Los informes fidedignos
reseñan actos simbólicos,
en donde curas católicos
queman libros “por malignos”.
Desde luego que son signos
de un pretérito ominoso.
Que recuerda el tenebroso
período en el que sin traba
sin más, todo lo juzgaba
fanatismo religioso.
Meten al fuego voraz
libros de “fuerzas malignas”,
llevando entre sus consignas
Harry Potter y otros más.
Se aplica argumento audaz
para la feligresía,
sosteniendo la teoría
que por tantas incoherencias,
al ser muy malas influencias
promueven la brujería.
Fue en el norte de Polonia
en donde unos sacerdotes,
armaron con sus borlotes
imprudente ceremonia.
Esa actitud testimonia
la falta de tolerancia.
También de primera instancia
la religión pareciera,
quiere de alguna manera
sus fieles en la ignorancia.
Incendiaron por igual
con figuras del Budismo,
libros que tratan lo mismo
superación personal.
Posición tan radical
si hace de ingenio derroches,
va a fantasearse reproches
por genios, brujas y magos
y quemar en juicios vagos
hasta “Las Mil y Una Noches”.