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Se ha cumplido una semana luego de la captura y encarcelamiento de Ismael Zambada García (a) “El Mayo”, en Estados Unidos.
Existen diversas versiones y cualquier cantidad de especulaciones sobre el histórico derrumbe de un líder icónico en el crimen organizado de México.
Para efectos pragmáticos y desde la perspectiva del poder de Estado, eso es lo de menos…
Algún día sabremos a ciencia cierta si lo engañaron, lo traicionaron, se entregó, pactó; si fue parte de un montaje cuyo final lo coloca “cantando” ante autoridades norteamericanas todo lo que sabe sobre narcotráfico y política en México...
Por lo pronto, lo trascendente en torno a la captura del “Mayo” Zambada es que el más importante golpe del sexenio de Andrés Manuel López Obrador en contra del narcotráfico, ha ocurrido al margen de nuestro gobierno, su gobierno...
Frente a la política de abrazos no balazos, ejercida durante seis años, el gobierno de Joe Biden habría puesto ciertos puntos sobre algunas íes y colocó detrás de sus rejas al último de los grandes jefes del narco mexicano durante el último medio siglo.
Y ese hecho, que extranjeros entren a tu país y se lleven preso al delincuente más simbólico de tu historia reciente, sí que duele.
Me refiero a un dolor político, desde luego; porque en lo relativo a las drogas, la violencia, la demagogia, el alto grado de Estado fallido que padecemos, todo queda igual…
Y esta permanencia de un estado de cosas grave, de un tejido social herido, de hecho incrementa el referido dolor político provocado por la caída de Ismael Zambada en suelo mexicano y su encarcelamiento in american soil…
Durante una semana hemos cruzado del: Oh my God, a un estentóreo: ¡Chingada madre!
Y así las cosas, la frontera entre el hot dog político y las enchiladas del poder, se profundiza.
(2)
Ni nuestras fuerzas armadas, ni la estructura de inteligencia gubernamental, ni AMLO, tomaron parte de un acontecimiento que podría implicar la violación de la soberanía nacional, o lo que sobreviva de ella…
No deja de ser paradójico que en materia energética el eslogan oficial pintado sobre camionetas de PEMEX afirma: Por el Rescate de la Soberanía Nacional.
Dicha frase, a todas luces demagógica, hace referencia a la meta sexenal de salvar a PEMEX, fortalecer la CFE y construir Dos Bocas para suministrar los combustibles y la electricidad desde las empresas del Estado; eliminando la importación de gasolinas y retirando inversiones privadas de los sagrados mantos del petróleo y la luz.
La paradoja, respecto al caso del “Mayo” Zambada, es que durante el sexenio nadie se preocupó por otra Soberanía: la territorial…
Tan respetuoso que ha sido míster Trump con nuestro país, tan cuate que ha resultado míster Biden ¿Por qué habríamos de vigilar nuestro territorio ante una potencial incursión gringa?
Ni pensarlo…
Y bueno, he aquí la versión de maledicentes sobre una posible y bien ejecutada profanación de nuestro suelo patrio, con la planta de un enemigo que no tiene nada de extraño y ante el cual -desde luego- la Patria querida sabe que el cielo un soldado en cada hijo le dio, pero nadie nos ha convocado a mover nada y todos estamos en ascuas, igual que nuestro gobierno…
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Seamos específicos: el “Mayo” Zambada es más ícono que fuerza: por razones de edad -tiene unos 76 años-; de salud -estaría enfermo de cáncer-; de circunstancia –él mismo declaró a Julio Scherer que tras su final, simplemente llegaría otro a ocupar su lugar- nada cambia en la producción, tráfico, venta de drogas, ni en México ni en Estados Unidos.
Si existe una sociedad y un gobierno geniales para hacer lo del tío lolo, son los norteamericanos.
La caída del “Mayo” tiene implicaciones políticas por encima de sus consecuencias en torno al poderoso e internacional mercado de las drogas.
Le pega políticamente al presidente Andrés Manuel López Obrador, pero AMLO ya se va…
Le pega también a Claudia Sheinbaum, nuestra presidenta electa…
Y eso, el daño a Claudia, eso si que es un golpe político severo, muy fuerte…
Iremos viendo sus consecuencias…