No es asunto baladí
ni por supuesto divierte,
que sea condenado a muerte
un futbolista iraní.
Al contrario, frenesí
despierta en la sociedad.
Es tal la barbaridad
que como al rechazo inspira,
hasta la propia “Shakira”
mostró solidaridad.
Las altas autoridades
arrestan al infeliz,
por pedir en su país
las básicas libertades.
Sufre las contrariedades
según nuestros entenderes,
porque con sus procederes
se enreda en la telaraña,
al exigir en campaña
derechos de las mujeres.
Es una acción ejemplar
hacer escuchar las voces,
que con patadas y coces
otros quieren silenciar.
Aunque engendre malestar
lejos de ser objetada,
reprimida y condenada
su lucha casi suicida,
debe ser reconocida
no debe ser castigada.
De futbolistas del mundo
a la detención injusta
y una ejecución que asusta
que haya rechazo rotundo.
Con un grito tremebundo
de Federativa plana,
universal caravana
demuestre que en limpio rol,
más que copa de futbol