Entre ruda turbulencia
driblando duros mandobles,
la pasó Rosario Robles
durante comparecencia.
Hizo gala de elocuencia
y de taimado control.
Aunque en ardiente crisol
oyó gritos lapidarios,
por los desvíos millonarios
en SEDATU y SEDESOL.
Denuncias no le hacen mella
ni la tendenciosa crítica,
porque hay “violencia política
de género” contra ella.
Confiada en su buena estrella
la retórica maneja.
Aunque es constante la queja
no tendrá ratos amargos,
ni habrán de imputarle cargos
pues tiene quien la proteja.
Comparecencia siniestra
demandaba explicaciones,
por los miles de millones
de aquella Estafa Maestra.
Pero solo fue una muestra
de transgresiones presuntas.
Todas las bancadas juntas
querían comérsela viva,
sin embargo en forma esquiva
ella evadía las preguntas.
Exhibiéndose muy fría
ante las acusaciones,
dijo que en esas cuestiones
no necesita amnistía.
Su indudable cercanía
con oficial organismo,
la dota de mecanismo
para que en su posición,
navegue entre corrupción
con desvergüenza y cinismo.