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Mussio Cárdenas Arellano

Informe Rojo

Gina Domínguez, torpe y mentirosa

07/11/2011 11:06 a.m.

* Veracruz Sangriento: otros doce cadáveres  * Queman el periódico El Buen Tono, de Córdoba  * La primera pifia del procurador  * Oliver Damas, funcionario de SEDESO  * Filtra Pulgoso que Tony Macías sugirió clonar documentos del MP  * Monopoliza notaria Yossie Félix Porras testamentos de Coatza

Mezcla explosiva es la torpeza extrema con la mentira insensata, y no cualquiera la posee. Gina Domínguez sí.
Va la vocera del gobierno de Veracruz acumulando descalabros, sumando pena y lástima, inútil su esfuerzo por lavarle la cara a Javier Duarte de Ochoa, atenuar los azotes de la prensa, ante el manejo infame del régimen estatal en el tema de la violencia, el hallazgo creciente de cadáveres y el reto del crimen organizado.

Visita medios, habla con líderes de opinión, pacta acuerdos y al final logra el peor de los resultados: felpas y más felpas para el gobernador Duarte.

María Gina Domínguez Colío —Gina Domínguez, para efectos prácticos— ha tenido una actuación desastrosa en el difícil trayecto de enfrentar el escándalo de violencia que agobia a Veracruz y que ha destrozado al régimen duartista. No suaviza las críticas ni ataja los embates. Confronta, sin éxito, a los medios y, quizá involuntariamente, termina por atizar la paliza.

Inmutable, en los orígenes del sexenio doña Gina la llevaba cómoda, burócrata al fin, atrás sus tiempos de columnista cuando golpeaba a políticos como Flavino Ríos Alvarado, hoy diputado local, antes secretario de Gobierno, mientras el gobernador Duarte sorteaba la debacle financiera, la herencia sin un centavo, invertidos los recursos públicos en la campaña que lo llevó al gobierno de Veracruz.

Cero a la izquierda, sabida su incapacidad, doña Gina no se vio en los días sin gloria del arranque de gobierno, salvo para posar la foto del gabinete o disparar declaraciones fantasiosas en que ponderaba el respeto a la tarea de los periodistas.

No se le escuchó tampoco en la primera embestida del régimen duartista contra empresarios de la construcción, a los que con desparpajo y mala leche tildaron de corruptos, cobradores de anticipos de obra que no realizaron y falsificadores de fianzas, cargos que no demostraron y que no han podido probar aún.

Fue dispendiosa, eso sí, cuando reclutó prensa para acompañar al gobernador en la celebración de la libertad de expresión, pagados los periodistas que llegaron de diversos puntos de la entidad a convivir con el gobernador, pero más importante aún, a recibir un jugoso chayote, monedas a cambio de proferir el aplauso hueco al recién entronizado señor feudal.

Para eso servía Gina Domínguez y para cancelar contratos de publicidad a medios menores, o recortar la cuota de publicidad. También para reprimir periodistas regionales que con sus críticas inquietaran al gobierno de Veracruz.

Invirtió, faltaba más, parte de su inútil tiempo en relatar cómo sería la relación con los medios de comunicación, garantizadas las libertades, incólume la expresión, el ejercicio periodístico. Impensable, decía la ex vocera del gober narco de Quintana Roo, Mario Villanueva Madrid, llamar a los industriales de la prensa y sugerir el cese de un reportero por el contenido de sus notas. ¡Jamás!
No hay algo peor que la hipocresía política. Se han contado en reseñas en los medios —Silvia Nuñez, en Fuera de Foco; Luis Velázquez, en Expediente, por citar dos ejemplos— las presiones a los dueños y directivos de prensa veracruzana para excluir columnistas y reporteros por una nota, inquebrantable la decisión de Gina Domínguez, intransigente la Dirección de Comunicación Social.

No imaginó la señora, corta su visión, lo que habría de venir. El hallazgo de 35 cadáveres en la zona turística de Boca del Río, bajo un paso a desnivel, frente a Plaza Américas, a unas horas del encuentro de procuradores y presidentes de tribunales de justicia de país, desató la peor crisis institucional en la historia del gobierno veracruzano.

De mentira en mentira, el entonces procurador Reynaldo Gaudencio Escobar Pérez pretendió engañar a medio México. Acusó sin pruebas, infame el tipo, que los 35 muertos tenían antecedentes penales, ligados también con el crimen organizado.

Mintió Reynaldo e hizo mentir al gobernador Duarte con información falsa.

Desató también el mandatario otra crisis: la de los paramilitares, escuadrones de la muerte, presuntamente contratados para limpiar de Zetas a Veracruz. Todo por expresiones insensatas en los medios de comunicación y en las redes sociales, el twitter de sus amores.

Conminada a desquitar el salario, Gina Domínguez visitó medios y habló con líderes de opinión. Llevaba, sin embargo, una estrategia errónea: repetir las mentiras de Reynaldo Escobar y, consecuentemente, las mentiras de Javier Duarte.
Se ganó, pues, una pela de antología. Denise Maerker, en El Universal, la tildó de mentirosa cuando atribuyó a razones de confidencialidad el reservarse la identidad de los 35 muertos de Boca del Río.

“Mentira —escribió Denise Maerker—, la verdadera razón de por qué desconocemos con certeza sus identidades es porque ocurren en una sociedad aterrorizada en la que nadie se atreve, con fundadas razones, a hacer lo normal: ir al Semefo, ver quién reclama los cuerpos, entrevistar a los familiares, conocer sus historias. ¿Alguien ha visto al familiar de alguno de estos muertos? Y créame, por muy delincuentes que hubieran podido ser, tenían padres, hermanos y parejas”.

Carlos Loret de Mola, también en El Universal, refutó tres aseveraciones de Gina Domínguez, remitidas en una carta aclaratoria al seguimiento que el periodista ha hecho de la violencia veracruzana. “No es cierto”, “no es verdad”, “es falso”, fueron las tres frases usadas por Loret para contrarreplicar la versión del gobierno de Duarte, vía Gina Domínguez, que negaba que se pretendiera ocultar la magnitud del problema.

Loret de Mola fue más allá. Evidenció al gobierno de Veracruz de operar en los medios para “pedir, chantajeando con inversiones en publicidad, que los cadáveres tirados en la vía pública ¡no fueran siquiera mencionados!”·

¿Quién le habrá contado a doña Gina que con cartas aclaratorias se suavizan las voces críticas?
Ser tildada de mentirosa es una afrenta. Peor cuando es la prensa nacional quien la etiqueta así. Exhibe a Gina Domínguez pero también a quien la convirtió en vocera oficial, inservible coordinadora de Comunicación Social.
Ha de saber doña Gina que su estrategia para enfrentar la embestida es suicida, torpeza infinita. Ir a los medios tras el estallido del escándalo, y usar el deleznable argumento de la publicidad pagada, o amagar con retirarla, terminó agravando el ritmo de la metralla que recibe el gobernador Duarte. En una frase: atizó el fuego cuando el fuego se extinguía.

Gina debió operar en los minutos siguientes al hallazgo de los 35 cadáveres de Boca del Río. Suavizar el impacto de una noticia, usar la fórmula de las relaciones públicas, suele ser más efectivo que intentar censurar la información, renuentes a menudo los dueños de los medios y los líderes de opinión a soslayar los temas torales de la vida pública.

Paga hoy Javier Duarte sus desatinos y los de su vocera, atrapado en el embrollo mediático, vapuleado a diario, incesante la crítica, severamente cuestionado su empaque, ni se diga su integridad, para dirigir los destinos de Veracruz.
Con Gina Domínguez, Javier Duarte está perdido.
Algo tendrá que hacer o seguir como va.
 
Archivo muerto
Efímero, el jolgorio por el programa “Veracruz Seguro” y sus incipientes resultados. Cuatro cadáveres aparecieron el jueves 3 en el puerto de Veracruz. Uno fue ubicado en la reserva Tarimoya; dos en San Julián, y uno más en la colonia Pochota, en el puerto jarocho. Presentaban estado de descomposición y huellas de tortura. El 1 de noviembre, entre Boca del Río y Alvarado, hallaron ocho cuerpos presumiblemente ejecutados por el crimen organizado. Ese día, militares fueron agredidos por delincuentes en Tantoyuca, al norte de la entidad, durante un operativo que permitió liberar a un secuestrado. Raquítico el “Veracruz Seguro” y, en cambio, en su esplendor el “Veracruz Sangriento”, apenas aliviado el escenario violento con la detención de algunos jefes Zetas y capturada la operadora financiera, Carmen del Consuelo Sáenz Márquez, alias La Claudia, en Córdoba. Aún así, se ve lejos que vuelva la credibilidad a las instituciones y retorne la confianza en las autoridades, sabida la complicidad de los últimos gobiernos de Veracruz con las bandas de la delincuencia mayor y que nadie, ni Felipe Calderón, ni Javier Duarte, tienen en su agenda llamar a cuentas al ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, que permitió en su sexenio la consolidación del santuario Zeta…

Cimbrada, ayer domingo, la ciudad de Córdoba, tras el atentado al periódico El Buen Tono, parcialmente quemado en los primeros minutos de la madrugada. Arribó una decena de individuos armados; amagaron al vigilante; quebraron cristales y rociaron gasolina, para luego desatar el fuego. Destruyeron así la redacción, mientras el personal se refugiaba en el área de talleres, preso del pánico. No hubo víctimas que lamentar, evidente el ataque a la libertad de expresión. Hacía un mes, El Buen Tono iniciaba su actividad, auspiciado por su propietario, el ex candidato del Partido Acción Nacional a la alcaldía de Córdoba, José Abellá. Su línea se distinguía por una crítica sostenida contra el alcalde priísta, Francisco Portilla Bonilla, a quien ya le arriman la autoría del atentado. No es el primer caso de un rotativo incendidado en Veracruz; antes, en 1973, le ocurrió así al Gráfico, de Javier Zea Salas, en Coatzacoalcos, embestido por porros que destrozaron las instalaciones y quemaron parcialmente el local. El Buen Tono es el primer reto para el nuevo procurador de Veracruz, Felipe Amadeo Flores Espinosa, y ya la cajeteó. En boletín de prensa, dice la Procu que no se trató de un comando armado sino de incendiarios que prendieron fuego al rotativo; que no se hallaron casquillos ni evidencia de granadas; que las pérdidas son mínimas y que no sufrió daño alguno la maquinaria de impresión. Bendita fortuna. Menos mal. El cerebro del procurador Amadeo Flores le ve menor importancia al ataque al periódico cordobés sólo porque no le reportaron pérdida total. De tal magnitud es su extravío. Se trata de un grave —gravísimo— atentado a un medio de comunicación, torpemente minimizado por el gobierno del “No pasa nada”. Vaya pifia de don Amadeus. Fue atentado, pero chiquito. ¡Qué alivio!…

Le hace justicia la Revolución a Oliver Damas de los Santos, hoy jefe de Control de Obras en la Secretaría de Desarrollo Social, en el gobierno de Veracruz. Antiguo ayudante del director de Obras Públicas de la SEDESO, Joaquín Caballero Rosiñol, Oliver Damas es de los marcelistas que ascienden rápidamente en la pirámide del poder. A Oliver Damas se le verá, sin duda, en el próximo Ayuntamiento de Coatzacoalcos, si cuaja el proyecto de convertir a Caballero en alcalde. Antes, Joaquín Caballero tendrá que enfrentar dos denuncias penales, una federal y otra del fuero común, por delitos en los que no se concede la libertad baja fianza. De no salir bien librado, quedará inhabilitado para contender y el PRI estaría obligado a postular otro candidato… Lengualarga, infiel, Pulgoso Lagunes cuenta las penurias de su otrora “amigo”, encubridor de sus abusos, Tony Macías, suegro del gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, atrapado nuevamente en pleitos por tierras al poniente de Coatzacoalcos. Filtra, una vez más, datos relevantes de cómo requiere la Procuraduría General de la República a Tony Macías, bajo cargos de violación a una suspensión provisional dentro de un juicio de amparo. Sarnoso Lagunes entregó información a periodistas locales en las últimas tres semanas. Deja claro que hasta una simulación jurídica existió por parte del Ministerio Público, clonando documentos, y que todo lo urdió el suegro del gobernador. Qué pronto olvidó que Tony lo libró de que le activaran la denuncia por violación a la chica de 17 años que sedujo y embarazó… Negociazo de la notaria pública Yossie Juventina Félix Porras, hija de la ex alcaldesa de Minatilán, Guadalupe Porras David, y hermana de la primera dama de Coatzacoalcos, Guadalupe Félix Porras. En la notaria 29, de Minatitlán, se elaboran los testamentos de personas mayores, convocadas por el DIF de Coatzacoalcos. Les cobra mil 200 pesos a cada solicitante, quienes se quejan que inicialmente les ofrecieron un subsidio de 450 pesos, que a fin de cuentas no les reconoció Su Majestad Lupita I. Los pagos se realizaban en el número 204 de la avenida Díaz Mirón, en Coatzacoalcos, que es la oficina desde donde opera la ex alcaldesa de Minatitlán, quien ya se siente dueña de este puerto. Yossie Félix hace su agosto mientras a los notarios de Coatzacoalcos se les pone el hígado como piedra, desplazados por la pandilla minatiteca…
 
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