Gran incertidumbre invade
pues de la plana mayor,
renunció el Procurador
Raúl Cervantes Andrade.
Un distinguido cofrade
de la caterva oficial.
Procurador General
de la República entera,
que en su fortuita carrera
anhelaba ser Fiscal.
Ciudadanos impacientes
vieron que después de un año,
todo quedó igual que antaño
con muchos casos pendientes.
Ahí siguen los expedientes
con el polvo que los tapa.
Ofreció quitar la capa
de manera categórica,
a aquella “verdad histórica”
del caso de Ayotzinapa.
Tampoco resultó el plan
por negligencia o por falla,
en el caso de Tlatlaya
de Tanhuato y Nochixtlán.
No mostró excesivo afán
en descubrir serias pistas
y resultados realistas
de modo particular,
para poder aclarar
crímenes de periodistas.
Aunque lo tuvo en sus manos
no investigó con rigor,
sobornos a ex director
de Petróleos Mexicanos.
Entre jóvenes y ancianos
hay la misma percepción,
que en su penosa actuación
no hubo avance en la justicia,
además que con malicia
solapó la corrupción.