Llegan a suelo sureño
doscientas gentes promedio,
queriendo ocupar un predio
y así realizar su sueño.
Pero el predio tiene dueño
según registros y mapas.
Les ofrecen “puras papas”
a estos pobres chiapanecos,
dándoles informes chuecos
para asentarse en Las Choapas.
Versiones de periodistas
que ofrecen a los lectores,
dicen que los invasores
son presuntos Zapatistas.
Seguro no son turistas
que viajan despreocupados.
Son hombres alborotados
por artimañas y tretas,
sobre veinte camionetas
y todos llegan armados.
Hubo movilización
de ejército y policía,
para ofrecer garantía
de paz en esa región.
Vertiginosa reacción
hizo llegar los apoyos.
Se evitaron más embrollos
allá en el sur del estado,
que en ese ambiente agitado
no está el horno para bollos.
De por sí en buena medida
se sabe que allá en el sur,
cada día es un albur
donde está en juego la vida.
Y de pilón otra herida
altera el poco sosiego.
En un peligroso juego
que puede acarrear horrores,
llegan estos invasores
a echarle más leña al fuego.