En reportaje simbólico
a Felipe Calderón,
rechaza la acusación
cuando le llaman alcohólico.
Enojado y melancólico
inculpa a sus enemigos.
Alega tener testigos
de que sin emborracharse,
tan solo le gusta echarse
un vino con los amigos.
Afirma tener coraje
le hayan colgado ese estigma,
el que resultó un enigma
al que puso camuflaje.
Lo ocultó entre cortinaje
cuando presidía el partido.
Pero salió lo escondido
porque en carta sin mordaza,
dijo Castillo Peraza
que salía “muy bien servido”.
Ese escrito minucioso
lo describe claramente,
“de talante prepotente
colérico y receloso”.
Crítico muy riguroso
en frases claras y duras,
le señala con censuras
y reclamos evidentes,
por tener “más que frecuentes
etílicas aventuras”.
Una manta en sus malicias
Fernández Noroña puso
y del alcoholismo incluso
habló Aristegui Noticias.
Aunque fueron las primicias
causaron revuelo grueso.
De su alcoholismo inconfeso
hay informaciones hartas,
también hubieron dos cartas
publicadas por “Proceso”.