Un verdadero combate
de partidos y colores,
como los dos anteriores
resultó el tercer debate.
Nacional escaparate
que atrae gran reflector,
donde colosal vigor
con ataques a torrentes,
usaron los exponentes
contra López Obrador.
Un Anaya furibundo
que quiso verse muy fiero,
con su discurso severo
fue una copia del segundo.
Por alegato infecundo
de José Meade no se afligen.
Los que en estudios se rigen
no lo miran en la altura,
porque su candidatura
tiene problemas de origen.
De alegatos al fragor
hace oír su pecho ronco,
pero de plano ese “bronco”
no pinta ni da color.
Al pueblo le haría un favor
si en las próximas jornadas,
con las formas adecuadas
diera un paso de costado,
pues solo se ha dedicado
a hacer puras payasadas.
Según números que arroja
una y otra y otra encuesta,
alguien se ganó la apuesta
y ya no habrá vuelta de hoja.
Alguno tendrá congoja
al mirar quien marcha al frente,
pero resulta evidente
según va la situación,
que en la próxima elección
habrá un peje-presidente.