* Acusa Silvia Monge a Yunes Linares de coyotear obra  * Se fractura el yunismo  * Las tres veladoras de Lupe Porras para no ir a la cárcel  * Caso para la PGR: alcalde que “levanta” a sus enemigos  * Edil que traicionó a Fidel  * Otros casos judiciales en el pasado de Joaquín Caballero  * Pulgoso cobra derecho de piso en Almendros 
 

Irónicamente, El Buen Tono ha hecho desafinar al gobierno de Veracruz y a la prensa duartista, empeñada en sembrar la hipótesis del autoatentado en el siniestro que acabó con parte de la redacción del periódico editado en Córdoba.

Atacado por manos criminales, El Buen Tono fue incendiado la madrugada del domingo 6. Una decena, quizá 15 individuos armados, según la versión del vigilante, irrumpieron en el inmueble y prendieron fuego, al tiempo que el personal se refugiaba en el área de rotativas, aterrados, el pánico entre la piel.

Habría de saberse luego el saldo: fuera de los daños materiales, por fortuna, el atentado no arrojó víctimas humanas.

Iniciaba, sin embargo, un nuevo episodio de incertidumbre y desconcierto político; Veracruz golpeado por la violencia; inerme la prensa, desprotegida, y el gobierno de Javier Duarte inmóvil, petrificado, rebasado en toda la línea.

Horas después de ocurrido el incendio, de la Procuraduría de Veracruz partió el primer intento de desacreditar la versión del atentado. En un boletín oficial, la dependencia descartó que se tratara de un comando armado pues, argumentó, no se hallaron casquillos ni restos de granadas. Se encontró un bidón con residuos gasolina, usado para prenderle fuego al periódico.

“De acuerdo con los primeros peritajes del incendio no se detectaron restos de casquillos percutidos ni esquirlas de granadas, pero se localizó un bidón de diez litros de gasolina en una bodega del periódico”, arguyó la Procuraduría. Tampoco se dañaron las rotativas ni los vehículos del diario.Fueron, pues, incendiarios, no un grupo armado, precisó la Procuraduría veracruzana con un apresuramiento que hizo recordar a Reynaldo Escobar, el ex titular de la dependencia, en los días del hallazgo de los 35 muertos de Boca del Río.

Con insólita efectividad, la Procuraduría al mando de Felipe Amadeo Flores Espinosa trató evidentemente de suavizar el impacto causado por otro ataque a un medio de comunicación, cuando aún no se disipa el escándalo provocado por los crímenes de los periodistas Miguel Angel López Velasco, Misael López Solana y Yolanda Ordaz, del diario Notiver, y Noel López Olguín, de La Verdad, cinco meses atrás.

Similar al siniestro en El Buen Tono, el Casino Royale, en Monterrey, fue incendiado por grupos al servicio de los Zetas. Oficialmente fue un atentado. No se hallaron casquillos de bala ni esquirlas de granadas, pero fue atentado.

El Buen Tono es un periódico panista. Su propietario, José Abellá García, fue candidato del Partido Acción Nacional a la alcaldía de Córdoba, en 2010, derrotado por el priísta Francisco Portilla Bonilla.

Vetado en los medios de comunicación, Abellá tuvo una campaña desigual, incapaz de aterrizar sus mensajes, negada, pues, la posibilidad de llegar al electorado con información masiva.

Dice que eso lo motivó a fundar El Buen Tono, romper el cerco mediático y ejercer una crítica sin reservas. Así lo hizo en apenas un mes de haber arrancado. Sus clientes frecuentes son el alcalde Portilla Bonilla y el director de Tránsito, Carlos Demuner Pitol.

Ha sido incisivo José Abellá en señalar que detrás del atentado a su periódico no se halla el crimen organizado. El caso, asegura, es político. Y centra sus sospechas en autoridades municipales y del gobierno de Veracruz.

Abellá reveló que fue llamado vía telefónica por el gobernador Javier Duarte a las 7:30 de la mañana del domingo 6, horas después del siniestro, para expresarle su solidaridad. Después de ti, dijo el gobernador, yo soy el más precupado.

Un día después —lunes 7— Abellá y Duarte se reunieron durante más de una hora. La nota aparecida en diversos de medios de comunicación fue adornada con una fotografía en que el gobernador Duarte abraza, la mano sobre el hombro, al propietario de El Buen Tono.

No reparó la estrategia oficial en la dimensión del error. Con esa estampa, Duarte y Abellá repetían la portada de la revista Proceso en que el narco Ismael “Mayo” Zambada abraza al periodista Julio Scherer.

Un día más tarde —martes 8— el columnista Carlos Loret de Mola advirtió que el gobierno de Veracruz se iría por la hipótesis del autoatentado.

“En el gobierno jarocho —escribió Loret de Mola, en El Universal— no piensan en otro ataque a un medio de comunicación; van por el auto-atentado”.
Y así ha sido.

A trasmano, con su prensa leal, el gobierno de Javier Duarte ha forzado la coartada de que José Abellá y el empresario cafetalero Domingo Muguira Revuelta, fraguaron un autoatentado para captar la atención de la opinión pública, gozar de sus cinco minutos de fama y posicionar a El Buen Tono.

Impulsor de la teoría del complot contra Veracruz —presuntamente las críticas a Javier Duarte son financiadas, dice—, el periodista Raymundo Jiménez publicó el martes 8 que “los enemigos de Abellá García —que no son pocos— sugieren que se le investigue también porque tampoco descartan que el siniestro pudiera haberse tratado de un ‘autoatentado’, una hipótesis que por más descabellada que suene el Ministerio Público estaría obligado a considerar por los dudosos antecedentes que persiguen al propietario de ‘El Buen Tono’, quien en abril de 2010 fue acusado penalmente por el abogado porteño Jorge Reyes Peralta de ‘fraude simulado’ ”.

Otro periodista del clan duartista, César Augusto Vázquez Chagoya, autor de la columna Pasillos del Poder, atribuyó la hipótesis del autoatentado al empresario cafetalero Domingo Muguira, fundador del periódico El Liberal, editado en Coatzacoalcos, diario vendido mediante una simulación jurídica al ex alcalde y hoy magistrado del Tribunal Superior de Justicia, Edel Alvarez Peña.

Vázquez Chagoya, por cierto, participó en esa mascarada jurídica al haber adquirido el 98 por ciento de las acciones al Grupo San Roke, propiedad de Muguira, y luego venderlas, el 18 de diciembre de 1996, a una inversionista inexistente, Rosa María González Sánchez, operación que fue invalidada por el litigio 634/98-IV, radicado en el Juzgado Segundo de Primera Instancia de Coatzacoalcos, entre Vázquez Chagoya y su entonces esposa María Victoria Lince Aguirre, según consta en escrituras públicas en poder de INFORME ROJO.
Su argumento en Pasillos del Poder —jueves 10— se basó en la línea oficialista del autoatentado:
“El diario El Buen Tono de Córdoba fue incendiado por gente armada el pasado domingo 6 de octubre, pero tiene tintes de ‘auto-incendio’, ya que para hacerle daño a un periódico no quemarían sólo la sala de redacción y diseño, sino la rotativa y el papel, que se cotizan en dólares”.

En otro párrafo, Vázquez Chagoya planteó:
“Así que si las autoridades de Veracruz andan buscando culpables de la autoquemazón en El Buen Tono, entre el alcalde de Córdoba (Francisco Portilla); el mafioso transportista al gual que Abellá, Carlos Demuner Pitol, director de Tránsito, mejor que volteen a ver qué célula zapatista de la sierra de Zongolica le hizo el favor a su ídolo Domingo Muguira, que es peligroso cuando está loco de venganza”.

Así, pues, de labios hacia fuera, Javier Duarte expresa su solidaridad con El Buen Tono y su propietario, José Abellá, pero en los hechos desliza la hipótesis del autoatentado para desacreditar el incendio del rotativo de Córdoba.
Demasiado obvio, don Javier.
 
Archivo muerto
Yunista como nadie más, Silvia Monge era de las que daba la vida por Miguel Angel Yunes Linares, frenética guerrera en la batalla por la gubernatura de Veracruz, en 2010, que el PAN perdió. Silvia Monge Villalobos aguantó metralla, denuestos injurias y calumnias, la sucia estrategia del proyecto Fidel-Duarte. La tildaron hasta de amante de Yunes Linares y ella, estoica, soportó todo. En las calles, frente a la prensa, desde la tribuna de la Cámara de Diputados, denunció el fraude operado por el ex gobernador Fidel Herrera, el uso de recursos públicos por parte de Javier Duarte para promoverse y hasta la entrega de cochinitos para ganar adeptos. Se la jugó al cien por ciento. Fue Silvia Monge de las contadísimas que permanecieron leales a su líder y amigo. Hace un par de días, la legisladora panista marcó su distancia con Yunes Linares, el ex candidato del PAN al gobierno de Veracruz. Lo acusó de bloquear recursos de la Comisión Nacional del Agua para el municipio de Soledad de Doblado, tierra natal del tormentoso político, si no se le asignaba el contrato de obra a una empresa de sus querencias, violando con ello la ley. Lo denunció Silvia en la tribuna de la Cámara y lo refrendó al periódico El Universal. Otros yunistas habrán de alejarse también de su otrora líder, ahora aplaudidor del gobernador Javier Duarte de Ochoa, al que Yunes Linares solía referirse con el mote de “cómplice de Fidel”…

 

Tres veladoras prende a diario Guadalupe Porras David: una al Creador; otra a su abogado, y una más a su hija Lupita Félix de Theurel. Cree que así no la alcanzará el Organo de Fiscalización Superior (ORFIS) de Veracruz, que lleva acreditados 70 millones no justificables en las cuentas públicas 2009 y 2010 en el Ayuntamiento de Minatitlán, donde la doña fue alcaldesa. Piensa Lupe Porras que podrá ocultar el dispendio; obras chuecas; pagos irregulares a compañías constructoras, estrechamente vinculadas al entonces secretario de Comunicaciones de Veracruz, Marcos Theurel, casi casi suyas, aunque a nombre de peleles. Confiar en Dios y en su abogado es comprensible, pero la veladora para Su Majestad Lupita I es una burla; supone que su hija logrará convencer a Karime Macías de influir en el gobernador Javier Duarte para que viole la ley y le otorgue impunidad. Fidelista tenía que ser…

 

Caso para la PGR: presa del vértigo del poder, un alcalde veracruzano reparte su tiempo entre los negocios que le prodiga el Ayuntamiento y la desaparición de sus enemigos políticos. Orquestador de levantones, somete así a sus adversarios. Hay quien logró regresar de la pesadilla; otros no. Quien volvió cuenta historias de violencia, días y noches de horror. Un expediente de telenovela. Cuando ya parecía amainar la tormenta sobre Veracruz, asoma un nuevo escándalo. Caso para la PGR pero también para López Dóriga, Loret de Mola, Denise, Pancho Cárdenas, Ciro, Rivapalacio, Ricardo Alemán…

 

¿Quién es ese alcalde que en cuanto pudo traicionó al ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, su mecenas, al que le debe el cargo? Sus iniciales son: M de Marcos y T de Theurel… PERCONSA no es el único caso judicial en el pasado de Joaquín Caballero Rosiñol. Tiene en su agenda una violación a un amparo federal, del que salió airoso, y una denuncia por delito ambiental, que apenas toma forma. Así no se llega a una diputación federal y menos a una alcaldía… Voraz, sin escrúpulos, Pulgoso Lagunes le parte el alma a pobres y medio pobres. Para todos tiene. Reunió un día en su regiduría a vecinos de Los Almendros y les comunicó la reubicación a la colonia Santa Isabel 4. Eran 26 colonos. Cínico, el gesto frío, la uña larga, les dijo que requerían de una constancia de regularización o de posesión. Y les fijó precio: 5 mil pesos por cada uno. Se agenció así 130 mil pesos. Uno de ellos, sin embargo, acudió a INVIVIENDA, donde el titular le confirmó que sí, que el negocio era del Sarnosito del Istmo, cuando que el trámite es gratuito. Pulgoso, el fiel a Fidel, compadre del gobernador solapador, hizo otra igual en la colonia Antonio Luna. Ahí fue benevolente. Pasó a arder a los colonos pero al estilo Elektra: en paguitos hasta que cubran sus obligatorios 5 mil y tengan derecho a la constancia. Su cobradora oficial es doña Rosa Jiménez, por si la AVI pretende ubicarla. Eso es fraude, que ni qué…
 
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