Era Juan Antonio Méndez
de allá de Ixtaczoquitlán,
que andaba buscando el pan
al parecer, sin argüendes.
Pareciera que los duendes
le hicieran negro ritual.
Pero ya en forma oficial
se supo de buenas fuentes,
lo detuvieron agentes
de la Policía Estatal.
Se ha formado un enredijo
que movió todo el estado,
pues madre había denunciado
desaparición de su hijo.
El problema está canijo
por el expediente abierto.
Y se pondrá peor, es cierto
atrayendo el interés,
porque a la vuelta de un mes
apareció pero muerto.
Es delicado este lío
que muestra un problema agudo,
pues maniatado y desnudo
se halló flotando en el río.
Nos produce escalofrío
esa acción de porquería.
Dolorosa es la ironía
de saber qué le pasó,
después que se lo llevó
patrulla de policía.
En los acontecimientos
de fatales resultados,
por estar involucrados
detienen a ocho elementos.
Hay que actuar sin miramientos
en consignación y cese.
Porque el mal ejemplo crece
y deben de ser tajantes,
o tendremos igual antes
muchos casos como ese.