“No hay que conejear sin perros”
pues se confunde la presa
en la oscuridad traviesa
y la sombra de los cerros.
No sea que mates becerros
pensando en otro animal
o que te suceda tal
como luego ha sucedido:
“Después del conejo ido
pedradas al matorral”.
Se entiende que la figura
“De casta le viene al galgo”,
ferocidad y hasta un algo
de la inteligencia pura.
En la fiera su hermosura
al mirarla pronto asoma,
a correr gusto le toma
y eso te obliga a pensar
que “En el modo de volar
se conoce a la paloma”.
“A tu palo gavilán,
a tu matorral conejo”,
dice este sabio consejo
a manera de refrán.
Tu no cabes en mi plan,
regresa mi paliacate,
mejor te suelto el mecate
que conmigo no comulgas,
porque yo se que “Esas pulgas
no brincan en mi petate”.
“Más claro no canta un gallo”
te dije que te marcharas,
que mi cariño olvidaras,
que no perdono tu fallo.
Nunca de cólera estallo
pero una traición me abate
y aunque la pasión me mate
busca otro que te consuele,
“Mi molino ya no muele
ve a moler a tu metate”.