Con protocolo indicado
en ceremonial estricto,
muerto el Papa Benedicto
Dieciséis, fue sepultado.
Siempre Francisco a su lado,
con armónica salmodia
y lastimera rapsodia
se llevó a las catacumbas,
donde existen otras tumbas
que el Vaticano custodia.
Resaltaron sus virtudes
pero asombró demasiado,
que al final fuera enterrado
su cuerpo en tres ataúdes.
Atónitas multitudes
siguieron sus funerales.
Féretros adicionales
llevaban entre fragmentos,
importantes documentos
y unos objetos rituales.
Una singular manera
como el Papa fue enterrado,
su cuerpo depositado
en féretro de madera.
Previendo daño ocurriera
que la humedad origina,
meterlo se determina
dentro de uno de metal
y meter éste al final
en el de madera fina.
Vuelan imaginaciones
hacia un cuento popular,
si dicen que van a usar
para un cuerpo tres cajones.
Según cómicas versiones
al panteonero descarga,
poniendo su cara amarga
dos cajones para un muerto,
en uno va el cuerpo yerto
en otro su lengua larga.