Para nadie es un secreto
la corrupción descarada,
que encubrió a capa y espada
sexenio de Peña Nieto.
Le sirvió de parapeto
a cínica corrupción.
Como en aquella ocasión
que unos huesos de estudiantes,
“sembró” en famosos desplantes
su amigo Tomás Zerón.
Quedó de burla folclórica
la frase que como obús,
Murillo Karam Jesús
soltó cual “verdad histórica”.
Resultó simple retórica
para cerrar una etapa.
La verdad cubrió con capa
de mentiras por doquier,
pues no supo resolver
el caso de Ayotzinapa.
Fue comprado por la Agencia
de Indagación Criminal,
“Pegasus”, programa tal
contra de la delincuencia.
Mas, oficial dependencia
en vez de espiar terroristas,
espiaba a los activistas
a grupos opositores,
a sociales luchadores
y también a periodistas.
Virgilio Andrade Martínez
presidió la Función Pública,
en nuestra amada república,
para atrapar malandrines.
Pero no cumplió sus fines
pues Peña Nieto lo anota
por ser alguien de su flota,
para investigar, caray,
a don Luis Videgaray
y también a “la gaviota”.