Resulta perturbador
el trato de filigrana,
en una ciudad peruana
a presunto violador.
En verdad causa estupor
entre el asombro y enojo.
Al caso ponen cerrojo
y al acusado dan vía,
pues la víctima traía
ropa interior color rojo.
Esa decisión brutal
la tomaron con poderes,
un hombre más dos mujeres
que integran el tribunal.
Con criterio medieval
de la época de feudales,
afirman que prendas tales
se usan en particular,
cuando van a realizar
intimidades sexuales.
Citan en sus conclusiones
que al ir de tal forma expuesta,
la víctima iba dispuesta
a sostener relaciones.
Apegado a esas razones
queda allí la sugerencia,
que el hombre tiene licencia,
a la que use calzón rojo,
violarla a gusto y antojo
sin sufrir la consecuencia.
Que esos jueces por favor
cuiden de forma celosa,
cuando sus hijas o esposa
utilicen tal color.
Perdón amigo lector
la falta de tolerancia,
pero en esta circunstancia
el caso desasosiega
y en la cara nos restriega
el machismo y la ignorancia.