.
Describió el ex gobernador de Veracruz el estado anímico de Javier Duarte por el engaño al que lo sometió Theurel con la entrega de las unidades de limpia pública inservibles, y el descontrol político del municipio, la confrontación con el marcelismo, el alejamiento del líder petrolero Ramón Hernández Toledo, y las alianzas sin futuro con los grupos del ex alcalde Iván Hillman Chapoy y el síndico Roberto Chagra Nacif.
Sugirió Fidel Herrera renovar pactos con sus adversarios. “Acuerda como quieras, pero acuerda”, dijo el ex gobernador. Y decidió entregar el control político de Coatzacoalcos a Marcelo Montiel.
“Marcelo es el operador al que reconoce Javier Duarte; únicamente a él”, le reiteró Fidel Herrera.
Bajo el amago de la destitución como alcalde, derivada de la ira del gobernador Javier Duarte, Marcos Theurel no objetó más. Fidel Herrera tomó el teléfono y llamó a Marcelo Montiel. Pasó el auricular al alcalde de Coatzacoalcos y los hizo hablar. Un día después, en Xalapa, la capital veracruzana, ambos personajes acordaron la transferencia del control político.
Fidel Herrera dejó en la conciencia de Marcos Theurel cómo quedarían las piezas del ajedrez político:
“Tu eres el alcalde. Marcelo es el jefe político de la plaza”.
Extraoficialmente también, se sabe que Marcos Theurel entregó el control político de Coatzacoalcos al ex alcalde Marcelo Montiel y negoció que la candidatura a diputado federal suplente sea para su esposa, Guadalupe Félix Porras, cuya trompicada construcción de imagen prevé otro fracaso electoral.
Traumática sacudida a Theurel. Fracasó políticamente, colocó en riesgo de derrota al PRI y fue relevado del mando.
Demasiado pronto la caída.
Archivo muerto
En unas horas, Maruchi Bravo Pagola sabrá si es enjuiciada o no, por cargos de terrorismo. Se le dictará auto de formal prisión o libertad, a partir de la denuncia que interpusiera en su contra la Procuraduría de Veracruz por “aterrorizar” a la población del puerto de Veracruz con la difusión de mensajes en las redes sociales Twitter y Facebook. Maruchi Bravo, ligada al periodista José Pablo Robles Martínez, propietario del periódico Imagen de Veracruz y de la agencia Imagen del Golfo, donde ella escribe habitualmente, y ex funcionaria del gobierno estatal en el área de Educación y Cultura, protagoniza un episodio inédito e insólito. Ciertamente recicló mensajes que hablaban de ataques a niños en escuelas del puerto de Veracruz, presuntamente perpetrados por miembros del crimen organizado. Maruchi Bravo, sin embargo, no fue la fuente original de los mensajes. Hoy enfrenta la ira del régimen duartista, al que una oleada de “twitts” lo desestabilizó, el jueves 26, y evidenció la patética política de comunicación, falta de credibilidad y el nivel de desconfianza por parte de la sociedad. De obtener su libertad, habrá quedado en evidencia, sometido al ridículo, el gobierno de Javier Duarte, víctima una vez más de las torpezas del desprocurador, Reynaldo Escobar, el supuesto mejor abogado de Veracruz; de quedar sujeta a juicio, Maruchi Bravo recurrirá al amparo federal que le permita desvanecer en breve tiempo las acusaciones, lo que incrementará el nivel de desprestigio del régimen duartista. Hoy se sabrá…
Un informe de inteligencia del gobierno federal detalla cuántos ediles veracruzanos –alcaldes, síndicos y regidores— viven bajo la amenaza, el acoso, el hostigamiento del crimen organizado. Han sufrido algunos de ellos, uno en Coatzacoalcos, el secuestro de familiares para recordar, meterse en el cráneo, que no se vale fallar en el pago de cuotas, puntualísima mensualidad que garantiza la diferencia entre dormir tranquilo o no dormir. Uno de ellos, reitero, supo a su hijo en manos del hampa, inerme, su vida en un hilo, y dio por él cuanto tenía. Como dirían los de la generación perdida, la nuestra, los ediles también lloran… ¿Quién es ese regidor priísta que tuvo un furtivo romance, pasión escondida, con la hoy futura esposa de un anacrónico líder sindical veracruzano? Ajeno a los escrúpulos, urdió el rufián meses atrás cómo hacer de aquel acalorado idilio un jugoso y productivo negocio. Tiempo después, festinó el flechazo entre el senecto líder y la dama plástica. Libre él, libre ella, lanzados a la calles sus respectivos consortes, contraerán nupcias en diciembre próximo. No se sabe cuánto aguantará el pobre anciano, achacoso, adelgazada la lámina por la edad, potencialmente desbielado, frente al potencial de la dulcinea. A distancia, no hay día que el regidor exprese su satisfacción por el proyecto a punto de cuajar. Ella, dice el tipo con cínico desparpajo, no sólo será su mina de oro; también le permitirá controlar al gremio sindicalizado del vetusto líder. Para algo habrá de servir la plástica chica…
No da pie con bola el maestro Juan Nicolás Callejas Arroyo, líder moral de la sección 32 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación en Veracruz. Se le va a la yugular al Presidente Felipe Calderón, a quien imputa que por falta de inteligencia no atina a enfrentar a los cárteles de la droga y, peor aún, que de su fallida guerra contra el crimen organizado hoy se cuentan casi 50 mil muertos en México, supuestamente inocentes. No aclara el líder Callejas que de los 50 mil muertos, el 95 por ciento son miembros de la delincuencia; el 4 por ciento son integrantes el Ejército, la Marina y las corporaciones policíacas, y el uno por ciento es población civil, inocentes cuyas muertes son indudablemente injustificadas. Es falaz, mañoso, tramposo y marrullero el argumento del maestro Callejas. Asesta un golpe mediático confiado en que la ignorancia de la opinión pública haga creíble el embuste. No todos los muertos de la guerra calderonista son víctimas inocentes; la mayoría de esos 50 mil “víctimas”, pertenecían al crimen organizado y murieron en enfrentamientos con otras bandas rivales. Vivillo Juan Nicolás, maniobrero como siempre…
Despeñado políticamente, Víctor Andrade debe agradecer a Iván Hillman Chapoy ver frustrado su sueño de ser líder del PRI en Coatzacoalcos. Su vínculo con el ex alcalde, sus ligas con el ex candidato del Partido Acción Nacional a la presidencia municipal porteña, Gonzalo Guízar Valladares y su historial oscuro, dieron al traste al proyecto del líder electricista. Lo grilló en Xalapa el secretario de Desarrollo Social del gobierno veracruzano, Marcelo Montiel Montiel, secundado por el dirigente petrolero de la Sección 11, Ramón Hernández Toledo, que así cobraron afrentas a unos y otros, incluido el alcalde de Coatzacoalcos, Marco César Theurel Cotero, quien supuso fácil desplazar a sus mentores políticos en una de sus tantas traiciones a quienes lo ayudaron a llegar a la silla municipal. Víctor Andrade tiene el rechazo genuino del gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, descartada la hipótesis de los ivanistas de que el inquilino de palacio en Xalapa es ajeno al ajetreo de nombres para acceder al PRI de Coatzacoalcos. Víctor Andrade se desplomó por su identificación ivanista y gonzalista, por traer la bendición de Theurel y por pretender llegar a contrapelo, ninguneando a Marcelo y a Hernández Toledo. Duarte simplemente no lo avaló. Ocupará la presidencia del PRI local, Francisco Montes de Oca Zárate, notario público número 1 de Coatzacoalcos, hijo del eterno aspirante a la alcaldía, Francisco Montes de Oca López, impulsado por el líder petrolero de Nanchital. Esto también lo való Javier Duarte…
Sergio Plata, homónimo del secretario de Desarrollo Económico en el Ayuntamiento de Coatzacoalcos, tiene otras anécdotas turbias en su pasado: un despido por manejos financieros turbios en una agencia automotriz y la venta de varios autos de dudosa procedencia, chocolatones. Lo bueno, reitero, que es Sergio Plata, un simple homónimo del funcionario municipal. Malo que se tratara de un traficante de carros chuecos en el gobierno del alcalde Marcos Theurel, quien seguramente sería el pararrayos de la tormenta…
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