Unas manos asesinas
acallaron otra pluma,
un número más se suma
a lúgubres marquesinas.
Retribuciones mezquinas
van aumentando la lista.
Ya la visión pesimista
a los encomios machucan,
porque ahora en Acayucan
matan otro periodista.
Voces por todo el estado
sin partidos ni colores,
igual que legisladores
condenan el atentado.
Todos hacen un llamado
en distintas direcciones.
Para prontas conclusiones
que se muestre voluntad
y exigen celeridad
en las investigaciones.
Ya muchos casos atrás
de incontrolada violencia,
se ha escuchado la exigencia
al grito de ¡ni uno más!
Pero después de un compás
de tiempo, el mal se repite.
Por un perverso desquite
se ejecuta al periodista,
sin que al daño se resista
ni autoridad que lo evite.
Se enlista a Gumaro Pérez
quien fue padre y fue marido,
como un hombre que ha caído
por cumplir con sus deberes.
Veremos si en los quehaceres
de sagaz autoridad,
nos dan la seguridad
de castigo a responsables
o frutos desfavorables
y otra vez impunidad.