“El casado casa quiere”
dice certero refrán,
reseñando así el afán
del que un vínculo prefiere.
La clave está que se esmere
en convivir con fe ciega.
Que si a cohabitar se niega
hallará como salida,
hacer la “graciosa huida
no la apasionada entrega”.
En loca parafernalia
tuvo especial experiencia,
para cumplir su sentencia
un delincuente en Italia.
La ley como represalia
consideró necesario,
en acto protocolario
por veredicto lacónico,
un brazalete electrónico
y arresto domiciliario.
Tal acto disciplinario
marcó en su vida reveses,
poco después de unos meses
de arresto domiciliario.
Sufrió terrible calvario
por tan dura situación.
En su desesperación
su sentencia la rechaza,
porque quedarse en su casa
es peor que estar en prisión.
Con decisión y energía
huyó de su domicilio,
pero fue buscando auxilio
en una comisaría.
Lo encarcelaran pedía
como concesión piadosa.
En mazmorra tenebrosa
sentencia con gusto pasa,
porque dice que en su casa
¡ ya no aguantaba a su esposa !.