“A mi no me espanta el muerto
aunque salga a media noche”
y no es porque sea fantoche
o me sienta muy experto.
De criterio soy abierto,
me asustan historias pocas.
Pero entre las cosas locas
de que me entero y les nombro,
si que me han causado asombro
los “tampones en las rocas”.
Dicen que en Europa toda
lo iniciaron como un reto,
y al ser éxito completo
hoy es práctica de moda.
Si a los padres incomoda
de sus hijas el actuar,
les prohíben ir al bar
pero ellas en su acomodo,
encontraron otro modo
de poderse emborrachar.
Según las informaciones
indican primeramente,
que en vodka generalmente
se remojan los tampones.
Sin tener preocupaciones
del resultado final,
por completar el ritual
que la embriaguez les producen,
a su cuerpo lo introducen
por la vía vaginal.
Dicen entre las muchachas
que sin olor en sus bocas,
con tampones en las rocas
también se sienten borrachas.
Sus acciones vivarachas
de “infertilidad” son sellos.
Lamentarán con resuellos
lo que hoy disfrutan ¡caray!
pues “de que los hay los hay
el trabajo es dar con ellos”.