A más de uno estremece
el miedo y superstición,
al darse la condición
de que ayer fue viernes trece.
El enigma crece y crece
a manera de contagio.
Tanto que tiene el adagio
que ante muchos lo convierte,
en día de mala suerte
o al menos de mal presagio.
Bajo un análisis serio
esta enigmática fecha ,
en muchos prende la mecha
con un velo de misterio.
En extensivo criterio
la tradición se cultiva,
incluso en la perspectiva
entre mito y realidad,
tiene ya en la antigüedad
connotación negativa.
No se cruce a la carrera
un gato negro en su asombro,
ni arrojar sal sobre el hombro
ni pasar bajo escalera.
Romper espejo no quiera,
a paraguas quitar broche
en interior es reproche
y hay un maleficio franco ,
si en la mesa mantel blanco
deja durante la noche.
Existe nombre científico
cuando el número te agobia,
es la triskaideikafobia
aunque suene a jeroglífico.
Hay otros que en específico
piensan que les favorece,
que lo mejor acontece
con la suerte de su lado,
y obtienen buen resultado
confiando en el “viernes trece”.