Ya es martes de carnaval
en el año dos mil quince,
no es necesario ser lince
para un juicio general.
Lo que estuvo bien o mal
se convierte en cosa seria,
el júbilo con la histeria
se emulsiona o se complica
y cada quien lo platica
a según le va en la feria.
Vasos botellas y tarros
evoluciones y farsas,
cuarenta y nueve comparsas
igual que cuarenta carros.
Quien pudo hizo despilfarros
para atrapar las miradas.
No vimos llenas las gradas
pero gozamos enteras,
las hermosas bastoneras
y exceso de batucadas.
El diseño y producción
de los carros fue muy pobre,
tal vez por falta de cobre
o quizá imaginación.
Pero en cambio hubo pasión
música, baile, colores,
los adultos y menores
entre el humor y sarcasmo,
rebosaron entusiasmo
y se premió a los mejores.
De espeluznante manera
olvidamos la inflación,
asaltos y corrupción
por una semana entera.
La actualidad verdadera
de presencia criminal
o ineptitud policial
se disimula en la fiesta,
no hay reclamo ni protesta
¡ la vida es un carnaval !.